«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
La Gaceta de la Iberosfera
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Amando de Miguel es catedrático emérito de Sociología en la Universidad Complutense (Madrid). Siguió estudios de postgrado en la Universidad de Columbia (New York). Ha sido profesor visitante en las Universidades de Texas (San Antonio) y de Florida (Gainesville). Ha sido investigador visitante en la Universidad de Yale (New Haven) y en El Colegio de México (DF). Ha publicado más de un centenar de libros y miles de artículos. El último libro publicado: Una Vox. Cartas botsuanas (Madrid: Homo Legens, 2020). Su último trabajo inédito: “La pasión autoritaria de los españoles contemporáneos”.
Amando de Miguel es catedrático emérito de Sociología en la Universidad Complutense (Madrid). Siguió estudios de postgrado en la Universidad de Columbia (New York). Ha sido profesor visitante en las Universidades de Texas (San Antonio) y de Florida (Gainesville). Ha sido investigador visitante en la Universidad de Yale (New Haven) y en El Colegio de México (DF). Ha publicado más de un centenar de libros y miles de artículos. El último libro publicado: Una Vox. Cartas botsuanas (Madrid: Homo Legens, 2020). Su último trabajo inédito: “La pasión autoritaria de los españoles contemporáneos”.

En política no hay aliados

26 de mayo de 2021

No hay aliados para siempre, por mucho que algunas afinidades se muestren históricas. En todo caso, se establecen alianzas ocasionales, siempre, con ciertas reservas. Durante la II Guerra Mundial, Churchill y Stalin se vieron obligados a considerarse como aliados, aunque ellos, personalmente, se situaran en las antípodas ideológicas del otro.

No es malo que las relaciones entre las naciones, o mejor, entre los Estados, se basen en una calculada desconfianza. Es algo que resulta inevitable. Es muy difícil que las alianzas internacionales se mantengan en pie de igualdad. Lo normal es que una potencia sea la que, siempre, marque la iniciativa, mientras los otros miembros de la coalición juegan el papel de feudatarios. Pongamos el caso de la colaboración de las tropas españolas con las de los Estados Unidos de América en la reciente guerra de Afganistán. El Gobierno de España envió a sus militares hace dos décadas, tal como lo requería el mando militar de los Estados Unidos de América. Ahora, el presidente de los Estados Unidos ha decido retirar sus tropas del teatro de operación de Afganistán. El Gobierno español ha hecho lo propio con sus militares, sin que nadie se pregunte por la lógica de tal decisión “soberana”. Se trata de la pauta de todas las operaciones militares “conjuntas”.

Está claro que Marruecos es una satrapía, un sultanato prepóstero (de otra época), con el que, difícilmente, se pueden establecer alianzas

Las alianzas internacionales son una metáfora de las uniones matrimoniales, idealmente, consideradas como indisolubles. Sin embargo, en el panorama internacional, las coaliciones son circunstanciales. Pueden serlo, asimismo, cuando se producen dentro de un mismo país. Por ejemplo, en Cataluña actúan varias formaciones políticas independentistas. Lo lógico sería que se produjera una estrecha colaboración, y aun fusión, entre todas ellas. Pero, la realidad nos dice que predominan los recelos mutuos. Está claro que el objetivo común de la ansiada “independencia” no lleva a constituir una piña, una verdadera alianza. Pesa mucho más la orientación ideológica: unas fuerzas son de izquierdas y otras de derechas. Por encima de todo, en los independentistas catalanes predomina los intereses personales de llegar al poder y disfrutar de sus privilegios.

Hay veces en que la confrontación inicial se transforma en una alianza un tanto forzada, pero, duradera. Estados Unidos venció a la Alemania nazi y al Japón imperial durante la II Guerra Mundial. La victoria contribuyó a la hegemonía de los Estados Unidos. Pues bien, después de la guerra, tanto Alemania como Japón, “democratizados” a la fuerza por los Estados Unidos, pasaron a ser sus más fieles aliados, fuera de las potencias anglófonas. Aun así, nótese que, en la Organización de las Naciones Unidas (creación estadounidense, con sede en Nueva York), tanto Alemania como Japón, carecen del derecho de veto, que corresponde a los aliados en la guerra. Entre ellos, China (rival del Japón) y Francia o el Reino Unidos (rivales de Alemania).

Lo lamentable es que el Gobierno español ha evitado protestar por tal contradiós ante los tribunales internacionales

Mientras subsista la idea de la soberanía nacional, un Estado no puede confiar, plenamente, en otro; del mismo modo que se establece tal relación entre algunas personas. Sirve de poco que los respectivos Gobiernos pertenezcan al mismo polo ideológico. La izquierda suele asegurar que se mueve por ideales, al tiempo que considera a la derecha atenta a los intereses económicos. Es una falsa apreciación. Todos los movimientos políticos se mueven, en principio, por ideales. Ahora bien, una vez instalados en el poder, asoma la verdadera realidad de los intereses crematísticos. El principal es mantenerse en el poder a toda costa, gozando de los indudables privilegios que les corresponden. Es algo que no se puede evitar, pues el poder político consiste, esencialmente, en favorecer a unos u otros grupos. Naturalmente, es algo que no suele hacerse explícito, pero es real.

Vayamos de los principios a los hechos. El Gobierno español ha desaprovechado la ocasión de denunciar al reino de Marruecos (no solo aliado, sino amigo, y hasta hermano) por la felonía de organizar la invasión de Ceuta con miles de jóvenes. Se trata de un vergonzoso atentado contra los derechos humanos y el Derecho Internacional. Lo lamentable es que el Gobierno español ha evitado protestar por tal contradiós ante los tribunales internacionales; pesa más la ideología de llevarse bien con “nuestro vecino del sur”. Está claro que Marruecos es una satrapía, un sultanato prepóstero (de otra época) con el que difícilmente se pueden establecer alianzas.

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