«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
La Gaceta de la Iberosfera
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Itxu Díaz (La Coruña, 1981) es periodista y escritor. En España ha trabajado en prensa, radio y televisión. Inició su andadura periodística fundando la revista Popes80 y la agencia de noticias Dicax Press. Más tarde fue director adjunto de La Gaceta y director de The Objective y Neupic. En Estados Unidos es autor en la legendaria revista conservadora National Review, firma semalmente una columna satírica en The American Spectator, The Western Journal y en Diario Las Américas, y es colaborador habitual de The Daily Beast, The Washington Times, The Federalist, The Daily Caller, o The American Conservative. Licenciado en Sociología, ha sido también asesor del Ministro de Cultura Íñigo Méndez de Vigo, y ha publicado anteriormente nueve libros: desde obras de humor como Yo maté a un gurú de Internet o Aprende a cocinar lo suficientemente mal como para que otro lo haga por ti, hasta antologías de columnas como El siglo no ha empezado aún, la crónica de almas Dios siempre llama mil veces, o la historia sentimental del pop español Nos vimos en los bares. Todo iba bien, un ensayo sobre la tristeza, la nostalgia y la felicidad, es su nuevo libro.
Itxu Díaz (La Coruña, 1981) es periodista y escritor. En España ha trabajado en prensa, radio y televisión. Inició su andadura periodística fundando la revista Popes80 y la agencia de noticias Dicax Press. Más tarde fue director adjunto de La Gaceta y director de The Objective y Neupic. En Estados Unidos es autor en la legendaria revista conservadora National Review, firma semalmente una columna satírica en The American Spectator, The Western Journal y en Diario Las Américas, y es colaborador habitual de The Daily Beast, The Washington Times, The Federalist, The Daily Caller, o The American Conservative. Licenciado en Sociología, ha sido también asesor del Ministro de Cultura Íñigo Méndez de Vigo, y ha publicado anteriormente nueve libros: desde obras de humor como Yo maté a un gurú de Internet o Aprende a cocinar lo suficientemente mal como para que otro lo haga por ti, hasta antologías de columnas como El siglo no ha empezado aún, la crónica de almas Dios siempre llama mil veces, o la historia sentimental del pop español Nos vimos en los bares. Todo iba bien, un ensayo sobre la tristeza, la nostalgia y la felicidad, es su nuevo libro.

A pelo Piqué

21 de abril de 2022

Allá por los dos mil, tras la disolución de Los Inhumanos se formó La Banda del Capitán Canalla, cuyo primer éxito me ha venido a la cabeza estos días, vete a saber por qué, escuchando los audios de moda. Decía su estribillo: “Hey, hey, a pelo piqué / hey, hey, bicho malo pillé”. Si entonces creía que la canción era divertida pero un tanto guarrilla quizá era porque aún no había escuchado a Piqué a pelo: “Esta me la tienes que hacer, Rubi”. 

Por ser justos, no hay un solo español capaz de sobrevivir a la prueba del WhatsApp. Yo podría ser acusado de cualquier cosa truculenta y delictiva solo con que cualquiera de mis amigos decidiera sacar a la luz mis audios subversivos comentando, a la hora de las cañitas, los sinsabores del fútbol, los titulares del BOE, o describiendo los diferentes tipos de tortura que se le podrían aplicar al inventor de las mallas. Florentino sabe de lo que hablo. Pero sus audios, a diferencia de los de Piqué y Rubiales, tenían esa gracia tolili que nos alegró varias jornadas. Los del capitán del Barcelona con el presidente de la RFEF, menos risibles, son más bien un ejercicio de pornografía institucional que siembra muchas dudas sobre casi todo, incluidos los penaltis que no se pitan y los que sí.

Rubiales y Piqué no salieron a dar explicaciones sino a presumir de escándalo mostrándose ambos muy orgullosos de todo. Sí señor. Palante.

Tal vez lo más gracioso que encierra este asunto es la demostración de la genuina españolidad del independentista Piqué, convertido en un personaje del españolísimo Lazarillo de Tormes, sin renunciar al guiño al secesionismo catalán, que no piensa tanto en Cataluña como en la comisión que se puede sacar en medio de la polvareda. Es un todo-en-uno que, por otra parte, recibe el cariño y los mimos de su presidente de la Federación, en los ratos libres que le deja su intensa labor de beneficencia como instalador de inodoros para chicas en los campos de fútbol de Arabia Saudí; si lo he entendido bien, hasta que Rubiales llevó la Supercopa de España a Riad, las chicas saudíes no podían hacer pis. 

Quien sí podía darse a la micción era Piqué, que se meaba por vestir la camiseta de España en los Juegos Olímpicos de Tokio. El independentista, que horas antes de publicarse el audio decía en rueda de prensa que nunca había pedido nada, solicitaba a Rubiales que por favor, por favor, por favor, le consiguiera el capricho de ir con la Selección. Y lo entiendo, a mi también me haría muchísima ilusión, y marcar un gol en la final con una lorza, pero creo que no tengo el teléfono de Rubiales a mano. En todo caso, Rubi no se portó en aquella ocasión: ni consiguió que el chico jugara en Tokio ni, sobre todo –sospecho, con la audacia que me caracteriza-, mantener la operación “muy en secreto entre los tres”.

Lo único aburrido de esta telenovela es que el argumento es previsible. Ya sabes. Líder sindicalista futbolero, azote de la patronal y regenerador del fútbol que llega a presidente de la Federación y lo primero que regenera es su propia prosperidad. Líder independentista catalán que se muere por representar a la España que dice odiar en los Juegos Olímpicos, y que prospera entre nubladas bambalinas mientras reparte carnets de honradez, valores y rectitud, que “el fútbol es de los aficionados” y etcétera.

El vínculo hay que mantenerlo, que quien tiene un tesoro tiene un amigo, que aún faltan muchos penaltis por dilucidar

En medio de la polémica, Rubiales y Piqué no salieron a dar explicaciones sino a presumir de escándalo, mostrándose ambos muy orgullosos de todo. Sí señor. Palante. No podemos decir que el del Barcelona no nos haya hecho saber ya en varias ocasiones lo bien que la va la vida –y yo que me alegro de corazón, como Shakira-. El mes pasado, en The Wild Project, fue más sincero que educado al comentar el asco que le tiene a sus rivales y algo más: “Hace tiempo que tengo tanto dinero como el presupuesto del Espanyol”. Els valors. Els conmovedores y entrañables valors.

Después de todo, aún deprimido, a Piqué siempre le quedará llamar a su admiradísimo Don Juan Carlos, legendaria insignia del Estado que le oprime, y llorarle un rato, o enviarle un nuevo WhatsApp orgulloso a Rubiales para festejar otra vez lo de los baños para mujeres en Arabia Saudí, o que aún no le han metido cocaína en el maletero, o cualquiera de esas cosas, que el vínculo hay que mantenerlo, que quien tiene un tesoro tiene un amigo, que aún faltan muchos penaltis por dilucidar, que lo cortés no quita lo caliente. 

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