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la onu denuncia un problema real pero señala soluciones erróneas

Los ODS no acabarán con el otoño: la Agenda 2030 contra la verdad (XV)

Imagen de un grupo de personas paseando por un bosque. Europa Press.

En el mundo hay pocos bosques limpios y pocos hábitats a salvo. Esta es la premisa con la que las Naciones Unidas plantea el decimoquinto punto de su Agenda 2030 y sus Objetivos de Desarrollo Sostenible. Según la Agencia para el Desarrollo de la ONU, «se deben proteger y restablecer los ecosistemas terrestres, gestionar sosteniblemente los bosques, luchar contra la desertificación, detener e invertir la degradación de las tierras, y detener la pérdida de biodiversidad».

Sin embargo, el hombre no está dirigiendo sus esfuerzos hacia la reforestación. «El mundo se enfrenta a una triple crisis del cambio climático, a la contaminación y a la pérdida de la biodiversidad». Precisamente por eso la ONU ha diseñado algunas líneas maestras en su decimoquinto de los 17 desafíos que la organización internacional se ha propuesto resolver. Indagar sobre ello se ha vuelto urgente, ya que en España tenemos un Ministerio de Asuntos Sociales, Consumo y Agenda 2030, capitaneado por Pablo Bustinduy.

Empecemos, como siempre, reconociendo la verdad. La ONU muestra una preocupación loable por la creación y eso nos pone contentos, claro. Cuidar los árboles no es objetivo político sino deber moral y hasta susurro de la conciencia. «Los bosques cubren casi el 31 % de la superficie de nuestro planeta y albergan más del 80 % de todas las especies terrestres de animales, plantas e insectos». Y esto, ay, es verdad. Hasta la ONU es capaz de reconocer la capacidad vivificadora de la creación.

No en vano, el 15 ODS recuerda que «la pérdida de los bosques implica la desaparición de los medios de subsistencia de las comunidades rurales, el aumento de las emisiones de carbono, el deterioro de la biodiversidad y la degradación del suelo. Aunque el ritmo de pérdida neta de bosques sigue siendo elevado, los datos de 2020 muestran que la proporción de bosques en áreas protegidas y bajo planes de gestión a largo plazo aumentó o se mantuvo estable a nivel mundial y en la mayoría de las regiones del mundo». Otra verdad, y ya empieza a ser preocupante nuestro acuerdo con la Agenda 2030.

La trampa llega, sin embargo, con las metas concretas de este objetivo sostenible. Así, algunas de las medidas estrella para acabar con este descuidado por la creación consisten en «reciclar, seguir una dieta basada en productos locales de origen sostenible y consumir solamente lo que necesitamos. Estas son algunas de las cosas que podemos hacer para ayudar». Es este el momento de encender las alarmas, porque la ONU pretende imponernos un complejo reciclaje, limitar nuestra dieta y obligarnos a comprar determinados productos.

Otras de las metas concretas son el «fin de la caza furtiva así como la demanda y la oferta ilegales de productos silvestres»; «la integración de los valores de los ecosistemas y la diversidad biológica en la planificación nacional y local, los procesos de desarrollo, las estrategias de reducción de la pobreza y la contabilidad»; o «la financiación de la gestión forestal sostenible y la promoción de incentivos adecuados a los países en desarrollo para que promuevan dicha gestión». Esto es, como siempre, la obligatoriedad de una agenda política e ideológica que pretende acabar con la libertad. A veces los árboles impiden a la ONU ver el bosque.

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