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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Cosas que vienen de China

20 de abril de 2017

Como la victoria en la frase romana, la actual recuperación de la economía mundial tiene muchos padres. La habilidad de los bancos centrales de los países desarrollados ( FED, BoJ, ECB) para llenar el mundo de liquidez ha evitado la deflación y devuelto la confianza  a llegada a la presidencia de Donald Trump con sus promesas de menos impuestos, menos regulación y más infraestructuras ha despertado los «animal spirits» de los inversores ; la vuelta del consumidor occidental a la confianza y el gasto que supera todas los riesgos políticos que le  acechan ; la disciplina fiscal y monetaria de los países emergentes que ha hecho regresar el dinero a sus economías.

Todo esto, y más, está detrás de esta primavera económica cuando ya nadie duda de que las cosas han superado la gran recesión. Hace poco más de un año , durante el otoño del2015 y el invierno de 2016, la segunda economía mundial por tamaño pasaba por malos momentos  la bolsa china caía pese a un intervencionismo extremo de las autoridades, que ponía en duda su compromiso con el mercados; los capitales salían de China, que perdió 1 billón de dólares de reservas entre junio del 2014 y enero del 2017. Muchos pensaron que lo inevitable había llegado: después de 20 años de crecimientos al 10% el nuevo motor de la economía mundial se había agotado.

Sorprendentemente hubo voces que pidieron un voto de confianza para la capacidad de los dirigentes chinos para diseñar un aterrizaje relativo y controlado de su economía  Se trataba de pasar de tasas de inversión superiores al 40% a la mitad ,de tasas de consumo del 40% al 60%, que redujesen la excesiva tasa de ahorro, que es equivalente al 75% del ahorro conjunto de EEUU más la UE -aumentando las importaciones y el consumo interno -. En definitiva, mejorando las condiciones de vida del ciudadano medio de un país con una gran economía pero con 9.000 € per cápita de renta. El riesgo era, y es, que China fuera uno más de los países que pasan de la pobreza a una renta media. Pero no consiguen llegar a más.

Pocos países lo han conseguido, Polonia y Corea del Sur los más recientes. La importancia mundial china es difícil de exagerar: la mitad del crecimiento mundial de los últimos años y el boom de las materias primas que relanzó a los emergentes desde el año 2000 se deben a su impulso. Evitar que la crisis financiera del 2008 generará una nueva recesión fuera del mundo desarrollado estuvo generada por el aumento del gasto, mucho en inversión, y financiado con un crecimiento excesivo del endeudamiento chino, que paso del 141% del PIB en 2008 al 260% en 2016.

El mundo se jugaba mucho a principios de 2016 con un fracaso macroeconómico en China,  y no ha sucedido. Con un aumento de sus importaciones del 15%, frente al 3,5% en US y cero en la UE, y con una contribución todavía del 35% al crecimiento mundial una gran parte del optimismo económico de esta primavera viene de allí. La consecución de su gran objetivo de llegar a ser una economía  avanzada con rentas per cápita por encima de los 15.000 € requiere que su crecimiento no baje del 5% antes de mediados de la próxima década, lo que requiere que el aumento anual ‘del crédito esté alrededor del 10%. Ha sido del 20% desde 2009. La apertura económica y financiera siguen centrando gran parte de la estrategia de sus gobernantes, que han abierto parcialmente su mercado de capitales y su economía.  

Pocos creen que sus estadísticas sean muy de fiar, muchos atestiguan que hacer negocios y mucho más ganar dinero en sus mercados es más que difícil, por mucho que sus gobernantes declaren su confianza en el mercado y el libre comercio. Pero los pasos son casi todos en la dirección de liberalizarse. Eso sí, en un país de partido único y la justicia sometida a ese partido. China ya sabe que el exceso de endeudamiento actual hacen inevitable una crisis financiera y bancaria, con el mayor sistema bancario del mundo que es tres veces mayor que su economía, lo que convertirá su crisis financiera en un riesgo mundial.  

Pero con tres billones de reservas y el 42% de deuda pública parece que tenga pulmón para pagarla. Sus ciudadanos ahorran tanto porque están muy lejos de tener un sistema universal de sanidad, de educación o de desempleo, sobre todo en la población rural que es todavía la mitad de 1.300 millones de personas. La tasa de envejecimiento de la población es más la de un país desarrollado que de uno emergente, debido a la política de un solo hijo, lo que le supone ya un shock económico negativo al agotarse el crecimiento de su mano de obra. Así que estos próximos diez años cuando China quiere no sólo ser grande sino prosperar, van a tener más de una seria dificultad. Pero de momento el mundo, al menos en términos económicos, no puede quejarse de las cosas que vienen de allí.

La prosperidad de un país de 1.300 millones de habitantes es obvio que nos afecta a todos. China sin una moneda totalmente convertible, sin un estado de derecho y sin democracia representa lo contrario que Occidente ha defendido los últimos 150 años. Pero su contribución a la estabilidad económica mundial ha sido clave desde la crisis asiática de  1997 y desde luego en 2008.

En términos políticos su contribución es bien distinta en su zona de influencia que en el resto del mundo. La competencia por el liderazgo asiático es claramente con Japón, gran aliado de EEUU -su competidor militar en la zona-. Obama trató de aislar a China con el tratado de libre comercio del Pacífico, pero Trump les hizo el gran favor de abandonarlo. La entrevista Xi Janping-Trump de hace unos días no ha dado titulares, ni sobre el comercio ni sobre Corea del Norte. Puede que eso sea un buen síntoma.

China es un vecino grande y que quiere serlo más en el mar a costa de sus vecinos, Filipinas o Vietnam, a los que consuelan si se dejan Japón y EEUU. Nada muy grave comparado con Rusia en Ucrania y Siria. En América Latina y África, China es un gran consumidor de materias primas, un inversor y tiene el mayor banco de desarrollo del mundo, AIIB, con menos exigencias para los países pobres que los otros bancos de desarrollo, y cuya creación supuso un buen chasco para Obama cuando todos sus aliados europeos -con UK a la cabeza- le dejaron solo en el boicot a su creación.

En la ONU no apoya las aventuras militares occidentales, es muy partidario de no tocar las fronteras, se considera un país en desarrollo lo que es. La UE y China no han llegado a mucho, en parte porque no está claro que los chinos aprecien la interlocución compartida con tantos protagonistas: europeos y nacionales. Pero no hay semana sin un ministro francés, ingles, alemán o italiano en Pekín. China tiene su sitio reconocido en el mundo, lejos del aislacionismo de los Emperadores y Mao Zedong, pero para entenderles entre otras cosas hay que tener en cuenta los grandes sufrimientos que han tenido durante los últimos dos siglos, en parte infringidos por occidentales y japoneses.

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