«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
La Gaceta de la Iberosfera
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Barcelona 1959. Escritor y periodista. Su último libro publicado es “PSC: Historia de una traición” (Deusto, 2020). Premio Ciutat de Barcelona año 2000 en Radio y Televisión.
Barcelona 1959. Escritor y periodista. Su último libro publicado es “PSC: Historia de una traición” (Deusto, 2020). Premio Ciutat de Barcelona año 2000 en Radio y Televisión.

Democracia anómala

18 de mayo de 2022

Schiller ya dijo que los votos, en lugar de contarse, deberían pesarse. El ralo argumento de moda es que si el pueblo lo ha votado, es bueno. Qué error. Cada día vemos como los símbolos, y vale la pena recordar que el ser humano es un animal simbológico, caen hechos añicos debido a la maza del totalitarismo pseudo izquierdista. Porque, a fuerza de embates, nuestro edificio democrático empieza a verse seriamente amenazado de ruina. Moral, ideológica, económica pero, singularmente, espiritual. El ciudadano de a pie que vive en Occidente es cada día más escéptico respecto a lo tradicional, dándose la cruel paradoja de que su credulidad a la hora de tragar con las consignas emanadas desde detrás del telón son fácilmente aceptadas.

Esta dicotomía no es un oxímoron. Uno puede desconfiar de la comida casera que ha consumido desde siempre y, en cambio, aceptar la primera barbaridad que le ponga en el plato un extraño. Cosas de la propaganda y del relato. Creemos con la fe del carbonero todo lo que nos machacan a diario los medios, pero no aceptamos argumentos científicos o, simplemente, lógicos; denostamos lo nuestro, lo español, lo vernáculo, por considerarlo anticuado, paleto o, peor, facha. Todo el mundo es antitaurino, so pretexto de la protección animal, y no come carne porque lo moderno es ser vegano, pero los creyentes acéfalos de la tontería no dicen ni mú, con perdón de las vacas, cuando los musulmanes degüellan a miles de corderos en una de sus fiestas señaladas con el fin de comérselos.

Esta es una democracia anómala en la que tan solo se aceptan como verdades las cosas que dicen desde un lado

Todos insisten en la pederastia contumaz de la iglesia católica, pero ni una sola queja por el hecho de que los musulmanes puedan casarse con niñas de diez años. Los hombres somos violadores y maltratadores en potencia, pero en Afganistán es obligatorio el burka y las mujeres no tienen derecho a estudiar ni a nada que no sea obedecer a sus maridos, que las pueden apalear a gusto, como antes sus padres y hermanos varones. Reclaman más derechos para los trabajadores y despenalizan a los piquetes, pero ni en Cuba, ni en Venezuela, ni en Corea del Norte ni en Rusia el derecho a huelga está debidamente garantizado así como la integridad de quienes la lleven a cabo. Menosprecian nuestra bandera pero sacan a la que pueden la roja o la arco iris. Consideran superflua la lengua común so pretexto de que las lenguas no son importantes, pero obligan a un médico a tener el título de catalán para ejercer como tal en Cataluña, Valencia y las Baleares. Lo último: el PP dice ser federalista. Acabáramos. Ellos también. Todo, antes que hablar de nación española puesto que es sabido que eso es de fachas muy fachas.

Repito, esta es una democracia anómala en la que tan solo se aceptan como verdades las cosas que dicen desde un lado, mientras se estigmatizan las opuestas. Y se niegan. Aunque, a propósito de democracia, sea bueno acabar con otra cita de nuestro Miguel de Cervantes, que ya sentenció: es preferible la tiranía del gato a la equidad de la rata.

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