«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Cumbre Putin-Trump: tanto como el qué, importa el cómo

La reunión de Donald Trump con Vladimir Putin este viernes en la cumbre del Grupo de los Veinte es, con justicia, la cita más esperada hasta la fecha del panorama internacional desde las elecciones norteamericanas del pasado noviembre.

Según el jefe de la diplomacia norteamericana, ya sabemos de qué hablarán: de Siria y la amenaza global de terrorismo yijadista. La coordinación de ambas potencias es vital para hacer frente a un enemigo que se ha demostrado implacable.
«Si no conseguimos la estabilidad en Siria, nuestros avances para derrotar al EI pueden quedar anulados», asegura Tillerson en un comunicado, en el que añade que «todas las partes deberían trabajar a través de un proceso político» para cerrar un acuerdo que «indique el camino a seguir para el pueblo sirio».
Y sí, claro, ese es un asunto clave que no pueden dejar de tratar. Pero hay algo aún más importante, más crucial para todos: firmar la paz.
Hace más de un cuarto de siglo que terminó la Guerra Fría y parece que fue ayer. Tras medio siglo con el mundo dividido en dos bloques irreconciliables siempre a dos minutos de hacer saltar el planeta por los aires, se disolvió la Unión Soviética y todo parecía posible, desde el ‘dividendo de la paz’ del que habló en su momento Bill Clinton hasta una alianza de las dos potencias nucleares tanto tiempo enfrentadas. Incluso se hablo de no integrar a Moscú en la OTAN.

Y entonces volvió el frío

Con Yeltsin Rusia entró en una espiral suicida que redujo la esperanza de vida de los rusos a los cuarenta y tantos mientras Washington olvidaba todas sus promesas a Gorbachov y rodeaba las fronteras rusas de nuevos miembros de la Alianza Atlántica y silos de misiles.
Con Putin ya en el poder, Rusia vuelve a ser culpable. El candidato republicano en las elecciones inmediatamente anteriores, Mitt Romney, declaró a Rusia la mayor amenaza a la paz mundial, es decir, el mayor enemigo de Estados Unidos, y el actual presidente causó un verdadero escándalo al anunciar su intención de iniciar un acercamiento con Moscú.
De hecho, esas palabras y otros comentarios amables sobre Vladimir Putin fueron el punto de partida de la ‘trama rusa’, la acusación de que Putin manipuló las elecciones norteamericanas para que ganase Trump. La leyenda ha resistido mucho más tiempo del que la absoluta falta de pruebas y la avalancha de indicios en contra (y el sentido común) recomendaban, sencillamente porque los medios ‘de prestigio’ llevan desde el primer día empeñados en una guerra abierta para echar al presidente de la Casa Blanca.

La ‘rusofobia’ en la prensa de EEUU

Este constante runrún mediático ha exacerbado la rusofobia en la opinión pública norteamericana, con numerosos políticos de ambos partidos y periodistas de la oposición hablando de ‘casus belli’ y animando del modo más irresponsable a iniciar una guerra con una potencia nuclear.
Pero más desconcertante ha sido la actitud del propio Trump. Del acercamiento con Rusia que tanto citó en campaña nunca más se supo, y sí hemos asistido, en cambio, a numerosas muestras de hostilidad, empezando por el mantenimiento ‘sine die’ de las sanciones impuestas por Obama y la amenaza de ampliarlas hasta el bombardeo de una base aérea siria (nominalmente: rusa, en la realidad) con una cuestionable excusa y nuevas operaciones en Siria.
No es, desde luego, el único «digo» del nuevo presidente después de haber dicho muchas veces «Diego», pero a efectos geopolíticos es sin duda el más grave y la decepción más profunda para muchos de sus partidarios dentro y fuera de Estados Unidos.
Sí, es urgente hacer un frente común contra el terrorismo islámico, dentro y fuera de Oriente Medio; y sería deseable -pese a que Moscú ya ha advertido que será, por fuerza, un encuentro breve- que abordaran también el asunto de Ucrania, un conflicto que, después de todo, se inició con un golpe de Estado apoyado por Washington.
Pero tan importante o más que la sustancia va a ser el tono. Esperemos un encuentro del que podamos deducir que el ‘deshielo’ de un enfrentamiento ya sin sentido y peligroso ha empezado.

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