«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Despilfarro olímpico

10 de septiembre de 2013

Apenas pasaban unos minutos de las nueve de la noche cuando Jacques Rogge anunciaba el estrepitoso fracaso de la España oficial. La España de la clase política oligárquica, los coches oficiales, los empresarios entregados a la subvención, el susanismo bolivariano, el despilfarro gallardonita y los medios adocenados era derrotada por Estambul. Y ello pese a que desde hacía semanas se esforzaban todos ellos en hacernos creer que Madrid sería olímpica. Los Juegos, nos prometían, sería algo similar al bálsamo de Fierabrás. El fin de todos los males. “El 7 de septiembre nos la jugamos”, rezaba el lema que adornaba las marquesinas de la capital. Perdieron.Patinazo, por demás, de medios de comunicación dedicados a la cartomancia y adivinación que afirmaban estar seguros del éxito. Qué ridículo. Matrix. Mientras, las casas de apuestas importantes situaban a Tokio como la ganadora. Y la prensa extranjera no es que apostara demasiado por Madrid.Y así sucedió. El spanglish de Ana Botella y su café con leche, el discurso político en correctísimo y acertado castellano de Rajoy, los ánimos de Rubalcaba, las cursiladas políticamente correctas e incluso el políglota Príncipe de Asturias no sirvieron para nada.Los que de verdad saben de esto ya decían tiempo ha, cuando el caprichoso Alberto Ruiz-Gallardón se empeñó en volver a presentar a la capital, que Madrid tenía poco que hacer. Que a la tercera no iba a ir la vencida. Contaban con que para 2024 son varias las capitales europeas que tienen intención de competir por el derroche. Por tanto, era necesario alejar los juegos de Europa en 2020. De ahí que nuestros vecinos nos dejasen tirados. Los italianos, que de tontos no tienen ni un pelo, se habían retirado por algo.El sábado un sueño de numerosos españoles y pequeños empresarios que se dejaron ilusionar con promesas fútiles como puestos de trabajo o turismo de quince días a precio de oro, se rompía en mil pedazos. Eso pasa por dejarse llevar por el sentimentalismo, tan alejado de la razón y la realidad, del consenso que nos desgobierna. Como consecuencia del varapalo, parece que la carrera política de Ana Botella ha terminado. ¿Habrá Esperanza?¿Debemos en realidad de estar tristes? Salvo Los Ángeles 1984 –financiada en gran parte por la iniciativa privada– jamás unos Juegos Olímpicos han sido buena inversión. Son un derroche que se paga durante generaciones. En Londres se han dado cuenta tarde de ello. La arruinada Madrid (casi 30.000 millones de deuda entre Comunidad y Ayuntamiento) de la casi ruinosa España no está para este tipo de fiestas. Por tanto, no estén tristes. El sábado, ganamos. O, al menos, ahorramos.

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