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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Lanzan cócteles Molotov contra una sinagoga de la multicultural Suecia

IMAGEN DE LA POLICÍA SUECA

Un grupo de personas ha arrojado esta semana cócteles Molotov a una pequeña capilla judía ubicada en la ciudad de Mälmo, en Suecia


La decisión del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, de reconocer Jerusalén como capital de Israel ha traído consigo una ola de antisemitismo que ha tenido en Suecia uno de sus principales focos. Así, hace pocos días la multicultural ciudad de Mälmo acogió una serie de manifestaciones en las que se pudieron oír arengas tales como ‘vamos a disparar a los judíos’, ‘hemos anunciado la Intifada desde Mälmo’ o ‘queremos recuperar nuestra libertad’.
Sin embargo, la pulsión judeófoba no se ha concretado exclusivamente en proclamas e insultos, sino también en agresiones y afrentas. Así, un grupo de personas ha arrojado esta semana cócteles Molotov a una pequeña capilla judía ubicada en la ciudad de Mälmo con afán de incendiarla.
Un reprobable acto que la policía sueca está aún investigando y que no han encontrado sino el rechazo de la Asamblea Judía en Mälmo, tristemente acostumbrada ya a este tipo de agresiones: ‘Enfatizamos con rotundidad que nunca aceptaremos que nos sometan a amenazas y ataques’, asegura el comunicado difundido por la asamblea.
Esta agresión, cuyos autores aún se desconocen, unos días después de que se perpetrase una de carácter similar contra una sinagoga ubicada en urbe de Gotenburgo el pasado sábado. En este caso, los tres atacantes, solicitantes de asilo procedentes de Oriente Medio, fueron arrestados con premura por la policía.
La ministra de Asuntos Exteriores sueca, Margot Wallstrom, condenó enérgicamente los ataques a través de su cuenta de Twitter: ‘Las amenazas, el odio y el antisemitismo no tienen lugar en nuestra sociedad’. Sin embargo, lo cierto es que sí lo tienen. Y lo tienen como consecuencia de la propia Wallstrom y los demás políticos suecos, quienes, incentivando la inmigración islámica, han tornado su país en un gran ring de boxeo.
Por su parte, la ministra de justicia, Morgan Johansson, prometió que a la policía arrestaría a todo individuo que fuese visto emitiendo proclamas antisemitas.

Suecia y el islam

Estos ataques judeófobos son sólo una pequeña muestra de todos los crímenes que está perpetrando una parte de la comunidad musulmana está perpetrando en Suecia. Así, el pasado mes de agosto, por ejemplo, una joven sueca fue ultrajada por veinte musulmanes en Fittja, una zona deprimida del Estocolmo meridional donde este tipo de abusos se dan con luctuosa asiduidad.
Lo cierto es que, como aseveramos, éste no es ni mucho menos un caso aislado. En Suecia, las violaciones se han convertido en una verdadera epidemia que desborda a legisladores y policías. Fruto de esto, hay zonas que las mujeres deben atravesar portando aerosoles de seguridad por ‘temor’ a ser ultrajadas.
En realidad, el país nórdico ha claudicado ante el islam. Ya relatamos en La Gaceta hace semanas que en el país hay más de 300 matrimonios polígamos reconocidos y que, en las escuelas, la normalización de la poligamia es habitual.

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