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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

El castillo de naipes socialista

10 de junio de 2014

Ha sido anunciar Alfredo Pérez Rubalcaba su renuncia a la Secretaría General del PSOE y desmoronarse el organigrama regional socialista como un castillo de naipes.

Tras la sangría de votos en las elecciones europeas y la salida programada de Rubalcaba, los líderes socialistas del País Vasco y Navarra, Patxi López y Roberto Jiménez, anunciaban su decisión de convocar sendos congresos regionales para elegir a sus sustitutos. Días después, más de la mitad de la Comisión ejecutiva del partido en Castilla y León presentaba su dimisión.

Entonces apuntaba que, si sólo de los malos resultados del 25M se tratara, Tomás Gómez y Pere Navarro deberían haber seguido la senda del relevo. El madrileño aún no se ha decidido, pero el catalán acaba de causar baja al frente del divido PSC. Eso después de que la única triunfadora en las urnas europeas, la presidenta andaluza, Susana Díaz, se cayera de la carrera por la sucesión de Rubalcaba al frente del partido.

Los únicos que han dado un paso al frente para asumir la hercúlea tarea de reconstruir el PSOE han sido Eduardo Madina, Pedro Sánchez y el joven Alberto Sotillos. Porque la que viniera de Miami después de una temporada sabática aclamada por los electores como favorita la Secretaría General, se ha puesto de perfil. Carmen Chacón se reservaba para las primarias del otoño socialista, dispuesta a dar la batalla por la Presidencia del Gobierno de España. Sin embargo, la marcha de Pere Navarro puede abrir nuevos horizontes a la ex ministra de Defensa, menos ambicioso, pero más a mano.

 

La decisión de Chacón servirá para tomar el pulso al partido y medir hasta dónde llega la ruina de un PSOE que no ha dejado de sangrar por la herida infligida por José Luis Rodríguez Zapatero. Desde entonces hasta ahora, más de tres millones de votantes han abandonado a los Ferraz. Y de las urnas a los cargos orgánicos, por el desagüe se van electores y líderes. Los primeros buscan la cañería de la izquierda, hacia IU y Podemos; los segundos quieren contribuir a un «cambio profundo», pero desde la fila de los mancos. La vanguardia viene por la izquierda, más republicana y más federalista que lo queda atrás. Y es posible que, a la vista de la tendencia de voto, vuelvan por ese camino a hacer del PSOE el partido de Gobierno y de Estado que fue. Claro que será de otro Estado, republicano y federal, y no del monárquico y autonómico que reconocemos porque así no lo dimos al aprobar la Constitución en 1978.

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