«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Duran no tendría bastante

8 de octubre de 2013

Mentira y política suena inevitablemente a pleonasmo, aunque el maridaje de ambos términos pueda ser todo un arte, como dejó escrito Jonathan Swift, autor de Los viajes de Gulliver. Por eso sorprenden raptos de sinceridad como el que tuvo Josep Antoni Duran Lleida al decir que no abandonaba la vida política para dedicarse a la docencia, porque no sabría de qué viviría. Da gusto la franqueza. “¿De qué viviré, de qué comeré? Los pobres profesores lo pasan muy mal. No ganan bastante, así que yo no tendría bastante”, admitió cuando le preguntaron si alguna vez se la cortaría (la coleta de diputado), y se pondría a dar clases. Salvo que lo dijera en plan irónico o en son de burla, ese adjetivo, “bastante”, contiene el autorretrato de la clase política.

 

Es el problema del político de raza, de la persona que ha echado los dientes en un partido y ha crecido y se ha hecho mayor, sin otro contacto con la realidad que los mitines o esas visitas guiadas que son los paseos por un mercado para estrechar manos y repartir sonrisas y promesas, entre charcuterías y fruterías, dos días antes del cierre de campaña. Y luego si te he visto no me acuerdo.

 

Un espeso cristal blinda al político de partido de las salpicaduras de la vida real, y le deja a salvo de las contingencias de quien debe batirse el cobre y espabilarse, inerme en la jungla, sin privilegios, prebendas, excepciones o subvenciones. Todo ello es la negación de la democracia, entendida como la ausencia de reductos feudales, de puestos de honor, de palcos del Antiguo Régimen, y como servicio al pueblo llano.

 

Véase la distinta suerte que aguarda al hombre de la calle y a los Duran de turno, en tiempos difíciles como los presentes. El primero se ve expuesto a los rigores de la crisis, pagando la factura de las incompetencias y errores de los gobernantes, vía impuestos; en tanto que el Duran de turno se beneficia del aumento de subvenciones a su partido político. Ahí están los Presupuestos del 2014, que destinan un 28% más de dinero que el año anterior para las formaciones políticas. En España no hay dinero para nadie… excepto para una casta de privilegiados.

 

¿Conocen ustedes a mucho ciudadano medio que sea indultado? Los políticos en cambio… el mismo Duran puso la mano en el fuego, cuando al estallar el caso Pallerols (financiación ilegal de Unió) aventuró “si esto se demuestra, dimitiré”. Y cuando después de una instrucción de ¡trece años! se zanja el asunto con un pacto entre la fiscalía y los acusados, Duran escurre el bulto.

 

Empezó de teniente de alcalde en Lérida, con 27 años, hace ya 34, y nunca más regresó a este mundo. Ese es el drama de la democracia española.

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