«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

La Clave Ortodoxa

6 de febrero de 2015

La mayoría de los comentaristas que escriben sobre la actual situación de Grecia lo hacen comentando la situación económica y política del país, cuando hay otras claves que podrían tenerse en cuenta. Desde luego que los Ministerios de Economía, Hacienda y Exteriores son piezas claves del debate europeo e imprescindibles para encontrar salidas al problema de Grecia, pero no debemos olvidar el especial papel que tiene ese país como nexo cultural entre Europa y Asia. La península griega engarza en su enclave tres culturas, la católica, la ortodoxa y la musulmana y es por lo tanto un eje donde pivotan muchas posibilidades.

Cuando se viaja en barco desde Bríndisi a Corfú enseguida nos llama la atención que las iglesias no son iguales: la Italia católica y la ortodoxia griega son vecinas puesto que comparten el mismo mar, pero no la misma cultura. Son dos mundos distintos aunque dentro un  mismo continente. Sin embargo, si desde Grecia se sube a Albania, Rumanía o Ucrania el contacto cultural ortodoxo se impone y la vecindad con los musulmanes de Turquía define el espacio que va desde los Dardanelos hasta el Jónico.

Rusia, cuya distancia es mayor, tiene sin embargo vinculaciones culturales, estéticas y religiosas mucho más fuertes que las de Italia. Si se compara a un pope griego con un monje ortodoxo ruso apenas hay diferencia. Pero sí la hay –y mucha- si se compara a un ortodoxo griego con un pastor alemán luterano. 

No es de extrañar, por eso, que los griegos se estén acercando a Rusia. Reciben de ellos el gas y tienen estrechos lazos comerciales, además de intereses geo-estratégicos derivados de la guerra de Ucrania. Putin los necesita y ellos necesitan a Putin mucho más todavía. Si dos se juntan y se necesitan eso sí puede ser “el inicio de una larga amistad” como en la escena final de Casablanca. La iglesia ortodoxa rusa ya no es lo que era en tiempos de los zares, pero ha renacido de sus ruinas. La destruida catedral de “El Salvador”  ha sido restaurada con un acierto tan cuidadoso que parece ser original. En la plaza Roja la basílica de San Basilio es ya admirada por sus cúpulas multicolores de tal forma que se hacen de ella más fotografías que de Cristiano Ronaldo después de marcar un gol en la final de la Champions.

Todos los países eslavos coinciden con Grecia en su fe ortodoxa y es improbable que los griegos se puedan entender  mejor con los luteranos alemanes o los anglicanos de la Gran Bretaña.

Los griegos han salido a la calle para apoyar a su gobierno, pero también para lograr el respeto de los otros europeos  y no aceptar más insultos y amenazas por parte de los usureros de las troikas. No quieren ser esclavizados por los intereses que someten a la Europa del Sur a los prestamistas y los bancos.

Recordemos que hubo un cantante prodigioso, “judío errante y pastor griego”, llamado George Moustaki, que entonaba una canción cantando a la libertad y decía:

                                          Mi Libertad,

                                 Muchas veces te he guardado

                                 Como si fueras una perla rara

Y aseguraba, a renglón seguido, que sería capaz de entregar por su libertad “hasta mi última camisa”. Es impresentable que un conjunto de grandes financieros pretendan limitar los derechos ciudadanos de un país arguyendo una deuda que ha sido, en buena parte, confiscada por políticos ladrones y manejada a beneficio de fuerzas internacionales sin escrúpulos que han arruinado a la Europa del Sur.

Aprendamos a defender nuestra libertad como los griegos, que son grandes maestros de la vida y no caigamos en las manos de “troikas” y de “gobiernos” vendidos al dinero. La estrategia de Alemania es un error que puede destruir el equilibrio de Europa. Y hay que tener en cuenta, además, que si los partidos políticos se conforman con el 4ºpor cien de la tarta, los banqueros nunca quieren menos del 10% del negocio pagados con la velocidad de un galgo cuando persigue a una liebre.

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