«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
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Hughes, de formación no periodística, es economista y funcionario de carrera. Se incorporó a la profesión en La Gaceta y luego, durante una década, en el diario ABC donde ejerció de columnista y cronista deportivo y parlamentario y donde también llevó el blog 'Columnas sin fuste'. En 2022 publicó 'Dicho esto' (Ed. Monóculo), una compilación de sus columnas.
Hughes, de formación no periodística, es economista y funcionario de carrera. Se incorporó a la profesión en La Gaceta y luego, durante una década, en el diario ABC donde ejerció de columnista y cronista deportivo y parlamentario y donde también llevó el blog 'Columnas sin fuste'. En 2022 publicó 'Dicho esto' (Ed. Monóculo), una compilación de sus columnas.

El que vela los avales

23 de febrero de 2024

Hay algo sospechoso en lo de Koldo. Y no es Ábalos —hombre roto por la decepción—. De ellos no se sospecha nada. Hay la absoluta certeza. Lo sospechoso es que, de todo el panorama español, salga «lo de Koldo». Un sistema corrupto señala así a un corrupto: mírenle, ahí está, con sus relajados estándares de conducta… ¡Un bandolero de la Ley de Contratos!

Pero la originalidad curricular y ausencia de mérito del personaje ya eran conocidas. Koldo, que daba el tipo, el biotipo y el fenotipo para ingresar en el Salón de Honor de Ferraz ofrece ahora a la sociedad española la posibilidad de tener lo que una tertuliana con trienios llamó «una catarsis». Que se afronten responsabilidades por todo lo que pasó en la pandemia.

Así que Koldo García, maciste contrahecho, de profesión hombre de confianza, cochero de Drácula, puede propiciar la ocasión para que los españoles ajusten cuentas con «la clase política». Ahí es nada.

Cuando la corrupción lo es todo, cuando la corrupción es el algoritmo, señalar a un corrupto acaba teniendo un efecto de rehabilitación en el resto. Si Koldo es corrupto, se supone que los demás son no-corruptos. Con la Fiscalía genuflexa a Sánchez, Sánchez genuflexo a Marruecos y otra DUI en el Parlament, Koldo es el corrupto. Que inventen otra palabra.

La suya, además, parece corrupción fea, grosera, nada estética, pero moralmente no muy distinta a todo lo demás. No es tan diferente del resto de «posibilidades de gestión» que pasan el filtro. Hacer dinero con lo público en un momento pandémico no fue sólo cosa de Koldo. Cobrar por ello cuantiosa comisión tampoco. Es una rama del liberalismo y Koldo se animó. Cómo lo tuvo que ver para, llevando cascabeles por todo el cuerpo, montarse una trama.

Por eso es sospechoso lo que se oye; por ejemplo, que estamos ante el primer o gran caso de corrupción del PSOE. Quienes querían indultar a Griñán se pondrán ahora estupendos con el pintoresco Koldo, un guacamayo en la selva partitocrática.

También se dice que hacen falta más controles. ¿Más órganos, puestos, burocracia? «Controles en los mecanismos, la selección de los altos cargos…». Controlarlo todo menos el poder. Decide el jefe del partido, y es humana cierta generosidad con el hombre que protegió su alijo de votos, su saca, su razón democrática.

El hierro de la Ley de Hierro de la Oligarquía socialista lo cargaba el forzudo Koldo.

Koldo es una figura schmittiana: el hombre que vela los avales. Quien defiende con su integridad las razones durmientes del que será soberano. ¡Cómo no iban a darle algo!

Koldo fue el Hodor de Sánchez, ayudo a custodiar la criatura, la llave que abría la antesala en la lucha de clanes por el Estao. Su experiencia de portero de nuit era la indicada. Luego se tuvo que especializar en ser el guardaespaldas-asesor-secretario de Ábalos y antes, de ese gran hombre que es Santos Cerdán. Era un sirviente político, el hombre que acompaña al que recorre el aparato. Una figura como del Siglo de Oro, el criado, el sirviente pícaro de don juanes apparatchiks que va pasando de amo en amo hasta que (cómo no hacerlo) decide emprender él.

Hay una cierta espectacularización (valga la expresión) de la corrupción. Es el lugar de cierto tipismo torrentil muy útil: Benidorm, casas de putas, barrigas en calzoncillos, aizkolaris concienciados por los desahucios… Surgen casos de gente llamativa, grandes clichés roldanescos, gente que pita al entrar en los sitios, que no significan mucho pero dejan la sensación de que el sistema se regenera y de que un tipo de político y hombre desaparece. Gente que, salta a la vista, no está aquí para cambiar las cosas. «Que cada vez son menos». Se queman como un cartucho y dan mucha lumbre de regeneración. Hacen más ruido costumbrista que nueces traen.

La corrupción, ofrecida así como una españolada expiatoria, funciona también como timbre de alternancias: el corrupto sistema español se turna con escándalos. Quien piense que Galicia y el Koldogate acaban con el PSOE, eso sí, debería justificar el origen de semejante suposición.

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