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La Gaceta de la Iberosfera
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Alfonso Ussía Muñoz-Seca. Madrid 1948 Escritor. Premios. Mariano de Cavia, González-Ruano, Jaime de Foxá y Baltasar Iban. Especial Ejército, Fundación Guardia Civil y FÍES de periodismo. 53 libros. Distinciones. Gran Cruz del Mérito Naval. Gran Cruz de la Orden del 2 de Mayo. Medalla de Oro de Madrid. Cruz de Plata de la Guardia Civil. Entre ABC, Tiempo, Época, y La Razón, más de 20.000 artículos. Pluma de Plata y Pluma de Oro.
Alfonso Ussía Muñoz-Seca. Madrid 1948 Escritor. Premios. Mariano de Cavia, González-Ruano, Jaime de Foxá y Baltasar Iban. Especial Ejército, Fundación Guardia Civil y FÍES de periodismo. 53 libros. Distinciones. Gran Cruz del Mérito Naval. Gran Cruz de la Orden del 2 de Mayo. Medalla de Oro de Madrid. Cruz de Plata de la Guardia Civil. Entre ABC, Tiempo, Época, y La Razón, más de 20.000 artículos. Pluma de Plata y Pluma de Oro.

De moda

27 de marzo de 2022

Desapareció el gran “Jockey” de Clodoaldo Cortés,  el de mi amigo Torres. Desapareció el “Club 31”, de la misma raíz, en el que me reuní todos los lunes  –con excepción de los del mes de agosto-, durante 30 años con mi amigo del alma Antonio Mingote. Desapareció el “Príncipe de Viana”, donde se comía como en una casa, porque era casa y restaurante simultáneamente. Su hermano “Zalacain”, también fundado por Jesús Oyarbide, cambio de dueño, y lo que es más grave, renunció a su estética clásica. Se mantuvo y se mantiene “Horcher”, el templo sagrado de la gastronomía de Madrid, siempre renovado y siempre igual, gracias a la tenacidad de Isa Horcher. Han nacido decenas de grandes restaurantes buenos y nuevos, pero se añora la vida de los clásicos. Lo clásico no es lo antiguo, sino lo bueno, lo que se mantiene por una calidad que no se extingue. Se ponen de moda restaurantes y se dan de baja de la moda, porque la continuidad es un secreto sólo al alcance de los grandes. Nos queda Lucio, aunque la mesa del Rey Juan Carlos haya dejado de estar ocupada.

Ahora mismo, el restaurante de moda de Madrid, en el que se disputan las reservas los clientes clásicos – los buenos-, y el famoseo efímero, es el “YolYoly’s” ubicado en el Ministerio del Trabajo. El visitante que pase por Madrid y no coma en “Yoly’s” no tiene nada que hacer en sociedad. Desde que Yolanda Díaz es, además de vicepresidente del Gobierno, ministra de Trabajo, el restaurante del Ministerio ha dado un giro espectacular. Prueba está en las facturas de sus compras para agradar a los más exigentes comensales. La última, prueba irrefutable de su éxito. Más de cuatro mil botellas de los mejores vinos de Rioja y de la Ribera del Duero. Doscientos kilogramos de langostinos frescos. Y una larga relación de viandas y licores de muy difícil superación. Si los restaurantes de los herederos de Evaristo, O, Pazo, El Pescador o Filandón, no reaccionan, el “Yoly´s” les va a soplar la nuca y comer las orejas.

Yolanda Díaz ha conseguido poner de moda su restaurante de Madrid, el “Yoly’s” del Ministerio del Trabajo, pero su decoración deja mucho que desear.

El “Yoly’s” carece de empaque en su decoración, y ahí creo que Yolanda Díaz haría bien en esmerarse. Yolanda, la gran restauradora de moda, es una mujer hecha a sí misma. Normalmente, y como se ha demostrado, las personas que se hacen a sí mismas no terminan de culminar satisfactoriamente con su labor. En plenas Cortes franquistas, hablaba en la Tribuna de Oradores un procurador que presumía de haberse hecho a sí mismo. Y se emocionaba cuando lo recordaba. Se trataba de un hombre inteligente, estudioso, con doble licenciatura universitaria, pero físicamente poco agraciado. Con una pierna más larga que la otra, la cabeza muy grande, tapón de estatura, y miope. Cuando repitió por tercera vez en menos de cinco minutos de prédica, “ y yo, que me he hecho a mí mismo”, otro procurador, Fueyo Álvarez, desde su escaño le gritó con su barítona voz tronante. -¡Pues ya podía haberse esmerado un poco más Su Señoría!-. 

Y fue invitado a abandonar el hemiciclo.

Yolanda Díaz se ha hecho a sí misma, pero carece de buen gusto. Ha conseguido poner de moda su restaurante de Madrid, el “Yoly’s” del Ministerio del Trabajo, pero su decoración deja mucho que desear. Cuando se ofrecen platos exquisitos, y los mejores vinos, hay que poner también algo de interés en la estética. Claro, que existe el esnobismo de taberna, muy madrileño. –El sitio es horrible pero se come muy bien, aunque es bastante caro-.  

Lo fundamental es que se conozca el restaurante, y el “Yoly’s” ya es famoso. Sólo falta que los académicos de Gastronomía y la Cofradía de la Buena Mesa se reúna en su recinto, Rafael Anson escriba de sus bondades culinarias, y aparezca en la Guía Repsol. Triunfo asegurado. Perdimos el “Jockey” y ganamos el “Yoly’s”.

                                       

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