«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
La Gaceta de la Iberosfera
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Rafael L. Bardají (Badajoz, 1959) es especialista en política internacional, seguridad y defensa. Asesor de tres ministros de Defensa y la OTAN, en la actualidad es director de la consultora World Wide Strategy.
Rafael L. Bardají (Badajoz, 1959) es especialista en política internacional, seguridad y defensa. Asesor de tres ministros de Defensa y la OTAN, en la actualidad es director de la consultora World Wide Strategy.

Derogar el Marianismo

24 de junio de 2023

Alberto Núñez Feijoo ha dicho que cuando el PP llegue a La Moncloa va a derogar el Sanchismo que es lo que desea una gran mayoría de españoles. Desgraciadamente, el actual líder popular necesita para eso derogar antes el Marianismo todavía imperante en sus filas. El acuerdo en Valencia sobre el gobierno autonómico allí parecía indicar que iba en la dirección acertada. El esperpento causado en Extremadura apunta a todo lo contrario.

Pero no hay que ser ingenuos. Lo que querría Feijoo es salir del 23J con suficientes diputados como para colocar a Vox en una situación de relativa marginalidad y poder exigir un apoyo a su investidura sin conceder nada o casi nada a cambio. Desde luego no entrar en su gobierno. En términos numéricos eso equivaldría, a bote pronto, a una correlación de escaños del 85%-15% a favor del PP. Esto es, que el PP obtuviese alrededor de los 148 y Vox cayera a menos de 30. ¿Es este escenario posible? Sólo si se verdad se creyese en el peso del voto útil en estas elecciones. Aunque para eso, el PP tendría que seducir no sólo a una buena cantidad de votantes moderados del PSOE sino robarle a Vox más de un 20% de sus votantes. En verdad no veo cómo insultando de manera burda, como hace la Guardiola en mi tierra, piensa Génova que se va a crear ese clima político que hiciese posible ese trasvase de votos tan significativo. Máxime cuando sabemos que el votante de Vox es de los más fieles que existen.

Hay una segunda alternativa y es que el PP crezca, pero se quede en torno a los 130 y Vox conserve entre 45 y 50 escaños. Esto es un reparto 70-30 aproximadamente. Feijoo sabe que, si esto ocurre, dejar fuera del gobierno a Vox resultaría prácticamente imposible. Posiblemente en Génova haya quien imagine que se podría forzar una abstención del PSOE para la investidura y sacar adelante un gobierno en minoría, pero si ese escenario tuvo alguna vez algún viso de credibilidad, con la deriva del socialismo español y la necesidad de su recomposición desde sus posturas radicales tras perder unas elecciones, creo que lo haría imposible. De ahí que otros «genios» piensen que lo que mejor que se puede hacer en esta campaña es cercenar las opciones electorales de Vox, marginándolo, atacándolo y creando hipotéticos cordones sanitarios sobre los de Abascal.

Lamentablemente la opción de que el PP se quede por debajo de los 135 a la vez que se fuerza que Vox pierda 12 o 15 escaños no favorece en nada a España pues lo que conseguiría, por mucho que el PNV y CC se sumaran al PP, es que Sánchez y sus socios pudieran continuar en La Moncloa y el Gran Wyoming se diera ese paseíto en Falcon que le ha prometido un Sánchez que se cree el dueño y señor del Estado.

Hay que tenerlo claro, nos guste o no: para derogar el Sanchismo el PP no debería centrarse en acabar con el «Abascalismo» ni Vox debe dejarse arrastrar a intentar acabar con el «Marianismo». Ya habrá tiempo para eso una vez eliminado el gobierno socialcomunindependentista actual. Yo siempre lo digo porque lo creo profundamente y por eso lo vuelvo a repetir: para ganar estas elecciones y vencer al socialismo, progresismo y todo cuanto se quiera, PP y Vox deberían obviarse mutuamente y concentrarse en el adversario a vencer. Lo primero es lo primero. De lo contrario, estaremos muy contentos con nuestros valores e ideas sentados eternamente en la oposición. Si el PP no es capaz de verlo, Vox sí debería ser capaz de hacerlo. Al fin y al cabo, siempre ha sido el partido de la responsabilidad.

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