«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
La Gaceta de la Iberosfera
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Enrique García-Máiquez (Murcia, pero Puerto de Santa María, 1969). Poeta, columnista y ensayista. Sus últimos libros son 'Verbigracia', (2022) poesía completa hasta la fecha; y 'Gracia de Cristo' (2023), un ensayo sobre el sentido del humor de Jesús en los Evangelios
Enrique García-Máiquez (Murcia, pero Puerto de Santa María, 1969). Poeta, columnista y ensayista. Sus últimos libros son 'Verbigracia', (2022) poesía completa hasta la fecha; y 'Gracia de Cristo' (2023), un ensayo sobre el sentido del humor de Jesús en los Evangelios

Erasmus hispánico

1 de marzo de 2024

Este año el día de Andalucía ha propiciado un espléndido puente escolar. En mi casa, hemos aprovechado para visitar el Levante Feliz. No hemos sido los únicos. En los bares de carretera, en Murcia primero y luego en Valencia nos encontrábamos con familias andaluzas de visita. Para un escéptico de las comunidades autónomas como yo, era un motivo añadido de felicidad ver que el día que quieren que sea de exaltación de la patria andaluza y, oh, su bandera verdiblanca y toda la pesca, muchísimos andaluces optábamos por la confraternización con la larga y ancha España.

Y qué bonita es. Si uno la cruza de oeste a este por la franja sur, no creo que haya mejor época que el invierno, con los almendros florecidos. ¡Cuántos hay! Otro placer es ver que tampoco nuestros compatriotas son compartimentos estancos y que nos reciben con una desbordante hospitalidad. Una amiga valenciana le pidió al encargado de su huerto que me explicase cómo se hace una paella y era admirable ver a ese caballero, sin ninguna fe en mis posibilidades como paellero o paellista, explicándome tan divertido y generoso todos los pasos. Cuantísima simpatía encuentra uno en cada rincón.

Y cuánta belleza. En Murcia, para compensarnos de que la extraordinaria portada de su catedral estuviera en obras de restauración, fuimos a los dos Museos, el Gaya y el Salzillo. Qué de luz en ambos. Lo de Valencia es asombroso. Todo lo que presumen de playas y de paellas, lo podrían hacer de gótico y de barroco, pero no quieren apabullar, por lo visto. Y más allá de cualquier presunción están el Santo Cáliz y el Lignum Crucis de la Catedral. Que valen más que un viaje: una peregrinación.

Todo esto lo cuento con una intención muy sencilla. Urge recorrer España. Es un acto de rebeldía contra quienes quieren compartimentalizarnos administrativa y sentimentalmente. De eso, nada. Hay que ir y venir, jugando a la comba con las fronteritas inventadas.

Muchas causas sobrepuestas influyen en que los españoles nos conozcamos cada vez peor. Por supuesto, las ya mentadas autonomías con sus sistemas educativos desgajados y sus televisiones localistas. Pero también la supresión de la mili quitó un modo de mezclarnos unos con otros. La masiva creación de universidades provinciales ha amortiguado mucho la movilidad universitaria. Las nuevas tecnologías han reducido de otra forma el contacto profesional directo. La moda de los viajes exóticos conlleva que viajemos menos por nuestro país. Todas estas realidades tienen ventajas indudables, no las niego; pero el caso es que viajamos menos y nos tratamos poco. Perdemos todos.

A veces se dice que la dinámica autonomista y nacionalista es imparable. Qué va. Políticamente se podrán hacer muchas cosas, pero, además, cultural y socialmente hay campo para la acción. Arbitrar una especie de Erasmus hispánico, que permita a los bachilleres y universitarios españoles hacer estancias de estudio en su propia patria sería una idea sencilla, muy hacedera, pero de gran utilidad para el futuro.

El trato hace el cariño, no se ama lo que no se conoce y España merece muchísima más atención. Los ministerios de Educación, de Asuntos Territoriales y de Cultura, sobre todo, tendrían que facilitar los viajes y las estancias de los españoles en nuestro país. Y nosotros, por nuestra cuenta y riesgo, como quintacolumnistas de la unidad nacional, tenemos que conocer como la palma de nuestra mano todas las regiones de España, sus paisajes, sus monumentos, sus tradiciones y sus gentes. Será una rebelión gustosa.

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