«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.
Periodista, insiste en que no ha hecho otra cosa en su vida, a pesar de que ha sido profesor universitario (San Pablo-CEU), empresario (del equipo fundador del Grupo Recoletos), asesor de la Conferencia Episcopal (Subcomisión de Familia y Vida), etc. Como periodista lo ha hecho todo en prensa escrita, radio y TV: director del diario Ya, creador de las tertulias políticas radiofónicas, director y presentador de Argumentos en Popular TV y de Alguien tenía que decirlo en Intereconomía TV. Partidario de la vida frente a la muerte, de la luz frente a la tiniebla, de la verdad frente a la mentira, del amor frente al odio, de la alegría frente a la tristeza, Ramón Pi es uno de los periodistas más conocidos de España. Su fama está avalada por una larga trayectoria profesional y por el ejercicio de la profesión periodística desde la coherencia. El periodista está considerado por muchos como uno de los creadores del género de las tertulias políticas radiofónicas. Actualmente desarrolla su actividad profesional en el Grupo Intereconomía.
Periodista, insiste en que no ha hecho otra cosa en su vida, a pesar de que ha sido profesor universitario (San Pablo-CEU), empresario (del equipo fundador del Grupo Recoletos), asesor de la Conferencia Episcopal (Subcomisión de Familia y Vida), etc. Como periodista lo ha hecho todo en prensa escrita, radio y TV: director del diario Ya, creador de las tertulias políticas radiofónicas, director y presentador de Argumentos en Popular TV y de Alguien tenía que decirlo en Intereconomía TV. Partidario de la vida frente a la muerte, de la luz frente a la tiniebla, de la verdad frente a la mentira, del amor frente al odio, de la alegría frente a la tristeza, Ramón Pi es uno de los periodistas más conocidos de España. Su fama está avalada por una larga trayectoria profesional y por el ejercicio de la profesión periodística desde la coherencia. El periodista está considerado por muchos como uno de los creadores del género de las tertulias políticas radiofónicas. Actualmente desarrolla su actividad profesional en el Grupo Intereconomía.

Dar la cara

3 de abril de 2014

En el comentario de urgencia que me fue solicitado nada más conocerse la primera noticia del incidente zarzuelero de la multa en plena Gran Vía madrileña de unos guindillas, hoy pomposos agentes de movilidad, a Esperanza Aguirre (que en los primeros momentos ya era presentado como si fuera un escándalo mayor que el caso Gürtel, los ERE de Andalucía o el saqueo del Palau), escribía yo que «lo más chocante de este episodio es la huida, en una mujer que ha dado siempre la cara en las situaciones más adversas».

Pues bien, aquel primer comentario ya se ha quedado más antiguo que el ri-godón, porque este animal político que es Esperanza Aguirre no ha tardado en dar la cara, como tiene por costumbre, y ha ofrecido en su página web su versión de los hechos, de la que pone por testigo a la Guardia Civil. Y en el primer punto de los seis de que consta su contundente nota sostiene que «en ningún momento he arrollado a nadie y mucho menos me he dado a la fuga». Evidentemente, esta presentación de las cosas me parece mucho más creíble, dado el personaje, que cualquier otra de las que han circulado al principio.

Pero Aguirre, en su breve nota, nos da dos datos que requieren alguna aclaración. El primero es que, terminada su operación en el cajero automático que le duró «apenas un minuto», los agentes, «sin motivo alguno, querían que siguiera allí parada cuando ya habían transcurrido 15 minutos». Esos agentes de movilidad deberían justificar tanta afición a la inmovilidad del coche que obstruía el carril bus durante tanto rato. El segundo dato es que «poco tiempo después, 7 agentes se han presentado en mi casa. Lo único que querían era una foto». ¿Una foto? Habrá que suponer que sería una fotografía de la huella que podría haber dejado en el coche de Aguirre el impacto en la moto de la policía municipal que derribó cuando decidió irse a su casa. De otro modo, eso de la foto más parece un detalle esperpéntico que otra cosa.

Como estamos en antevísperas electorales europeas, este asunto, en sí mismo un asunto menor, va a sufrir todo tipo de vueltas y revueltas en los medios, sobre todo en las llamadas redes sociales, que son el nuevo lavadero público donde tienen su asiento las más prestigiosas verduleras nacionales. Y habremos de asistir a sesudas disquisiciones entre analfabetos funcionales sobre el significado de las palabras «arrollar», «rozar» o «toque y los modismos «llevarse por delante» o «darse a la fuga». La moto en el suelo va a ser una mina en manos de los nuevos pontífices de la nada. Valdrá la pena hacer una selección de tonterías sobre todo esto para entretenerse después de las elecciones.

 

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