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Máxima autoridad del país y propietario del París Saint-Germain

Qatar 2022: ganó el equipo del emir

Sheikh Tamim bin Hamad Al Thani, Emir de Catar, y Gianni Infantino, presidente de la FIFA. Tom Weller/dpa

Sin la necesidad de esperar a que Argentina y Francia salten al césped del Lusail Iconic Stadium en busca de su tercera Copa del Mundo —será la primera para Leo Messi, que aspira a colgar las botas emulando a su ídolo Diego Armando Maradona, o la segunda para Kylian Mbappé—, el emir de Catar, Tamim bin Hamad Al Thani, lleva días frotándose las manos —desde que los galos se deshicieron de Marruecos en la segunda semifinal— porque sabe que él es el auténtico vencedor de este Mundial. No en el terreno de juego, sino en cotas superiores, que es lo que le importan a él y los suyos.

Gane quien gane, la Albiceleste de la Pulga o Les Bleus de la Tortuga, el gran campeón de Qatar 2022 es el emir, máxima autoridad del país del Golfo Pérsico y al mismo tiempo propietario del París Saint-Germain, club para el que juegan… Messi y Mbappé. El equipo francés, habitual en los últimos años en las rondas finales de la Liga de Campeones —le falta ganar la máxima competición continental para poner la guinda al pastel—, está valorado actualmente en unos 4.000 millones de euros, que es 66 veces más que el dinero que Qatar Sports Investment (QSI) —firma subsidiaria de Qatar Investment Authority (QIA), el fondo soberano de Catar— pagó en su día (mayo de 2011) por el 70% de las acciones de la entidad.

Desde entonces, durante estos últimos once años y medio, QSI ha desembolsado unos 1.600 millones en fichar a los mejores futbolistas del mundo y en pagar sus elevadísimas fichas: David Beckham, Zlatan Ibrahimovic, Neymar y, por supuesto, Mbappé y Messi.

El astro francés llegó al PSG en verano de 2017, procedente del Mónaco —cuando todavía era una jovencísima promesa—, a cambio de 180 millones de euros. En estos cinco años y medio se ha consagrado como uno de los mejores jugadores del mundo y actualmente es el mejor pagado del planeta, con un sueldo de 50 millones netos anuales, pese a que todavía no ha conseguido ganar la Champions League ni el Balón de Oro. Durante varios veranos ha estado en la órbita del Real Madrid: el verano pasado estuvo más cerca que nunca de fichar por el catorce veces campeón de Europa, pero le acabó dejando plantado para permanecer en esa espectacular jaula de oro que es París. Un enorme triunfo del emir, que no ha dudado en exhibir músculo financiero con su Mundial a la vuelta de la esquina, y su mano derecha en el PSG, Nasser Al-Khelaifi, el más poderoso aliado de la UEFA —especialmente en la lucha legal contra la Superliga— a nivel de clubes.

Messi, por su parte, llegó a coste cero al París Saint-Germain, en agosto de 2021, al no renovar su contrato con un FC Barcelona que estaba en la ruina, precisamente por sus dispendios a la hora de asegurarse la continuidad del argentino con contratos absolutamente desorbitados. Pero el argentino, que firmó hasta el 30 de junio de 2023, tampoco anda descalzo, precisamente, y es el segundo jugador mejor pagado de la plantilla parisina con un sueldo de 35 millones netos.

Mbappé y Messi, Messi y Mbappé. Tanto monta, monta tanto. El mejor jugador de la última década y el que está llamado a dominar el deporte rey en los próximos años, con permiso de Erling Haaland. Al final los románticos nos quedamos una vez más con un palmo de narices porque, cómo no, vuelve a ganar el dinero. En este caso de un país donde lo tienen por castigo. Ganaron los petrodólares, ganó Catar, ganó el emir, ganó Al Khelaifi. ¡Vamos Al Thani, allez le émir!

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