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La ONU vuelve a acertar en su denuncia y, de nuevo, se equivoca en sus soluciones

Los ODS no acabarán con la porquería del mar: la Agenda 2030 contra la verdad (XIV)

Esculturas del Museo Atlántico de Lanzarote cubiertas de plástico durante una campaña de WWF. Europa Press.

En el mundo hay mucha agua y así debe seguir siendo. Esta es la premisa con la que las Naciones Unidas plantea el decimocuarto punto de su Agenda 2030 y sus Objetivos de Desarrollo Sostenible. Según la Agencia para el Desarrollo de la ONU, «la contaminación marina está alcanzando niveles extremos. Más de 17 millones de toneladas métricas contaminaban el océano en 2021, cifra que se duplicará o triplicará para el año 2040, lo que resulta preocupante. El plástico es el tipo de desecho marino más dañino».

Con el objetivo de acabar con los plásticos del mar, con la pretensión de lograr aguas más puras y océanos más sostenibles, la ONU ha diseñado algunas líneas maestras en su decimocuarto de los 17 desafíos que la organización internacional se ha propuesto resolver. Indagar sobre ello se ha vuelto urgente, ya que en España tenemos un Ministerio de Asuntos Sociales, Consumo y Agenda 2030, capitaneado por Pablo Bustinduy.

Empecemos, como siempre, reconociendo la verdad. La ONU muestra una preocupación loable por la limpieza de los océanos y eso lo celebramos porque nada hay más conservador que conservar la creación. «Los océanos son el soporte vital de nuestro planeta y regulan el sistema climático mundial. Constituyen el mayor ecosistema del mundo, albergan casi un millón de especies conocidas y presentan un enorme potencial científico sin explotar». Y esto, ay, es verdad.

La principal preocupación de la Agenda 2030, de nuevo, es lícita: «El aumento de los niveles de residuos en los océanos del mundo también supone un importante impacto medioambiental y económico. Se calcula que cada año llegan a los mares y océanos entre 5 y 12 millones de toneladas métricas de plástico». La ONU vuelve a acertar en su denuncia y, de nuevo, se equivoca en sus soluciones. Que «el aumento de la eutrofización, de la acidificación, del calentamiento de los océanos y de la contaminación por plásticos empeoran nuestra salud», es mentira. Una gran mentira.

La obsesión de la Agenda 2030 por el calentamiento global se vuelve a ver en este Objetivo de Desarrollo Sostenible, que bien pretende «promover soluciones basadas en la naturaleza y en los ecosistemas, abordar las interconexiones y los impactos de las presiones inducidas por el ser humano y cambiar con urgencia el rumbo del cambio climático». Es en este punto, culpa del hombre, donde llega la trampa. Es aquí, en el juicio a la acción humana, donde debemos oponernos frontalmente a esta agenda ideológica.

Entre las metas concretas del ODS 14, encontramos algunas muestras del «toc» intervencionista de la ONU: «Reglamentar eficazmente la explotación pesquera y poner fin a la pesca excesiva, no declarada y no reglamentada y las prácticas pesqueras destructivas»; «Prohibir ciertas formas de subvenciones a la pesca que contribuyen a la sobrecapacidad y la pesca excesiva»; «Mejorar la conservación y el uso sostenible de los océanos y sus recursos aplicando el derecho internacional reflejado en la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar». Todas estas son sólo algunas de las muchas directrices políticas, ideológicas e intervencionistas que la Agenda 2030 pretende imponer para acabar con la porquería de los mares. Cuando primero deberían acabar con la porquería de la ONU.

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