«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Benzema ensaya un O Sole Mio colosal

6 de marzo de 2017

Salta la noticia. Un ciudadano japonés muerto, aplastado por seis toneladas de revistas porno. Luego que si no se compra prensa en papel… Pero no abuse, hombre. Todos sabemos la cantidad de porquería que se puede acumular en una mudanza. De vez en cuando está muy bien eso de liberar espacio, sea donde sea. La periodista Yaiza Santos decía, acertadísima como siempre, “esta semana mi teléfono y mi ordenador necesitan liberar espacio. Pues así mi cerebro”. Más de uno se quitó un peso de encima en esta jornada liguera. Liberaciones varias. De espacio y de mente. En el Real Madrid hubo rotaciones o cambios en la alineación. Llámalo X. Hasta hubo rotaciones declarando en la zona mixta (¡un sándwich mixto, cocina!). Marcelo respiró al ser liberado de tener que soltar la habitual cansina letanía postpartido cuando Ramos le dijo que salía él. Sergio salió para dar un palito a los de la prensa. Pusieron en su boca que Ronaldo no tenía que defender porque marca 60 goles. Lo de toda la vida, una charla privada de vestuario que sale a la luz. Vaya novedad. Pensará el de Camas que los periodistas están dentro de cada taquilla, como Pilar Urbano, que veía al juez Garzón quitándose los calcetines. La que ha armado por una charla. Para mí fue peor ver a Juande Ramos cortándose las uñas en el banquillo del Madrid.

 Después de Marcelo, se notaron peso pluma Zidane y Luis Enrique. Más oxigenados que tras una sesión en el Thai Spa de Alicante. Zidane volvió de Éibar como nuevo. No es para menos. Llegas al encuentro cuestionado. Con bajas importantes. Con apocalípticos relatos de fantasmas. Tú ya imaginas infinitos rayos y truenos.  Metes tres goles en media hora. Es el Real Madrid. El espectáculo Benzema, participativo, asistiendo y goleando. Y, Asensio, que había desaparecido sin lesión o sanción conocida, volviendo por la puerta grande. La maravillosa sensación que desprende este Real Madrid es que cada balón que coge termina casi siempre en gol. El Madrid vuelve a lo de ayer, como Unamuno y Fray Luis. Por su parte, Luis Enrique admitió que se había quitado un peso de encima al anunciar que no seguiría la próxima temporada en Can Barça. Tal Capri c’est fini, la canción de Hervé Vilard. Parecía hasta más joven el sábado. Despedirse del trabajo es el nuevo Shangri-La. Ojalá Luis Enrique en la próxima campaña del Calendario Pirelli, fotografiado por Peter Lindbergh y diciendo aquello de la Kidman: “My name is Luis Enrique, perfection doesn’t interest me”. El asturiano no escuchó a Deschamps cuando dijo “hay que sentir adrenalina, no presión o estrés”. Hemos estado a dos telediarios y dos preguntas más de Susana Guasch en Champions para ver a Luis Enrique como Fernando Arrabal gritando “¡el milenarismo va a llegar!” de pie sobre la silla. Cada rueda de prensa era más drama. Los conflictos le crecían como hongos en los baños de una piscina. Eso sí, notamos grandes lagunas de pancarteo cariñoso pro Lucho, pero…Mira, tampoco se han librado de las almohadillas y pitos los más grandes toreros. Sólo es cuestión de no tener la piel tan fina. ¡Pero si hasta a Puccini le pitaron Madama Butterfly! 

 Acojámonos al modo zen Rajoyiano, “todo lo que no moleste y sea tal está bien”. Pues, dicho y tal. Ya estoy en Nápoles. Después de un plato al cartoccio en la plaza Bellini me sentaré al pie del Castel Sant’Elmo. ¡O sole mio…!

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