Los niños catalanes no tendrán ni el más mínimo anexo en español en sus libros de texto a partir del próximo curso, pero sí en inglés y en francés, porque para los nacionalistas y separatistas catalanes el español es la lengua del invasor. Por eso acaban de expulsar a la lengua de Cervantes de los libros y las escuelas catalanas, aunque eso suponga la mutilación cultural de los inocentes: los niños catalanes, a los que el gobierno de su tierra les acaba de robar, definitivamente, la posibilidad de aprender, como se aprende a caminar, sin guardar memoria del esfuerzo, una herramienta de comunicación universal como es el español, la lengua que hermana a 500 millones de personas en todo el mundo.
León Felipe podría reescribir su conmovedor poema sobre el Hidalgo Manchego derrotado porque, a partir del curso 2015-2016, la ventura de la lengua de Cervantes quedará, con un pie ya en el estribo, en la playa de Barcino, frente al mar, con la armadura del castellano ociosa y abollada en la grupa del rucio de Don Quijote para abandonar a los niños catalanes porque en un lugar de Barcelona, de cuyo nombre sí quiero acordarme, la Generalitat, se ha decidido condenar al ostracismo a la lengua del escritor que más grandes, universales y justos elogios hizo de Barcelona y de los catalanes.
El más grande escritor que vieran los siglos, Miguel de Cervantes, dice en el antepenúltimo capítulo del Quijote: «… y así me pasó de claro a Barcelona, archivo de la cortesía, albergue de los extranjeros, hospital de los pobres, patria de los valientes, venganza de los ofendidos y correspondencia grata de firmes amistades, y en sitio y belleza única». Y en su novela Los trabajos de Persiles y Segismunda, el Manco de Lepanto habla así de los catalanes: «Los corteses catalanes, gente enojada terrible, y pacífica y suave; gente que con facilidad dan la vida por la honra y por defenderlas entrambas se adelantan a sí mismos, que es como adelantarse a todas las naciones del mundo». Así veía a Barcelona y a los catalanes don Miguel de Cervantes. Y así se lo agradecen los separatistas, expulsando su idioma de las mochilas escolares de los niños catalanes… «Y ahora ociosa y abollada va en el rucio la armadura/y va ocioso el caballero, sin peto y sin espaldar/va cargado de amargura/que allá encontró sepultura/su amoroso batallar/Va cargado de amargura/que allá quedó su ventura/en la playa de Barcino, frente al mar».