«Ser es defenderse», RAMIRO DE MAEZTU
Barcelona, 1981. Licenciado en Comunicación Audiovisual por la Universidad de Navarra. Periodista. Autor del canal de Youtube 'Alonso DM'.

BiografĆ­a

Barcelona, 1981. Licenciado en Comunicación Audiovisual por la Universidad de Navarra. Periodista. Autor del canal de Youtube 'Alonso DM'.

Adictos a la atención

26 de enero de 2023

Recientemente me topĆ© con uno de esos vĆ­deos virales de Tik Tok en el que una joven se grababa a sĆ­ misma en un gimnasio quejĆ”ndose amargamente porque el chico que tenĆ­a detrĆ”s le echaba algunas miradas. La mujer iba vestida con un conjuntito de short y top generosamente ajustado y escotado que, en tiempos no tan lejanos, se habrĆ­a considerado licencioso incluso como ropa interior. AĆŗn asĆ­, se extraƱaba y se lamentaba de que alguien del sexo opuesto la mirara de refilón –”llegó a contar hasta cuatro miradas!– mientras ella hacĆ­a su ejercicio.

En el mundo de mentira en el que vivimos, prĆ”cticamente todo el mundo ha aceptado –aunque nadie se lo cree realmente– que si una chica se viste asĆ­ en el gimnasio no es para llamar la atención sobre su figura, sino que simplemente se siente mĆ”s cómoda con esa ropa. Y, en todo caso, tiene todo el derecho a vestirse como quiera sin atraer la mirada curiosa o lujuriosa de ningĆŗn hombre.

Al final del vĆ­deo, el muchacho osa incluso acercarse a ella y se ofrece a ayudarla para colocar bien la barra que patosamente ella intentaba levantar nada menos que con el pubis. El gesto de Ć©l –tal vez de amabilidad, tal vez un intento de ligar con ella, da igual– al parecer cruzó todas las lĆ­neas y la chica se puso a hiperventilar y a decir a sus followers que se sentĆ­a Ā«inseguraĀ». Todo ello en una escena grotesca en la que realmente no se sabe quiĆ©n estĆ” mĆ”s pendiente de quiĆ©n.

El vídeo generó dos tipos de reacciones en las redes sociales. La de quienes se solidarizaron con ella por el «acoso» sufrido (recordemos: cuatro miradas fugaces y una oferta de ayuda) y la de quienes no vieron problema en el joven y sí una clara sobreactuación e intento desesperado de ella por victimizarse a costa de alguien al que estaba grabando sin su conocimiento.

El vídeo daría para un debate sobre el profundo desequilibrio que hay entre lo mucho que el nuevo orden feminista espera hoy de los hombres y lo poco que espera de las mujeres. En un caso se exige autocontrol total de las pasiones ante la imagen de una chica en ropa interior meneando su bajo vientre. En el otro se acepta y se celebra dar rienda suelta a la expresión de cualquier emoción primaria sin la menor limitación, aunque ésta sea falsa o sobreactuada.

Pero al margen de eso, esta escena refleja uno de los grandes problemas de nuestros días: la creciente necesidad de recibir atención. Necesidad que cada vez mÔs se estÔ convirtiendo en una adicción y una enfermedad social, hasta el punto de que ya no basta el casito recibido inicialmente por mostrar chicha, sino que luego hay que quejarse y victimizarse para seguir obteniendo nuevas dosis de atención y casito.

Esta adicción a la atención es algo que hoy ataca a la sociedad desde varios frentes y que la izquierda y el feminismo estÔn sabiendo explotar con maestría, ofreciendo a los adictos una vía de escape para liberarse de la autocrítica y seguir alimentando su ego.

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