«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
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Abogado franco-argentino, director del Instituto Superior de Sociología, Economía y Política (ISSEP) en Madrid
Abogado franco-argentino, director del Instituto Superior de Sociología, Economía y Política (ISSEP) en Madrid

Argentina, libertad o muerte

18 de noviembre de 2023

Son horas decisivas. No se trata de preferir el carisma o los modales de un candidato frente al otro. Tampoco queda tiempo para discutir si la elocución de uno es mejor que la del otro o si su apariencia satisface mejor nuestras miradas mundanas. No son épocas para frivolidades.

El próximo domingo lo que está en juego en la elección presidencial argentina son dos cosmovisiones diametralmente opuestas. Dos futuros totalmente distintos. Dos modelos de país irreconciliables entre los cuales hay que elegir: socialismo, desolación y muerte o libertad para comenzar a recuperar a la Argentina.

La hora es grave. El futuro nos pertenece, pero podemos dejarnos robar el futuro. O la Argentina endereza el rumbo o nos convertiremos, como bien lo dijo Javier Milei, en la villa miseria, a cielo abierto, más grande del mundo. Nunca antes en los últimos 40 años una elección presidencial había dejado tan en claro los dos modelos en pugna.

Massa es una veleta política, sin estructura intelectual, ni moral, el mejor de los oportunistas politiqueros argentinos que lleva décadas mamando la teta del Estado. Encarna en su vida aquel refrán que dice: miente, miente que algo quedará. Representa la continuidad del modelo kirchnerista, auspiciado con los fondos espurios del Foro de Sao Paolo y del Grupo de Puebla a quien ha jurado pleitesía. Elegir a Massa es elegir que los corruptos de la casta kirchnerista sigan saqueando lo que queda del Estado, sigan vendiendo a China o al mejor postor los recursos naturales de nuestra Argentina y que se sigan enriqueciendo ellos mientras se dispara la miseria, desaparece la clase media y la única puerta de salida que queda para la juventud argentina es la del aeropuerto de Ezeiza.

Elegir a Massa es elegir el aislamiento internacional de la Argentina, el abandono del trato con las naciones libres para abrazar a todos los tiranuelos, regímenes dictatoriales y, cuando no, naciones terroristas.

Massa es la figurita repetida de la historia reciente argentina, responsable directo de haber roto la economía del país, de haber disparado la mayor inflación de los últimos años y de los males cotidianos (falta de insumos, inseguridad) que atentan contra la salud y la vida de los argentinos. Massa es la Agenda 2030 de la ONU, y, de ser elegido presidente, transformará a la Argentina en la Argenzuela.

Enfrente lo tenemos a Javier Milei. En octubre del 2021, Javier firmó con Victoria Villarruel la Carta de Madrid, impulsada por la Fundación Disenso, en defensa de la libertad y la democracia en la Iberosfera. Ese es su programa: libertad y democracia. Tiene coraje y le sobra entusiasmo. Por amor a la Patria, se ha metido en las cloacas de la política y ha donado cada mes, de manera generosa, su sueldo de diputado, demostrando con actos y no sólo con palabras que lo único que le importa es que la Argentina vuelva a ser lo que fue. De manera lapidaria, salvo algunas honrosas excepciones, la clase mediática lo tilda de loco y de extremista. Es novedoso también en la Argentina tanto ensañamiento y tantos golpes violentos y bajos contra un candidato presidencial. Tienen miedo de perder las generosas subvenciones de la casta. Insisten que Javier no tiene partido, no tiene financiación, ni tampoco experiencia política. ¿Qué importa? ¿Acaso David tenía experiencia en el arte de la guerra antes de enfrentarlo a Goliat? David, era un pastor. No llevaba armas con él. Tampoco tenía ejércitos. No le impidió eso vencer, con una honda, a Goliat y convertirse en un gran rey luego. Las fuerzas del cielo pueden más que las chicanas humanas. De ser elegido, Javier será un gran presidente que llevará a cabo las reformas estructurales necesarias y urgentes para recuperar la Argentina.

Esas son las dos opciones. Radicales, brutales y, me temo, definitivas. No habrá muchas otras oportunidades para quitarle el poder a los corruptos de la casta.

Cada argentino será responsable el domingo del destino que le deje a sus hijos y a sus nietos. Cada argentino tiene el deber de no resignarse a vivir en un estado mafioso. Cada argentino debe luchar para recuperar la esperanza de un país mejor en el que sus hijos puedan quedarse para vivir, con dignidad, de su trabajo. Para que los corruptos terminen tras las rejas de una prisión y que los hombres libres no le tengan miedo al porvenir. Para que los libres del mundo puedan responder de vuelta, ¡al gran pueblo argentino salud!

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