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Madrileña, licenciada en Derecho por la UCM. En la batalla cultural. Española por la gracia de Dios.
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El juicio salomónico

20 de febrero de 2022

Dicen que la ópera no acaba hasta que canta la gorda, y por fin anoche cantó. En este caso ‘cantuvo’. Miguel Ángel Revilla tuvo a bien alumbrarnos con su sabiduría y dijo con claridad aquello que se nos se escapaba a los mortales: detrás de la crisis del PP hay una lucha interna por el poder. Revilla, nuestro Faro de Alejandría particular. El que alumbra las oscuras noches de la política española. Noches, más que oscuras, turbias. Muy turbias. Pero ahí está él para poner luz donde no la hay.

Hechos ya todos los sesudos análisis sobre los surrealistas acontecimientos políticos de la semana y sin nada nuevo que aportar, quedo a la espera de que nuestro particular Oráculo de Delphos -el glorioso santanderino- nos dé una pista sobre el futuro.

Los que por desgracia no participamos de las dotes del citado presidente regional, nos remitimos a imágenes del pasado, si no vividas, leídas, para interpretar los hechos. A lo largo de la semana no he dejado de recordar el juicio del rey Salomón sobre la controversia de las dos mujeres que acudieron a él reclamando la maternidad de un niño. Lo que todo el mundo llama decisión salomónica es un error, esa no era la sentencia real: «Partid por el medio al niño vivo, y dad la mitad de él a la una y la otra mitad a la otra. » (I Reyes 3: 25)

El texto continúa: «26 Entonces la mujer cuyo era el niño vivo dijo al rey, pues se le conmovían todas las entrañas por su hijo: “¡Oh señor rey, dale a ésa el niño, pero vivo; que no le maten.” Mientras que la otra decía: “Ni para mí ni para ti: que le partan.” 27 Entonces dijo el rey: “Dad a la primera el niño vivo, sin matarle; ella es su madre«. Esta última frase es la sentencia: “sin matarle”.

Si decimos, con toda la razón, que tenemos el peor Gobierno en el peor momento, podemos afirmar con rotundidad que el principal partido de la oposición se equipara en bajeza al sanchismo

Trasladado el salomónico juicio a la política española, la pregunta clave que debe hacerse es la siguiente: ¿a quién le importa lo fundamental -la vida del niño-, aunque tenga que renunciar a sus deseos? Y el niño no es el Partido Popular. Sin embargo, lo que todo el mundo cuestiona es quién sale beneficiado por la partición en dos mitades de la criatura.

A lo largo de estos días he leído en numerosas ocasiones que esta situación no es nueva, que ha sido recurrente en la política española. Es cierto, incluso peores cosas hemos visto. Pero jamás durante el período democrático España se ha encontrado en un momento más delicado ni más peligroso como para distraerse con tan bajas y vulgares peleas de partido. La irresponsabilidad de la cúpula popular es dramática en estos momentos. Si decimos, con toda la razón, que tenemos el peor Gobierno en el peor momento, podemos afirmar con rotundidad que el principal partido de la oposición se equipara en bajeza al sanchismo.

Ya importa poco que anoche se diera por cerrado el expediente informativo contra Ayuso. Casado y García Egea han proporcionado suficiente munición a la izquierda hispanófoba -ésta es la clave, su odio a España- para lapidar a la líder madrileña. Hay que reconocer que Hernández Mancha fue Churchill al lado de estos dos mendrugos -disculpen la manera de señalar y que me disculpe también Churchill desde la tumba-.

No cabe duda de que Sánchez se está frotando las manos, pero tampoco cabe duda de que la gran perjudicada por este lamentable episodio, quién sabe si propiciado por La Moncloa, es España.

Lo más probable es que no sobreviva ninguno. Eso es secundario. El maltrecho tablero de la política española, cojo por la izquierda con un PSOE echado al monte, ahora queda sin otra pata con el partido autodenominado de centro derecha en estado de descomposición. No cabe duda de que Sánchez se está frotando las manos, pero tampoco cabe duda de que la gran perjudicada por este lamentable episodio, quién sabe si propiciado por La Moncloa, es España.

Para los que crean que esto es bueno para VOX, se equivocan. Lo que es malo para España, es malo para VOX”, escribió Santiago Abascal en Twitter. No es cuestión de elegancia, que también, es cuestión de sentido común. España no está en condiciones de prescindir de nadie que se oponga a su destrucción. Aquí no sobra nadie. Volviendo al juicio salomónico, se trata de que no se mate al niño.

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