«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
La Gaceta de la Iberosfera
Buscar
Cerrar este cuadro de búsqueda.
Hughes, de formación no periodística, es economista y funcionario de carrera. Se incorporó a la profesión en La Gaceta y luego, durante una década, en el diario ABC donde ejerció de columnista y cronista deportivo y parlamentario y donde también llevó el blog 'Columnas sin fuste'. En 2022 publicó 'Dicho esto' (Ed. Monóculo), una compilación de sus columnas.
Hughes, de formación no periodística, es economista y funcionario de carrera. Se incorporó a la profesión en La Gaceta y luego, durante una década, en el diario ABC donde ejerció de columnista y cronista deportivo y parlamentario y donde también llevó el blog 'Columnas sin fuste'. En 2022 publicó 'Dicho esto' (Ed. Monóculo), una compilación de sus columnas.

El apestado

28 de febrero de 2024

Unos quieren convertir el caso Koldo en el caso Sánchez, otros en el caso Ábalos; ninguno en el caso del hediondo regimenzucho que entre todos nos dieron. Entre tanto, aunque ya se apaga su luz, terminamos de alucinar con el talento despiporrado de Koldo y los suyos, todos con pensión de incapacidad total. La habilidad de los socialistas de cualquier estrato para encontrar paga pública es casi admirable. Es un talento que tienen. En la vida hay que tener varios pagadores, pero solo algunos genios consiguen que todos sean estatales (el PSOE es, en sí mismo, como una región, una región moral imaginaria, como un tópico Sur de Italia, una Sicilia nuestra en todos sitios y en ninguno).

El PP ya ha dicho que nada de comisiones de investigación sobre las mascarillas, hombre por Dios, y el PSOE quiere cortar por lo sano y que lo sano sea Ábalos, que ayer hizo una comparecencia memorable. A la altura gonadal de su biografía: nieto de guardia civil, hijo del torero conquense Carbonerito, que tuvo ocho hijos de varias mujeres, lo que trae al recuerdo la figura de Manolo de Vega, el gitano de Valladolid, que en realidad no era gitano y tuvo diez vástagos con seis mujeres. Hijo de un ciego que vendía cupones, se hizo cantaor de flamenco y contaor de chistes; fue pionero del destape masculino y acabó en la ruina, en Requena, con las piernas amputadas y sin poder pagar el alquiler.

Manolo de Vega era de derechas y no se conoce o no conozco yo que hubiera estado en trama alguna, pero a esa España recuerda el valencianomanchego Ábalos. En eso hace pensar, y esa es la superioridad del PSOE sobre el PP. Aun hay algo vivo y popular en ellos. Al lado de los personajes como de Inteligencia Artificial del PP, tecnócratas pastel para volverse locos, el mundo socialista al menos remite a una España real que el mismo PSOE ha contribuido a cargarse.

Ábalos estuvo cumbre en lo suyo. Templado, firme, vividísimo, sabiamente exasperado; se emocionó al hablar de los diputados del grupo. Asomó una auténtica auctoritas sociata. En los últimos años, cuando ya no era ministro, su actitud en el escaño era distinta a la de los demás. Ningún paripé. Iba sin papeles, sin ordenador, pasaba de todo, solo llevaba un móvil (a veces dos) que a ratos miraba, y estaba ahí solo en espíritu, alumno que no escucha a la profesora, como purgando una resaca. Ayer anunció su marcha al limbo del Grupo Mixto y se reconoció un «apestado político», figura que en cierto modo acuña: el que se va al Grupo Mixto, isla de los leprosos, tras romper con el partido, es uno de los límites del régimen o sistema. Cuando un cortocircuito de la partitocracia expulsa a alguien allí, y es lo suficientemente fuerte para aguantar, cosa que con esta importancia no hemos visto, cae donde los descolgados del pelotón. El Sistema, que todo lo absorbe, de repente expele una excrecencia.

Este fallo del sistema, Error 404, produce la situación más democrática posible aquí: un diputado solo, sin disciplina de partido, que se debe a sus votantes. Pero Ábalos se acordó de todos menos de ellos. Ya decimos que cero paripé: sabe que no le votaron. Así que solo habló de los militantes y la soldadesca de su partido. Un pueblo al que apelaba en una especie de caudillaje sentimental. Es un hombre de la Organización que rompe con la Organización («Me enfrento a Todo el poder», en perfecta definición del tinglado), duelo que se decidirá fuera aunque se escenifique en las ‘instituciones democráticas’, que para eso están.

«Soy un mero peón», «un hombre solo», dijo sin cursilería de partido y sin afectación, como un personaje de Mario Puzo más que de Ferraz. Como apestado político (no el que está frente a los partidos, sino después de los partidos) y hombre con acta, diputado sin mandato, podría hacer lo que quisiera, hasta algo de democracia, y alguna cosa hará digna de ver. La sensación es que hasta la oposición al PSOE la haría mejor el PSOE. Contra Sánchez, mejor Ábalos que Feijoo.

.
Fondo newsletter