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Enrique García-Máiquez (Murcia, pero Puerto de Santa María, 1969). Poeta, columnista y ensayista. Sus últimos libros son 'Verbigracia', (2022) poesía completa hasta la fecha; y 'Gracia de Cristo' (2023), un ensayo sobre el sentido del humor de Jesús en los Evangelios
Enrique García-Máiquez (Murcia, pero Puerto de Santa María, 1969). Poeta, columnista y ensayista. Sus últimos libros son 'Verbigracia', (2022) poesía completa hasta la fecha; y 'Gracia de Cristo' (2023), un ensayo sobre el sentido del humor de Jesús en los Evangelios

Boadella por tres y una coda

15 de noviembre de 2021

Una extraña paradoja: llamarse «canalla» a uno mismo puede ser el máximo exponente de la nobleza de espíritu. Se lo espetó, estremeciéndonos, Albert Boadella en su diálogo con Jorge Soley en el 23 Congreso de Católicos y Vida Pública que se ha celebrado este fin de semana en el CEU, en Madrid. Había gastado bromas muy hirientes contra la Guardia Civil en La Torna, una obra de teatro de 1974. Cuando al ir a firmar al cuartelillo por los consiguientes problemas legales, vio a los niños de los guardias y a los guardias que vivían ya marginados en Cataluña. Se dio cuenta de que se había puesto del lado de los victimarios y contra las víctimas. Se arrepintió profundamente y, entonces, se llamó «canalla», como un caballero.

Lo que me trajo inmediatamente a la memoria un poema de Aquilino Duque en el que también se lo llama a cuenta de un recuerdo malo, con un inmenso señorío moral.

* * *

Jorge Soley preguntó a Boadella por los trascendentales —verdad, bondad y belleza— y la trascendencia. Boadella es partidario. Es muy raro, expuso, que un artista auténtico pueda ser rematadamente ateo porque su trabajo consiste en asistir al milagro, en atisbar el misterio. Dios aparece o desaparece o se asoma a la vuelta de cada esquina creativa. De hecho, Boadella a lo más que llega es a decir que él recrea. La creación, contra el tópico de la novedad y la vanidad del artisteo, no está al alcance del hombre, que siempre pende de los grandes maestros y, sobre todo, del más allá.

Lo que me trajo inmediatamente a la memoria al poeta brasileño Mario Quintana que advirtió que «los poetas son los únicos que no pueden hablar contra los absurdos de la religión. Incluso aquellos que se juzgan materialistas deben sentirse ingenuamente aludidos: la poesía es un síntoma de lo sobrenatural». Y por si en prosa no había quedado suficientemente claro, también lo dijo en verso: «En este mundo de prodigios/ y de la magia de Dios lleno/ lo más sobrenatural que existe/ son los ateos».

***

Como cuando uno se embarca con la trascendencia no se sabe dónde puede acabar, Albert Boadella habló de su amor al rito. Su experiencia infantil como monaguillo resultó esencial para descubrir su vocación teatral. Jorge Soley apuntó entonces, muy ágil, que, en efecto, John Senior sostiene que toda la cultura occidental emana de la Misa. Boadella asintió. Para lamentar a renglón seguido la pérdida del rito tradicional y del latín. También del incienso. Incluso con «la fe por los suelos» [sic, no dijo jamás «perdida»] acudía a la celebración de cuando en cuando. Cuando el Concilio Vaticano II dejó perder los ritos ancestrales, Boadella perdió el interés por completo.

Lo que me trajo a la memoria melancólicamente el sufrimiento por la misma razón del gran escritor inglés Evelyn Waugh, que no perdió la fe, pero sí acabó con el ánimo por los suelos.

Alguien debería recoger —cuando todavía están felizmente en activo— los testimonios de la generación que sintió la pérdida de la misa tradicional que había vivido en su infancia. Quedaría un libro fascinante (y útil). Pero ni la misa tradicional ni el latín se han perdido (y Boadella confesó que seguía esa cuestión con vivo interés). Y el rito guarda todavía (como demostró el coro de la misa de clausura del mismo congreso) grandes tesoros de belleza.

*** 

¿No habló Boadella de cosas más actuales como la cultura de la cancelación, los tabúes multiplicados al tuntún de lo políticamente correcto y los estragos autoinfligidos de la autocensura timorata? Habló, incluso del Gobierno. Pero todos ustedes deducen lo que dijo, estando como están las cosas. En cambio, los atisbos que les he contado fueron mucho más profundos y desmoronan la base del edificio de lo woke.

Lo que me trae gozosamente a la memoria estos dos versos programáticos de Álvaro García: «Deja la actualidad, que se hace sola;/ y ve al presente, que te necesita».

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