«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

‘Cervantes, expulsado de Cataluña’

31 de julio de 2015

Los niños catalanes no tendrán ni el más mínimo anexo en español en sus libros de texto a partir del próximo curso, pero sí en inglés y en francés, porque para los nacionalistas y separatistas catalanes el español es la lengua del invasor. Por eso acaban de expulsar a la lengua de Cervantes de los libros y las escuelas catalanas, aunque eso suponga la mutilación cultural de los inocentes: los niños catalanes, a los que el gobierno de su tierra les acaba de robar, definitivamente, la posibilidad de aprender, como se aprende a caminar, sin guardar memoria del esfuerzo, una herramienta de comunicación universal como es el español, la lengua que hermana a 500 millones de personas en todo el mundo.

León Felipe podría reescribir su conmovedor poema sobre el Hidalgo Manchego derrotado porque, a partir del curso 2015-2016, la ventura de la lengua de Cervantes quedará, con un pie ya en el estribo, en la playa de Barcino, frente al mar, con la armadura del castellano ociosa y abollada en la grupa del rucio de Don Quijote para abandonar a los niños catalanes porque en un lugar de Barcelona, de cuyo nombre sí quiero acordarme, la Generalitat, se ha decidido condenar al ostracismo a la lengua del escritor que más grandes, universales y justos elogios hizo de Barcelona y de los catalanes.

El más grande escritor que vieran los siglos, Miguel de Cervantes, dice en el antepenúltimo capítulo del Quijote: «… y así me pasó de claro a Barcelona, archivo de la cortesía, albergue de los extranjeros, hospital de los pobres, patria de los valientes, venganza de los ofendidos y correspondencia grata de firmes amistades, y en sitio y belleza única». Y en su novela Los trabajos de Persiles y Segismunda, el Manco de Lepanto habla así de los catalanes: «Los corteses catalanes, gente enojada terrible, y pacífica y suave; gente que con facilidad dan la vida por la honra y por defenderlas entrambas se adelantan a sí mismos, que es como adelantarse a todas las naciones del mundo». Así veía a Barcelona y a los catalanes don Miguel de Cervantes. Y así se lo agradecen los separatistas, expulsando su idioma de las mochilas escolares de los niños catalanes… «Y ahora ociosa y abollada va en el rucio la armadura/y va ocioso el caballero, sin peto y sin espaldar/va cargado de amargura/que allá encontró sepultura/su amoroso batallar/Va cargado de amargura/que allá quedó su ventura/en la playa de Barcino, frente al mar».   

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