«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

La desmoralización española

6 de abril de 2016

Los españoles casi todos andamos hoy especialmente desmoralizados respecto a nuestra vida pública. No me refiero solo a la vida política. La alta estima social que merecen ciertas figuras no suele provenir de sus méritos, de sus virtudes creadoras, sino de su atractivo físico, del dinero que pueden invertir en su promoción personal. Hay que ver la mediocridad, ramplonería y hasta idiocia que caracterizan a muchas de esos individuos que consideramos “famosos”. Son los que se sienten atraídos por los fondos del fotocol, como la mariposa por la luz.

Se podría pensar que las llamadas “celebridades”, los que se encuentran permanentemente descansando de no trabajar, forman un elenco minúsculo y excepcional. Pero la mediocridad y la vulgaridad se presentan del mismo modo en el estrato más amplio de los políticos, profesionales y demás “minorías rectoras”, como antes se decía. Se salvan muchas excepciones personales, claro está, pero mi juicio se dirige al conjunto. Quizá la clave de la degradación que percibo se encuentre en el sistema de enseñanza. Es lo más atrasado que tenemos. Desde hace tiempo apenas se premia la excelencia. Como consecuencia tenemos ese dislate de las becas como un derecho de todos los estudiantes, y no como un privilegio que requiere merecerlo con esfuerzo.

Después de una larga experiencia como profesor percibo con facilidad que a muchos de nuestros “dirigentes” les faltan lecturas. Me he encontrado con algunas personas con cierto éxito social que se sienten orgullosas al confesar: “A mí es que no me gusta leer”. Y van seguras por la vida.

Como consecuencia de lo anterior, no debe extrañarnos que haya tanta gente desmoralizada. No se trata solo ni fundamentalmente de la forzada austeridad que nos impone la crisis económica. Por otra parte, olvídense de la palabra “crisis”, que en la Historia siempre ha sido episódica. Debemos acostumbrarnos a que la tal crisis va a estar con nosotros mucho tiempo. Habrá que aprender a convivir con tan aciaga circunstancia.

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