«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

La vida vuelve a las bibliotecas quemadas por el Estado Islámico

Terroristas del ISIS

Los libros tampoco escaparon al fuego de la intransigencia avivado por los yihadistas del Estado Islámico (EI), que quemaron todas la bibliotecas de Mosul; ahora una ONG intenta reunir todos los volúmenes posibles para volver a llenar en parte un vacío ya irreparable.
«El objetivo principal de la campaña es devolver la vida a las bibliotecas de todas las universidades de Mosul«, dice a Efe Hogr Ch. Shekha, coordinador jefe de esta iniciativa, desde su oficina de Erbil, donde detalla que una de las principales bibliotecas de ciencia de la ciudad iraquí, que contenía «más de un millón de fuentes bibliográficas», fue «destruida por completo».
Con un discurso reposado, este abogado cuenta que las 29 bibliotecas de la Universidad de Mosul fueron arrasadas por las llamas, así como la base de datos donde se guardaban escaneados el 75 % de los volúmenes.
Por esta razón, la ONG Public Aid Organization (PAO) decidió el pasado octubre, coincidiendo con el comienzo de la batalla para liberar la provincia de Nínive, cuya capital es Mosul, lanzar esta iniciativa junto con un grupo de intelectuales y profesores universitarios.
La prioridad, ahora, es «lograr, como mínimo, fuentes para los alumnos, para que vuelva la vida a las universidades de Nínive y, si un alumno quiere recurrir a una fuente, que tenga varias a las que acudir, a pesar del daño que han sufrido las universidades».
De las cuatro universidades de la provincia Mosul, Nínive, Al Hamdaniya y la Tecnológica-, esperan que al menos la primera de ellas reabra sus puertas al comienzo del próximo curso universitario.
De momento, han recibido 5.000 libros, tanto de dentro como de fuera del país, y están en coordinación con varias universidades de Estados Unidos, Reino Unido y Francia para que «sus bibliotecas electrónicas puedan estar disponibles para las facultades de Mosuly los alumnos».
«Lo que pasa es que los estudios en la mayoría de las facultades es en lengua árabe, por eso solo en algunas facultades de ciencias como medicina o ingeniería pueden emplear fuentes en lengua inglesa, pero el resto necesita los textos en lengua árabe», aclara.
Por ello, también están coordinándose con la editorial árabe Mada para que les facilite el contacto con otras casas de la región, así como con la Asociación de la Libertad Académica del Mundo Árabe, que está integrada por representantes de 20 países.
A través de este socio, universidades de Egipto, Túnez, Marruecos y el Líbano ya les están prestando ayuda, explica Shekha, que desea que en un futuro su proyecto pueda ampliarse al resto de bibliotecas de la ciudad, que también corrieron la misma suerte.
En un cuarto donde no entra la luz, en la planta baja de la sede, se amontonan en cajas, sobre una mesa y en el suelo, los libros que van recibiendo y que poco a poco registran y organizan en una estantería.
Shekha reconoce que tienen poco espacio, comenta que su intención era únicamente servir de nexo, pero debido a que la Universidad tampoco cuenta con sitio donde almacenar los volúmenes, se han visto obligados a guardar un gran número de ellos.
El coordinador de la ONG en Nínive, Ali Abdel Gani, muestra varios tomos entre los que hay libros de ciencia, novelas y tesis doctorales. Otros muchos esperan en sus cajas o sobres a ser desembalados y clasificados.
Explica que la quema de libros se hizo antes del comienzo de la operación militar para liberar Mosul y la interpreta como «una especie de venganza contra la clase intelectual de la ciudad».
Durante los tres años de ocupación del EI, las bibliotecas permanecieron cerradas a cal y canto, y solo permitieron la entrada a ciertas personas bajo estrictas medidas de control.
«Todo libro relacionado con la educación o con la evolución personal o con cuestiones históricas estaban prohibidos, y quienes los tuvieran podían enfrentarse a la muerte o la tortura», dice a Efe Abdel Gani.
La gran mayoría de las facultades fueron clausuradas y solo se mantuvo abierta «la de medicina y algunas pocas otras», dice.
En la actualidad la ONG cuenta con diez voluntarios en Mosul occidental, cuyo cometido es extender «un pensamiento futuro» para contrarrestar la ideología extendida por el EI.
Una ideología que, como asegura la campaña para resucitar las universidades de Mosul, postula la quema del conocimiento bajo la excusa de que los libros solo contienen «ciencia inútil», «ciencia ilegítima» o «blasfemias».
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