«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
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Madrileña, licenciada en Derecho por la UCM. En la batalla cultural. Española por la gracia de Dios.
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El atentado musical

19 de diciembre de 2021

No escribo yo en esta ocasión. Escribe la indignación. Seis jóvenes injustamente condenados por un poder judicial desbocado y entregado a la ultraderecha; seis cívicos ciudadanos que dedican su tiempo libre -que es todo el día y toda la noche- a la muy noble actividad de defender al mundo del fascismo de modo ultrapacífico y sostenible – uso de piedras no contaminantes e incendio de contenedores-, cuyas ilusiones y proyectos -si los hubiere- fueron arrancados de cuajo por unas sentencias judiciales arbitrarias e injustificadas todas, no han podido gozar en paz y libertad de su justo homenaje en el Congreso de los Diputados celebrado en la sala Clara Campoamor, mujer que hubiera estado encantada con el evento. Lágrimas caen por mis mejillas como orinocos desbordados. ¿Es que ya no se respeta nada? ¿Acaso la extrema derecha no tiene freno?

Los seis de Zaragoza, los pirracas de Vallecas, los albertosrodríguez, los chavales de Alsasua, jóvenes modélicos todos que hoy son símbolo de la lucha antifascista, eran los protagonistas de un acto promovido por Unidas Habríamos Podido O No boicoteado por Vox -partido atrozzzzzzzzzzzzzzzz– mediante lo que ha calificado un medio como atentado musical.

Intervenía María de las Mercedes Aizpurua —esa mujer cuya mirada trasmite paz—, exdirectora del diario Gara, ejemplar ciudadana y —lo más probable— por ello condenada por apología del terrorismo por algún tribunal franquistaaaaaaaaaaaaaaa en 1984, cuando comenzó a sonar una música por ella desconocida ante el estupor y la santa indignación del también condenado Echenique. “¿Alguien reconoce esta música?” María de las Mercedes hacía esta pregunta al respetable a los asistentes, desconocedora por completo de los himnos de la Guardia Civil y de la Policía Nacional. No es criticable. Ella jamás asistió a ningún entierro de los asesinados por esos admirables gudaris a los que defendió con dedicación, profesionalidad y sentencia judicial (franquistaaaaaaaaaaaa) ¿Cómo lo iba a saber? 

A partir de ahora, María de las Merecedes Aizpurua es conocida en los ambientes, los suyos, como Mertxe la perspikaz

El desconcierto cundió en la sala donde se celebraba tan reparador evento. Enrique de Santiago, abogado de las FARC, asesor del régimen democrático cubano, entusiasta leninista y presunto aspirante -sólo si fuera necesario- a eliminar a la familia del Rey, y la entrañable condenada Isa Serra —también víctima de las cloacas judiciales—, que ese día no lo había dedicado a reventar cajeros, calificaron el asunto como inédito. La primera vez en democracia que un partido sabotea el acto de otro grupo parlamentario. Cosas veredes, amigo Sancho, les faltó decir.

Continuaba María de las Mercedes in albis —“¿pero esto qué es?”— hasta que alguien le aclaró qué música sonaba. “¡Toma, pues esto es que nos han boicoteao, está clarísimo”! A partir de ahora es conocida en los ambientes, los suyos, como Mertxe la perspikaz. 

Descubierto el terrible artefacto —demoníaco altavoz— colocado en la sala por la ultraderecha que, como muy bien dijo el condenado Echenique por dos sentencias judiciales (franquistasssssssss), podría haber sido cualquier otra cosa —él lo sabrá bien—, el acto continuó con la loable intención de confortar a las víctimas del franquismo de la justicia posfranquistaperofranquista.

Si los grupos responsables del evento tuviesen que devolver tantos altavoces como piedras han lanzado a Vox sus subordinados, se quedarían sin fondos

Después del atentado musical, Vox -partido atrozzzzzzzzzzzzzzzz– dio la cara. Eso es cierto. Luis Gestoso y Manuel Mariscal, personas susceptibles y de mal carácter a juzgar por tan lamentable boicot descubierto por la siempre perspicaz María de las Mercedes Aizpurua, asumieron su autoría. Bochornoso e infantil episodio para gente acostumbrada a bombas, terrorismo callejero y apología de los tiros en la nuca. Cosas de niños.

Manuel Mariscal ha propuesto un acuerdo tendente al entendimiento. “Si nos devuelven el altavoz, nosotros les devolvemos la piedra”, dijo mientras mostraba a la prensa una piedra recibida de forma muy democrática en uno de los múltiples actos de Vox -partido atrozzzzzzzzzzzzzzzz-.

No se engañen. Este mensaje iba cargado de maldad. Si los grupos responsables del evento tuviesen que devolver tantos altavoces como piedras han lanzado a Vox sus subordinados, se quedarían sin fondos. Ya ven cómo se las gasta la ultraderecha. 

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