«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
La Gaceta de la Iberosfera
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Ilicitana. Columnista en La gaceta de la Iberosfera y El País de Uruguay. Reseñas y entrevistas en Libro sobre libro. Artículos en La Iberia. Autora del libro 'Whiskas, Satisfyer y Lexatin' de Ediciones Monóculo.
Ilicitana. Columnista en La gaceta de la Iberosfera y El País de Uruguay. Reseñas y entrevistas en Libro sobre libro. Artículos en La Iberia. Autora del libro 'Whiskas, Satisfyer y Lexatin' de Ediciones Monóculo.

Davos mon amour

23 de enero de 2024

Volvió el Foro de Davos (la convención anual de SPECTRA) y, con él, las «élites» con sus aviones privados no contaminantes —para usted las zonas «ZBE»— y sus colipoterras a dos mil quinientos euros el pase. Habrá que preguntar a algún diputado del PSOE, pero sospecho que esas tarifas darían para mucha inversión en I+D+i en las güisquerías colindantes al Paseo de la Castellana. 

Davos es deprimente hasta en el vicio. La frialdad helvética de rabizas que facturan como si trabajaran para una big four es lo que entretiene a nuestros señoritos y sus propios. De creer a la prensa internacional, también los entrecôtes cubiertos con lámina de oro comestible —para usted harina de grillo—. Este año, el resto del tiempo lo pasan yendo a simposios que tratan de cómo volver a recuperar la confianza del común —dilapidada a lo largo de cinco décadas—, de la utilización positiva de la inteligencia artificial —átense los machos— y de cómo hacer frente a los desafíos de un mundo cambiante donde ellos suelen jugar el papel de bombero pirómano.

Conviene no olvidar a davosianos como Jacinda Ardern, Justin Trudeau o Emmanuel Macron (la primera y el último Young Global Leaders), cuyo mérito ha consistido en desmontar chapuceramente el «Estado de Providencia», deshacerse de empresas estratégicas beneficiarias, laminar ciertas libertades personales y crear un clima social irrespirable basado en la violencia y la confiscación frente a la protesta. En Francia se ha acuñado el término «macronía» para referirse al entramado sociopolítico que conecta con el Gobierno y donde el nepotismo, lo estupefaciente y lo libidinoso, sobre todo en su versión homoerótica, están en el corazón del sistema: la sexocracia liberal reformista. Puro espíritu del Foro de Davos.

Klaus Schwab es la cabeza visible de una institución privada (WEF) cuya influencia parece excesiva. Su discurso nos suena. Declinado de diferentes maneras, es el mismo con el que nos machacan las meninges chiringuiteros, columnista-tertulianos y los medios para los que trabajan. Llevamos años oyendo la misma monserga: abrazamos «ideologías extremas» por culpa del pesimismo y la ansiedad que genera «lo que está por venir». Frente a esto último no caben «soluciones obsoletas» algo que, por no detallarse en el documento que presenta Schwab para la edición de este año y conociendo el percal, sólo puede referirse al repliegue que para no pocos representa la nación o todo lo que implique la preservación y la defensa de lo propio.

La nación es el «cerrojo que debe ceder a continuación». Lo dijo Edmond de Rothschild a la revista Entreprise (número 775, 18 de julio de 1970, páginas 62 a 65) hace cincuenta y tres años. No puede decirse que la cosa no vaya por buen camino. Tampoco que haya algún tipo de conspiración detrás del empeño en llevarnos a una realidad posnacional en la que, de hecho, ya estamos prácticamente. El proyecto es antiquísimo, aunque todavía queda para que Jerusalén sea la capital de un hipotético Gobierno Mundial (idea que Jacques Attali —clásico del WEF— expresó a Stéphanie Bonvicini durante una entrevista para la cadena televisiva Public Sénat). Sea como fuerepor el momento andamos en la transferencia competencial y el desmantelamiento de lo nacional.

Algunos consideran «nacionalista» o «conspiranoico» oponerse a este estado de cosas y a quienes influyen para promoverlo, como puede ser el chiringuito Económico Mundial. Son lo que toda la vida se han llamado tontos útiles. Y están entre nosotros

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