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Licenciada en Periodismo por la Universidad CEU San Pablo y Máster en Periodismo de Agencia por la Universidad Rey Juan Carlos. Tras casi una década en el Grupo Intereconomía (La Gaceta, Intereconomía TV y Semanario Alba), es ahora jefa de Prensa del Grupo Parlamentario VOX en el Congreso de los Diputados.
Licenciada en Periodismo por la Universidad CEU San Pablo y Máster en Periodismo de Agencia por la Universidad Rey Juan Carlos. Tras casi una década en el Grupo Intereconomía (La Gaceta, Intereconomía TV y Semanario Alba), es ahora jefa de Prensa del Grupo Parlamentario VOX en el Congreso de los Diputados.

El voto útil

17 de julio de 2023

A una semana escasa de las elecciones y cuando la campaña electoral apura sus últimos días, el líder del Partido Popular nos regala la frase clave para entender esto del voto útil.

Ni escaños a repartir en cada provincia ni tablas de ley d’Hondt para dummies ni restos ni recuentos. La mejor y más clara explicación sobre la utilidad de su (nuestro) voto la expresa, vía titular, el señor Feijoo: «Si necesito 20 escaños voy a hablar con el PSOE», dice el líder del Partido Popular, que ha manifestado también en las últimas horas su disposición para alcanzar acuerdos —no sería la primera vez del PP— con los nacionalistas vascos.

Así las cosas, el escenario es cristalino: dada la oficial aversión de los populares a VOX, el partido de Abascal será la última opción de los de Génova. Y decimos la última opción porque, como ocurrió en Extremadura, y muy por encima de las grandilocuencias de campaña, no resulta muy creíble que el Partido Popular, pudiendo gobernar gracias a VOX, lleve a los españoles a unas nuevas elecciones despreciando la voluntad de una mayoría que habría expresado en las urnas su deseo de cambio.

Descendamos a ecuaciones concretas:

  • Si el Partido Popular obtiene un gran resultado que le permite gobernar en solitario, lo hará —como es evidente—.
  • Si el Partido Popular obtiene un buen resultado y le basta para alcanzar acuerdos con los votos del nacionalismo vasco y catalán… gobernará con los votos del nacionalismo.
  • Si el Partido Popular obtiene un resultado que le permite alcanzar acuerdos y consigue convencer a los de Ferraz para que se abstengan y gobernar en minoría… lo hará, según las últimas declaraciones del propio Feijoo.
  • Y, por último, si el Partido Popular obtiene un resultado que, junto con los escaños de VOX suma más de 176 y permite, por tanto, desbancar a la izquierda… cabe presumir que acabará gobernando con VOX si, y siempre si, no tiene ninguna otra opción. (Léase Extremadura, donde pese a la inquina inicial manifestada por los populares, la realidad —y la indignación de la militancia— se impuso, y los de la gaviota entraron en razón y alcanzaron un pacto con VOX).

De las cuatro opciones anteriores hay tres —las primeras— que supondrían en la práctica un mero cambio de siglas en España: Se descuelga en Moncloa la cortina roja para poner la azul. La ley de memoria histórica sigue vigente —como ha ocurrido en Andalucía—; las leyes de aborto, eutanasia y trans se consolidan en España porque es la hora de los números; no hay debate social y bla, bla, bla. La desigualdad lingüística —ésa que impide que un niño andaluz pueda estudiar en español en un colegio vasco— se incrementa como pago del PP al nacionalismo por los servicios prestados. Los grandes debates del futuro —soberanía energética y alimentaria, ecologismo radical versus conservadurismo sensato— se arrinconan como anatema y las políticas de inmigración, género e imposición ideológica siguen inalteradas, que para algo ha pactado el extremo centro. El gatopardismo del bipartidismo, mera alternancia de siglas y colores.

Muy al contrario, si la España del 24J es la del cuarto escenario (la del pacto PP-VOX) ocurrirá como en Valencia, en Baleares o en Castilla y León y serán efectivas las políticas del cambio real: menos dinero para sindicatos y menos gasto superfluo. Defensa firme de los agricultores y ganaderos frente a una Bruselas que se ha olvidado de ellos. Políticas de protección a las familias y a los jóvenes. Defensa de la libertad de los padres para educar a sus hijos, lejos de la imposición ideológica tan del gusto de la izquierda… Cambios reales que ya han llegado a algunas regiones de España y que ahora, con los escaños color verde, podrían alcanzar a todo el territorio nacional. Exactamente lo que cualquiera que quiera que España cambie entiende por voto útil.

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