El alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, ya se ha desmarcado dos veces de su pacto con Vox. Hace algunos meses para volver a aprobar en el nuevo Madrid Central y ahora vuelve a hacerlo con los presupuestos.
Mucho me temo que se está prestando a un experimento como es el de probar una nueva forma -supongo que diseñada desde Génova- de hacer política. La idea es aceptar los votos de Vox para la investidura y luego gobernar en «solitario» pactando con quien haga falta, incluso con el diablo si fuera menester como ha ocurrido con los expodemitas versión Manuela Carmena, hoy socios de Almeida en Madrid 360 y los presupuestos.
La estrategia «pepera» parte de una certeza y es que Vox tiene como objetivo principal y comprometido con sus votantes echar a la izquierda del poder. Hay cierto desdén, llamémoslo estructural, en Génova y desde siempre hacia los electores. Alguno, bastante insigne, afirmaba que sus electores iban a votar un domingo como si fueran a un hipermercado, y que luego se desentienden de la política, e incluso perdonan cualquier desafuero. Y, de esta forma, los pactos posteriores, aunque sean de la importancia de lo pactado por Almeida (quizá lo más importante de su mandato municipal) no le importan a la gente. Es mucho más importante que se visualice quién manda y quién aguanta en el cargo que un pacto contra natura como el concebido por el alcalde.
¿Qué saca la izquierda expodemita del pacto? Protagonismo, talante, algún dinerito para sus huestes
En el tema de los pactos hay voces muy críticas con respecto a los alcanzados para renovar las instituciones de Sánchez y Casado. La contradicción de estos pactos es que no estamos ante cuestiones baladíes, corrientes, sino ante algo que atañe a una cuestión esencial de nuestro sistema, como es la división de poderes. Y es que ante un gobierno como es el de Sánchez, que muestra tan poco respeto institucional y que incluso amenaza con acabar con el entramado constitucional, habría que ser especialmente prudente, cosa que Casado no está haciendo.
Pero volvamos a Almeida y su experimento ¿Tendrá repercusiones electorales? Supongo que nuestro avispado alcalde pensará que poco o nada. Y que, además, como está condenado a entenderse con Vox en cualquier caso, haga lo que haga siempre estará en condiciones de mantener la iniciativa, siempre que encabece la primera fuerza de la derecha. ¿Qué saca la izquierda expodemita del pacto? Protagonismo, talante, algún dinerito para sus huestes y negárselo a una entidad tan importante como la Fundación Madrina. Este cambalache, por cierto, es simplemente una vergüenza.
Uno de los problemas que se puede encontrar Casado es que se distingan dos PP en el electorado: uno representado por Ayuso y otro por él. En la calle se empiezan a escuchar voces en este sentido. Hay que tener en cuenta que a Ayuso le ha ido muy bien la estrategia contra Sánchez, que en algunos momentos la repite con Casado. Los votos de Vox pueden convertir a estos dos PP en antagónicos y generar una escisión en el electorado que sería inaudita.
Lo que no se entiende es que alguien como Almeida, un tipo inteligente y simpático, de probada independencia personal, con un capital político importante ganado a pulso durante la pandemia, de principios liberales e incluso morales muy sólidos, y que tiene una proyección a largo plazo importante, se preste a estos juegos tan contradictorios y desconcertantes.
