«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.
(Santander, 1968). Jefe de Opinión y Editoriales de La Gaceta de la Iberosfera. Ex director de La Gaceta de los Negocios, de la Revista Chesterton y de Medios Digitales en el Grupo Intereconomía. Ex jefe de Reportajes en La Razón. Formado en la Escuela del ABC. Colaborador de El Toro TV y de Trece Tv. Voluntario de la Orden de Malta. Socio del Atleti. Michigan es su segunda patria. Twitter: @joseafuster
(Santander, 1968). Jefe de Opinión y Editoriales de La Gaceta de la Iberosfera. Ex director de La Gaceta de los Negocios, de la Revista Chesterton y de Medios Digitales en el Grupo Intereconomía. Ex jefe de Reportajes en La Razón. Formado en la Escuela del ABC. Colaborador de El Toro TV y de Trece Tv. Voluntario de la Orden de Malta. Socio del Atleti. Michigan es su segunda patria. Twitter: @joseafuster

Un cortocircuito en un sensor

26 de noviembre de 2013

José Manuel Rebolledo, comandante del Ejército del Aire, se despertó en medio de la siesta, gritando y empapado en sudor. Su mujer llegó corriendo al dormitorio y le puso la mano en el pecho mientras trataba de tranquilizarle con palabras cariñosas y siseos dulces. “Sssssh, ya, José, ya, tranquilo, ssshhh, que te van a oír los niños”. Rebolledo se abrazó a su mujer y lloró con hipidos: “Ha sido horrible, horrible…”. Ella giró la cabeza y vio a los niños que miraban con cara de pena a su padre. “Tranquilos, hijos, que papá ha tenido una pesadilla, pero nada más”. Pablo, el mayor, preguntó: “¿Has soñado con zombis?”. Rebolledo agitó la cabeza: “No, no…”. Laura, la pequeña, hizo un puchero: “A mí me dan miedo los zombis”. Su hermano, con la autoridad que dan los nueve años, la tranquilizó: “Los zombis no existen, tonta”. “Ella se revolvió: “Tonto, tú”. El niño se quejó: “Mamá, Laura me ha llamado tonto”. La madre les acribilló con la mirada mientras sentía a su marido temblar como una hoja: “¿Queréis hacer el favor de iros, no veis que papá se encuentra mal?”.

Los niños se largaron empujándose por el pasillo y la mujer de Rebolledo relajó un tanto la fuerza del abrazo. “José, dime, ¿qué has soñado?”. El comandante cerró mucho los ojos, tragó saliva y dijo: “Estaba en pleno vuelo hacia Brasil y llamaban por radio, papa alfa, y nos comunicaban radar mike y entonces yo miraba el libro de claves y veía que Su Majestad no había superado la operación y en ese preciso instante, cuando estaba comunicando el recibido, perdimos el motor número uno, y de inmediato el dos y empezábamos a caer sobre el océano y yo trataba de levantar el avión, pero no podía, y seguíamos cayendo, sonaban todas las alarmas, y de fondo se escuchaba una voz que era la de Su Alteza Real que estaba sentado a mi derecha y gritaba: ‘¡Te ayudo, te ayudo!’, y yo respondía: ‘¡Señor, vamos a morir!’ y el océano se acercaba y parecía un muro gigantesco de granito. Yo grité y me tapé los ojos con las manos y sólo pude oír la voz de Su Alteza Real que gritaba: ‘Espero que sea una buena regente’”.

La mujer de Rebolledo abrió mucho los ojos y con la barbilla temblando miró a su marido: “¡Ay, José! Ayer soñé lo mismo”. El comandante Rebolledo se levantó, se secó las lágrimas, se puso el uniforme, bajó al garaje, se montó en su auto y salió quemando rueda. Media hora después, cuando nadie le veía, el comandante Rebolledo provocó un cortocircuito en el sensor de los flaps del ala izquierda del Airbus 310-300 de la Fuerza Aérea Española mientras musitaba: “Esto bastará”.

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