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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Camino de la decepción (I)

3 de octubre de 2013

Estamos ya en el ecuador de la legislatura. En agosto de 2015 ésta habrá acabado de hecho para preparar las elecciones generales. En el ámbito de la Defensa, el programa de medidas que proponía el partido de centro reformista –que es el PP– y que ganó las elecciones del año 2011 con una mayoría absoluta abrumadora, ¿se habrá cumplido?

 

Veamos, por ejemplo, la medida nº 3: “Revisaremos la Ley de la Carrera Militar…”. En el Parlamento se creó una subcomisión de trabajo para realizar dicha revisión. Nos llama la atención que, al parecer, ese trabajo se lleva a cabo en secreto y nos preguntamos, ¿por qué? Sin duda, el factor humano en Defensa es primordial. Debe anteponerse a cualquier otro. Y la legislación en vigor respecto del personal militar ha sido nefasta en los últimos años, gracias a un personaje que, a Dios gracias, ya no está en el ministerio.

 

Volviendo a la subcomisión que va a revisar la ley, nos tememos que se quede muy corta respecto de la aspiraciones de los militares más aptos y mejor preparados de nuestros Ejércitos. Tras la integración inaudita de las Escalas, el mal ya está hecho y resulta prácticamente irreversible. ¿Qué se ha conseguido con ello? Una desmoralización brutal de quienes deseaban ser los mejores.

 

La ley establece que sea el aspirante de más alta preparación para estudiar la carrera de la Armas quien tenga que estudiar dos carreras simultáneamente para alcanzar el empleo de Oficial. Esto no sucede en ninguna otra carrera en el ámbito universitario. Pero, como puede haber excesivas bajas durante ese recorrido, al parecer se está pensando que cualquier licenciado en una carrera civil pueda, en un breve plazo, obtener el mismo título de Oficial para cubrir esas bajas. Volvemos, por tanto, a poner en práctica la milicia universitaria, sólo que con una mayor amplitud de estudio y permanencia en las FAS. Y, por otro lado, se ha suprimido en la práctica la promoción interna a los suboficiales. ¡Todo un éxito democrático!

 

Si, por el contrario, el número de Oficiales que salgan de las Academias Militares (me resulta estúpida y cursi la denominación de Universidades de Defensa) es superior al necesario, la solución es bien sencilla: se establecen cupos de militares para ocupar vacantes en la Administración civil del Estado. Esto es viejo. Ya se hizo en 1952 y 1953, cuando tras la Guerra Civil y la Segunda Guerra Mundial, el número de Oficiales –sobre todo en el Ejército de Tierra– superaba con mucho a los necesarios y pasaron a la Administración civil más de 2.000 de ellos.

 

Lo que está clarísimo hoy es que esta ley, si no se corrige en profundidad, ha degradado lo militar, la carrera militar, especialmente la que exige una intensa y mejor preparación para quienes deban ocupar los puestos de mayor responsabilidad en el ámbito de los Ejércitos y la Defensa.

 

Algo parecido ocurre con otras dos Leyes que afectan al militar. Me refiero a la Ley de Derechos y Deberes de los Militares y el proyecto de Ley sobre el nuevo Régimen Disciplinario de las FAS. Si la primera fue consensuada entre el partido de centro reformista y el PSOE para su aprobación cuando gobernaba este último, está claro que quien la preparó y elaboró tenía la misma idea que yo pueda tener acerca de la técnica cuántica. Es una ley que tendría que ser, también, revisada desde el primero al último de sus artículos. Y en relación con la de Régimen Disciplinario, si el partido de centro reformista va a asumir la progresía de toda la izquierda española, sería mejor que los diputados de estos grupos fueran los que se encargaran de mantener la disciplina en los cuarteles de unidades especiales militares, como en la Legión, Operaciones Especiales, Paracaidistas, etc. De esa forma aprenderían, de verdad, a no hablar y perorar tanto de lo que no tienen ni idea. Y, por cierto, ¿qué es eso del arresto con pago en metálico sin que lo imponga un procedimiento judicial?

 

Resulta inaudito que, a estas alturas del siglo XXI, estos catedráticos legislativos se atrevan a imponer sus criterios ideológicos por encima de los planteamientos objetivos de una Institución básica y esencial del Estado, con unas peculiaridades específicas desconocidas para ellos. Y así, mientras tal o cual ministro se reúne con los llamados agentes sociales para darles toda clase de explicaciones sobre éste o aquél proyecto de ley, cuando un proyecto que afecta a los militares, a su razón de ser, a sus intereses personales y profesionales, entra para su estudio en el Parlamento, ya no hay más consultas ni petición de explicaciones, en general, a quienes más saben y conocen por dentro la Institución Militar, a quienes podrían mejorar y perfeccionar la ley en cuestión, a quienes con objetividad y lealtad podrían asesorar a los de la der… (no, derecha no hay) del centro reformista, a todos los de izquierdas e, incluso, a los separatistas.

 

Le queda poco tiempo al ministro de Defensa para hacer todo lo que tenía que hacer en beneficio del personal militar; para, sobre todo, elevar su ánimo y su moral, sin que ello supusiera gasto alguno. Dejándose asesorar, claro, por quienes pueden y saben hacerlo. E imponiendo el criterio objetivo frente a la subjetividad ideológica. Sin miedos ni complejos.

 

*Enrique Domínguez Martínez Campos es Coronel de Infantería DEM (R)

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