«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
La Gaceta de la Iberosfera
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Escritora y artista hispano-francesa. Nacida en La Habana, Cuba, 1959. Caballero de las Artes y Letras en Francia, Medalla Vérmeil de la Ciudad de París. Fundadora de ZoePost.com y de Fundación Libertad de Prensa. Fundadora y Voz Delegada del MRLM. Ha recibido numerosos reconocimientos literarios y por su defensa de los Derechos Humanos.
Escritora y artista hispano-francesa. Nacida en La Habana, Cuba, 1959. Caballero de las Artes y Letras en Francia, Medalla Vérmeil de la Ciudad de París. Fundadora de ZoePost.com y de Fundación Libertad de Prensa. Fundadora y Voz Delegada del MRLM. Ha recibido numerosos reconocimientos literarios y por su defensa de los Derechos Humanos.

El paréntesis ausente

14 de agosto de 2023

A nombre de la justicia social y de la izquierda se ha venido asesinando impunemente desde 1917 hasta la fecha. La izquierda mata, bajo los nombres y los títulos nobiliarios que se le quieran asignar, la izquierda es asesina. Y, sin embargo, ese sin embargo tan incómodo, todavía la izquierda es considerada como referente de justicia y de sociedad equilibrada. ¿Por quiénes, quiénes denominan a la izquierda como una suerte de balance económico y social? Desde luego, los que militan en la izquierda son los más interesados en hacerlo, después, oh asombro, numerosos millonarios, que se significan como filántropos, a los que les atañe mantener a los pueblos entretenidos con esa monserga ideológica que no es más que torbellino matarife.

Hace unos días la narcoizquierda mató a Fernando Villavicencio, candidato presidencial de Ecuador. Tres disparos en la cabeza del candidato segaron su vida, destruyeron una familia, aniquilaron las esperanzas de un país. Villavicencio había osado desafiar la corrupción de la izquierda, el narcotráfico de la izquierda, el crimen y el desorden de la izquierda. Allí fueron los de la izquierda y le acribillaron el cráneo.

A la izquierda le gusta la sangre. No es sólo que le guste, le priva. Es más, la izquierda se nutre de la sangre. Cada uno de los regímenes de la izquierda se ha impuesto mediante el crimen, la violencia, la degollina. En España ya gobiernan.

Todavía a estas alturas en que escribo mi tribuna la izquierda española no ha dicho ni esta boca es mía acerca de este vil asesinato de un periodista (Villavicencio lo fue antes de ser candidato a la presidencia) y de un candidato a la presidencia de Ecuador. El presidente del Gobierno español en funciones Pedro Sánchez, socialcomunista, no se ha pronunciado, ni tampoco la vicepresidente Yolanda Díaz, líder del partido Sumar, ha emitido su opinión o al menos sus condolencias. Nada. No lo harán.

Rafael Correa, expresidente ecuatoriano, acusado de corrupción, condenado y prófugo de la justicia, refugiado en Bélgica, al igual que Carles Puigdemont, había emitido un vídeo días atrás, que a la luz de los acontecimientos podría interpretarse como una amenaza explícita contra la vida Fernando Villavicencio: «Nuestra venganza personal será contundente«.

La venganza, no sé si personal o no, ha sido contundente, asesinaron al hombre que desafiaba todo lo que representa Rafael Correa: la izquierda y su violencia, la izquierda y su permanente idea de venganza, la izquierda y su hambre de dinero y riquezas.

Es cierto que los sospechosos detenidos hasta ahora son colombianos, o parecen serlo, que la izquierdista Piedad Córdoba, colombiana también, había lanzado algunas amenazas, como también las había lanzado Nicolas Maduro, y algunos grupos de narcoterroristas. Bien, sepan que todos son de la izquierda, obedecen a un mismo amo: el socialcomunismo. Que quede claro y subrayado que son de izquierdas, porque ahora, recién, existe una falsa oposición pro socialista cubana que le achaca mediante paripé al régimen de La Habana ser conservador con relación a la izquierda que ellos desearían para Cuba. Sépanlo, que estos «shows» se producen cuando los regímenes necesitan reinventarse, recrear nuevos símbolos y partidos con nombres en apariencia rigurosamente nuevos, como Podemos y Sumar en España.

Entérense además, si todavía no lo han hecho, que todos esos partidos nutridos por el narcotráfico, potenciados con grandes sumas de dinero por la izquierda latinoamericana —que no iberoamericana pues ni siquiera merecen ese nombre— y los represores iraníes, no son más que movimientos terroristas que llevan en el poder desde hace más cien años sin que nadie los acuse de sus más de 150 millones de crímenes, que han vuelto a renacer, que gobiernan en Europa bajo las mascaradas que siempre se encajan, llámense leyes trans o del sólo sí es sí, del cambio climático y de todo lo que consiga acorralar al ser humano; se llama izquierda y son asesinos. 

Cierto que existió un paréntesis, en España lo hubo, donde personas de bien se adhirieron a la izquierda. Ese paréntesis terminó, está ausente. Esa moratoria no existe más de ninguna forma, los sobrevivientes son meros testigos de su experiencia propia. 

La izquierda ha recomenzado a envenenar a opositores, a invadir democracias, a imponer guerras; lo está haciendo como es habitual mediante Rusia, China y el consorcio castrochavista, en África y en Sudamérica. No ignoren que uno de esos cerebros de la izquierda, de los más criminales, una de sus cabezas, se encuentra asentada en Cuba trabajando en la sombra desde 1919, y abiertamente después de 1959. No por gusto China llama al régimen de los Castro «el pequeño gran hegemonista». El gran hegemonista no es sólo China. El gran hegemonista es la izquierda.

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