«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
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Madrileña, licenciada en Derecho por la UCM. En la batalla cultural. Española por la gracia de Dios.
Madrileña, licenciada en Derecho por la UCM. En la batalla cultural. Española por la gracia de Dios.

Arrojar la cara importa

27 de febrero de 2022

Emy Lyon, cuya azarosa vida le llevó de un prostíbulo de baja estofa a ser nombrada Lady (Hamilton) y recibir la Cruz de Malta de manos del zar Pablo I, fue pintada de forma reiterada por Romey que, como tantos otros, quedó hechizado por ella hasta su perdición. Emy era muy guapa y es de suponer que su enamorado le hizo maravillosos cuadros que ensalzaron su belleza. Sin embargo, cuentan que cuando vio el retrato que de ella hizo la francesa Vigée Lebrun -me temo que había poca sororidad en esos tiempos-, con traje de bacante, los cabellos esparcidos sobre la espalda, acostada lánguidamente a orillas del mar y con una copa entre sus manos, la ya Lady Hamilton encamada con Nelson hasta los restos -de él-, exclamó: “¿Es que yo soy así?”.

La vieja Europa se ha caído del guindo. En una noche, muchos han descubierto que estábamos haciendo el panoli con una quinceañera que nos anunciaba con el ceño fruncido y el rostro desencajado el apocalipsis climático

Las bofetadas de realidad son las más dolorosas. Además, la realidad administrada en monodosis no tiene remedio. Enfrentar lo que uno es sin consideración alguna por parte del cruel donante de la medicina es una de las experiencias más desagradables que existe. Es como el cincuentón que estrena sus gafas para la presbicia frente a un espejo. 

Así se ha visto Europa esta semana a propósito de la invasión de Rusia sobre Ucrania en el retrato: frívola, inane, tumbada en la orilla del mar con una copa en las manos y sin un atisbo de la belleza y agilidad que presuponía de sí misma. 

La vieja Europa se ha caído del guindo. En una noche, muchos han descubierto que estábamos haciendo el panoli con una quinceañera que nos anunciaba con el ceño fruncido y el rostro desencajado el apocalipsis climático. Pero lo peor no es eso, lo más preocupante es que la mitad de los europeos todavía no se han enterado. Benditos sean los que han percibido la bofetada, porque muchos necesitarán una paliza para dejar de hacer el canelo.

La Europa del todos, todas y todes, entretenida en mirarse los bajos y decidir a voluntad si tiene pene o vagina, ahora se da cuenta de que no tiene quién le defienda. No hemos reparado en la inmensa fortuna, pocas veces vivida desde que el mundo es mundo, que supone vivir dos generaciones sin una sola guerra, ni siquiera una posguerra. Este hecho inaudito nos ha llevado a pensar que esto es lo normal, que el hombre ha cambiado, que el mal no existe y que la crueldad, si acaso, reside lejos de nuestras casas. 

Si el presidente del Gobierno de España llegó a decir que el Ministerio de Defensa era innecesario y fue elegido por una mayoría de los españoles, ¿qué pretendemos? ¿Qué nos espera? Sólo cabe esperar que nos caiga una somanta de palos por parte de los espabilados -que sigue habiéndolos-, mientras lloramos en una esquina noqueados por nuestra supuesta mala suerte.

Sobrecoge el corazón ver a los hombres ucranianos despedir a sus familias para quedarse a luchar por lo que es suyo (…). Admirable patriarcado

Decimos que nuestros políticos están fuera de la realidad y acertamos, pero cuántos de nosotros estaríamos dispuestos a defender nuestras casas, nuestras familias y nuestra tierra a sangre y fuego si es necesario. Ojalá jamás nos encontremos en un momento así, pero debemos entender que son situaciones que uno no elige, sino que lo elige otro por ti. El mundo es cruel e injusto, y, como dicen ahora, da igual cuándo leas esto. 

Sobrecoge el corazón ver a los hombres ucranianos despedir a sus familias para quedarse a luchar por lo que es suyo, mientras encaminan a sus mujeres e hijos hacia la frontera para ponerlos a salvo. Admirable patriarcado; generoso patriarcado; sacrificado patriarcado; bendito patriarcado. 

Mientras tanto, el europeo medio se pregunta cómo puede suceder algo tan terrible en el año 2022. Como si la humanidad fuera diferente; como si el mal hubiera dejado de existir; como si la guerra no fuera consustancial al hombre. En qué burbuja nos hemos metido para vernos tan desarmados e indefensos, tan frívolos, tan bobos. Si nos asusta nuestro retrato, si nos hemos hecho la pregunta de Lady Hamilton -¿es que yo soy así?- sólo cabe recordar aquello de Quevedo: “Arrojar la cara importa, que el espejo no hay por qué”.

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