«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
Ilicitana. Columnista en La gaceta de la Iberosfera y El País de Uruguay. Reseñas y entrevistas en Libro sobre libro. Artículos en La Iberia. Autora del libro 'Whiskas, Satisfyer y Lexatin' de Ediciones Monóculo.
Ilicitana. Columnista en La gaceta de la Iberosfera y El País de Uruguay. Reseñas y entrevistas en Libro sobre libro. Artículos en La Iberia. Autora del libro 'Whiskas, Satisfyer y Lexatin' de Ediciones Monóculo.

Bono y sus amigos

17 de enero de 2023

Dicen los expertos y periodistas de investigación versados en extremaderecha que el éxito de ciertas ideas «intolerables» tiene mucho que ver con su atractiva presentación al público. En Italia y Francia saben mucho de esto. Las tiendas patrióticas de allende los Pirineos ya no venden banderas o souvenirs relacionados con un pasado histórico más o menos glorioso. Ahora colocan camisetas con frases de Michel Audiard o Georges Bernanos. Éste últimoescritor, motero y católico que intentaba no hacerse trampas al solitario, sabía de lo difícil que era cabalgar el tigre de la modernidad. 

Lo de Audiard es diferente. El cineasta representa esa desvergüenza o casticismo de capital europea, si puede decirse así, casi desaparecido por causa de la gentrificación. Sus películas, y él mismo, nos han regalado frases míticas. Por ejemplo, la extraída de Gángsters a la fuerza (Les tontons flingueurs, 1963): «Los gilipollas se atreven con todo, es precisamente eso lo que les identifica» (la traducción es propia). 

Todos hemos mordido alguna vez más de lo que podíamos tragar, pero algunos han transformado esa actitud en deporte de competición. Entre caña, vermú y temazo de los Pixies, se meten a filósofo, politólogo, teólogo, «castizólogo», Disc Jockey y, si se tercia, también a profesor de Derecho Constitucional (total, quien puede lo más, puede lo menos). Estamos ante auténticos hombres del Renacimiento. Tenemos suerte de poder disfrutar de lecciones sobre marxismo, liberalismo y doctrina de la Iglesia de los genios de la moderación. Si tiene usted algún problema con la democracia liberal y los encuentra, quizá pueda contratarlos. 

Suelen ser adeptos de la escuela filosófica bonista, cuyo iniciador es Bono, el cantante de U2. Ha llovido desde que MC Randy y DJ Jonco faltaban a los seguidores del grupo irlandés. Por aquel entonces, Paul David Hewson, que es como se llama la criatura, se limitaba a hacer lo que sabía, cantar, y no se daba al postureo humanitario o al gaznapirismo europeo. Bono, como el cocinero José Andrés, es una «síntesis» (otra idea audiardiana), pero les dejo a ustedes el cuidado de decidir de qué. La consistencia mi-cuit del pensamiento bonista es bocatto di cardinale para el moderado pata negra.

Así, si les ha sorprendido alguna reacción política o periodística sobre las propuestas provida lanzadas desde la vicepresidencia de Castilla y León, puede que hallen su explicación en el bonismo. En ese catolicismo a medida, de Personal Jesus. A medio camino entre una pizquita luterano y postal de Unicef.

La tibieza es calidad fundamental para el hombre público. Si usted interpreta que ciertas actitudes del PP con respecto de la defensa del derecho a la vida o las leyes memoriales, por ejemplo, son insuficientes, poco claras o directamente decepcionantes, no se queje. Eso es marxista según las luminarias de la moderación. 

Es mejor dejarse laminar por el PSOE y sus socios. Fuera del marco mental progresista hace mucho frío y en mayo hay elecciones.

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