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La Gaceta de la Iberosfera
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Bilbao, 1965. Periodista, máster de 'El País'. Noticias y opiniones que escandalicen a los incondicionales de lo políticamente correcto y la «memoria histórica». En la editorial Homo Legens ha publicado 'Eternamente Franco' y 'Los césares del imperio americano'. Su último libro es 'Eso no estaba en mi libro de historia del Imperio español' (Almuzara).
Bilbao, 1965. Periodista, máster de 'El País'. Noticias y opiniones que escandalicen a los incondicionales de lo políticamente correcto y la «memoria histórica». En la editorial Homo Legens ha publicado 'Eternamente Franco' y 'Los césares del imperio americano'. Su último libro es 'Eso no estaba en mi libro de historia del Imperio español' (Almuzara).

El suicidio de la prensa de ‘kalidá’

19 de febrero de 2022

En los vagones de metro, los pasajeros viajan con los ojos clavados en las pantallas de sus móviles; alguno que otro lee un libro; pero ninguno, absolutamente ninguno, despliega un periódico, ya ni los gratuitos. Yo me alegro de esta calamidad de la prensa de papel.

Los editores y los periodistas culpan de la caída constante de sus ventas a la digitalización, a que Internet es gratis y a que la gente se ha acostumbrado a obtener información de cualquier fuente, sin apreciar el periodismo serio, de calidad, que ellos hacen.

No pretendo que la prensa se flagele por sus errores en la publicidad en la que suplican suscripciones y donativos, ni siquiera que plantee encuestas a sus reducidos lectores sobre las razones por las que éstos han dejado de comprar periódicos, ¡pero que no se lo pregunten en columnas, editoriales o debates revela que viven, como los políticos, en un palacio de espejos!

La pandemia ha destruido el prestigio de los médicos y de todo el complejo sanitario-farmacéutico, al igual que la crisis financiera de 2008 hizo lo mismo con los economistas y los bancos (públicos y privados). También se ha llevado por delante el pequeño prestigio de los medios de comunicación. ¿En cuántos periódicos españoles se advirtió del riesgo de las preferentes, que colocaban las cajas de ahorros a sus clientes para tratar de salvarse de la quiebra?, ¿qué periódico catalán desveló la corrupción del clan Pujol o señaló que las promesas de los políticos separatistas sobre la república podrían provocar la ruina de la región?

En estos dos últimos años, los medios de comunicación vinculados a grandes grupos, nacionales o extranjeros, han transmitido un mismo mensaje, tal como habían hecho sobre la burricie de Donald Trump, la necesidad de la inmigración para pagar pensiones, la amenaza del cambio climático y la bondad de la Agenda 2030. Hasta quienes habían criticado a la industria farmacéutica lustros ha, en esta ocasión se han convertido en defensores de las multinacionales, transformadas en benefactoras de la humanidad.

La conducta más vil es, sin duda, la descalificación de todo científico que disienta de los misteriosos comités de expertos que nos enloquecen con sus dictámenes contradictorios

El último episodio vergonzante de esta prensa de ‘kalidá’ es su confabulación unánime para censurar todos los episodios populares de resistencia a las restricciones y medidas impuestas por los Gobiernos con la excusa de luchar contra la difusión del covid. Los medios de comunicación españoles que encuentran a no-vacunados agonizantes en las UCIs de los hospitales no han descubierto las protestas de miles de camioneros en Canadá; las manifestaciones semanales en Italia, Austria y Francia; las diferencias de contagios y muertes en los estados de EEUU que prohíben las mascarillas o que las imponen; las docenas de deportistas profesionales que se desploman en los campos de juego… 

Sólo tengo una duda: esas redacciones, ¿cumplen órdenes emitidas por algún gabinete negro o bien conocen lo que han de hacer para conservar sus empleos y, por tanto, las consignas son innecesarias?

La conducta más vil es, sin duda, la descalificación de todo científico que disienta de los misteriosos comités de expertos que nos enloquecen con sus dictámenes contradictorios. Así, numerosos tertulianos y columnistas cuya formación se reduce a ciencias políticas o ciencias de la información corrigen a biólogos, virólogos, inmunólogos y eminencias médicas, repitiendo todos ellos el mismo mensaje, como si hubieran recibido un argumentario enviado desde alguna de las farmacéuticas vendedoras de esas vacunas que no impiden la muerte de los inoculados. Uno de los que primero sufrieron esos ataques en España fue el biólogo Fernando López-Mirones

En los últimos días, el cañoneo se ha dirigido contra Luc Montagnier, premio Nobel por haber descubierto el VIH, y contra Joan Ramón Laporte Roselló, experto en farmacovigilancia. Sobre ellos cayeron los epítetos de negacionista y antivacuna. A Laporte se le reprochó que mancillara el Congreso al exponer las dudas sobre la fiabilidad de los estudios que realizaban las farmacéuticas con sus medicamentos, incluidas las vacunas del covid. Youtube retiró el vídeo con su discurso y lo incluyó en el índice de libros prohibidos.

¿Quiénes van a pagar porque les mientan y les traten como a cretinos? Sólo los que quieren vivir enmascarillados, protagonistas discretos de una película de terror permanente

El País, periódico que ha dedicado páginas y páginas a las lágrimas de Rociíto y que publicó un vídeo falso de Hugo Chávez en un quirófano, afirmó de Montagnier que “el virólogo antivacunas dilapidó su prestigio”. En El Correo Español (Vocento) se leyó el titular más miserable: “Muere Luc Montagnier, el Nobel que se convirtió en apóstol de la anticiencia. El codescubridor del virus del sida fallece con la sombra de haber robado el hallazgo a una compañera y volverse un adalid de la homeopatía”. La campaña contra Montagnier por parte de la prensa de ‘kalidá’ duraba ya mucho tiempo. En enero, El Mundo publicó un artículo dedicado a sus “locuras anticientíficas”, días después de que el científico francés publicara una tribuna en el Wall Street Journal en la que sostenía que la difusión de la variante ómicron hacía innecesarias las vacunaciones masivas (o sea, estropeaba el negocio de los laboratorios).

En cambio, el ‘experto’ Miguel Ángel Revilla, que ha propuesto la vacunación obligatoria “por las buenas o por las malas” de los “negacionistas” y ha asegurado que la epidemia se expande porque el covid-19 lo mueve el viento, no es silenciado por Youtube, no es señalado por los ‘fact-checkers’ y sigue siendo invitado a los programas de televisión sin que nadie le afee sus ‘ideicas’. 

¿Quiénes van a pagar porque les mientan y les traten como a cretinos? Sólo los que quieren vivir enmascarillados, protagonistas discretos de una película de terror permanente y, además, tienen dinero para comprar esas dosis de miedo, ya que las otras, las inyectables en vena, son –por ahora- gratis. Pero este grupo humano es cada vez más reducido, sea por las bajas que causa entre ellos la inevitable muerte, sea por la pérdida de ingresos. La prensa, como el cine, ya sólo se mantiene gracias a las subvenciones públicas. Y quien paga manda; en el caso de la prensa, quien paga, dicta.

¡Y se sorprenden los periodistas de que cualquier ‘youtuber’ con el pelo teñido de azul o vestido con un mono que señale las mentiras del discurso oficial duplique la audiencia de los telediarios! 

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