Pablo Echenique le contaba el pasado fin de semana a una muy progre y muy feminista periodista de ‘El País’ que va por la vida sin calzoncillos. Y la muy progre y muy feminista periodista le aguantaba la gracieta al ya célebre intérprete de la jota ‘Chúpame la minga, Dominga’, sin ir a ponerle una denuncia por acoso sexual porque, no nos engañemos, es de izquierdas y es discapacitado. Sobre todo por lo primero. Solo así se puede entender que la señora no le respondiera al portavoz de Unidas Podemos que nos importa tanto como si decide ir con pañal o con coquilla.
Me habría gustado ver a la periodista si le llega a decir algo parecido un hombre que no parezca recién salido de un taller de deconstrucción de la masculinidad y de derechas como Santiago Abascal o Borja Sémper. Bueno, si vamos a mentar a Sémper dejémoslo solo en un hombre que no parezca recién salido de un taller de deconstrucción de la masculinidad. Pero sin desviarnos del tema: Echenique concedía una entrevista con motivo de la publicación de su libro autobiográfico ‘Memorias de un piloto de combate’. Solo Dios sabe por qué ha decidido llamarlo así, por mucho que ir contando a las mujeres con las que no se tiene una relación qué ropa interior se lleva o no se lleva sea como de sentirse Maverick.
No sería posible reunir en una sola columna todos los ejemplos de la doble vara de medir de la izquierda. Aquí no hay debates sobre si «solo sí es sí». Echenique dice su frase y las señoritas de izquierdas se convierten en las perfectas sumisas, maravillosamente encarnada por la sumisa entre las sumisas: Irene Montero. Que aquí ni encuentra violencia política contra las mujeres, ni siquiera una pequeña falta de respeto. Pero si se comparte vida y carrera con el azotador de periodistas Pablo Iglesias, es lógico. Los machos alfa de Podemos, ya se sabe.
Echenique se inspiró para su decoración digna de adolescente del Elías Ahuja en su compañera de filas Ione Belarra, que hizo una aparición estelar sin sujetador en un mitin con la novia de Iglesias la semana anterior. El método de hacerse la liberada por lo que es simplemente ir hecha unos zorros es tan burdo que parece mentira que funcione, aunque teniendo votantes -y votantatas y votontos, supongo- dispuestos a creerse que con la suelta de violadores se ha protegido mejor a las mujeres, como dice sin ponerse roja Victoria Rosell, cualquier cosa es posible.
Y mientras hablamos de la lencería de los podemitas, Bildu y ERC han paralizado la reforma del «sólo sí es sí», y el también muy progresista y muy feminista Sánchez sigue haciendo vida normal, posando en alfombras rojas con los actores o haciendo teatros con militantes del PSOE random con los que juega a la petanca o toma un café hablando de maravillosas medidas del gobierno que les han cambiado la vida sin haberse ni aprobado. Y nosotros lo consentimos. Y el PP le ayuda. El pan de cada día de nuestra demencial España.