El martes 21 de mayo de 2019, al finalizar la sesión constitutiva de las Cortes Generales, al pasar al lado del escaño de Pedro SÔnchez, después de votar, Oriol Junqueras, diputado electo en prisión preventiva, apretó la mano de quien esta misma semana, con la comodidad que suele ofrecerle una entrevista en La Sexta, anunció la transformación del delito de sedición en uno de desórdenes públicos agravados. Según quienes fueron testigos de la breve conversación mantenida mientras las manos se estrechaban, el golpista dijo a SÔnchez, «tenemos que hablar», a lo que el exconsejero de la Asamblea General de Caja Madrid respondió: «No te preocupes». Apenas dos años y medio después, tras su paso por la cÔrcel y su extracción mediante un indulto, Junqueras ve despejado su futuro como candidato a la Generalidad. Cinco años después de que se produjera el golpe de Estado, que la pluma judicial convirtió en «ensoñación», las condiciones para que este se vuelva a dar estÔn dadas.
Antes de que las calles vuelvan a ser escenario de nuevos desórdenes, los secesionistas aumentarĆ”n la presión sobre el embuste que habita en La Moncloa, solicitando una consulta que, de celebrarse, supondrĆa el reconocimiento de la soberanĆa de CataluƱa, cuestión esta, que muchos, con su entendimiento nublado por el fundamentalismo democrĆ”tico, no acaban de entender.
Mientras los lazos que unen al PSOE y a ERC se estrechan aĆŗn mĆ”s, relegando al huido Puigdemont y garantizando una peculiar estabilidad, el aparato propagandĆstico socialista ha justificado su giro legislativo apelando a argumentos muy caros para los piadosos y sectarios oĆdos de su fiel electorado. Con esta decisión, EspaƱa se europeizarĆa, dejando atrĆ”s una antigualla legal decimonónica. Sesudos analistas, conocedores de su clientela, han aconsejado precipitar los acontecimientos en la confianza de que la amnesia y el sectarismo hagan su trabajo y afecten lo mĆnimo al partido de SĆ”nchez en las próximas elecciones municipales y autonómicas. Ante los posibles daƱos que esta decisión pueda causarles en sus regiones, algunos barones han llorado por las esquinas. Enjugadas las lĆ”grimas, nada harĆ”n contra lo dispuesto por SĆ”nchez, sabedores de lo poco fotogĆ©nico que resulta el movimiento en Ferraz.
Prietas las filas, con la acorazada de palmeros habituales ya movilizada en las televisiones amigas, el PSOE, que presume de tener casi siglo y medio de historia, transmitirĆ” a los suyos la idea de que con esta decisión nos acercamos a la tan ansiada armonización legislativa con Europa, desactivando un delito que tenĆa ya Ā”doscientos aƱos!, los mismos que tiene la prerrogativa del indulto con que el presidente agració, repare el lector en este tĆ©rmino, a los Junqueras y compaƱĆa. De otras armonizaciones, como la de prohibir, tal y como ocurre en muchos lugares de la sublime Europa, la existencia de partidos programĆ”ticamente secesionistas, no parece que quieran tratar las huestes sanchistas, acostumbradas, como estĆ”n, a las discordancias de un doctor al que han ligado su futuro, al precio de mercadear con la nación espaƱola.