El pulso entre Obama y los republicanos entra en su recta final y los mercados estĆ”n, de momento, tranquilos, lo que da a entender que la sangre no llegarĆ” al rĆo y al final se impondrĆ” la sensatez y se alcanzarĆ” un acuerdo. El sentido comĆŗn apunta en ese sentido, y mĆ”s en un mundo que, al margen de la vieja Europa, todavĆa sigue siendo muy dependiente de la polĆtica y de la economĆa de Estados Unidos y del privilegio del dólar como todavĆa moneda Ćŗnica de reserva mundial. Ayer mismo Christine Lagarde, directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), advertĆa de que si Estados Unidos termina sometiĆ©ndose a la suspensión de pagos, la economĆa mundial se verĆa abocada a una āinterrupción masivaā.
QuizĆ”s resulte algo exagerado, pero la verdad es que la opinión pĆŗblica asiste atónita a este teatro polĆtico a la espera de ver quiĆ©n pestaƱea primero, si lo hace el presidente Obama o el Partido Republicano, porque a nadie en su sano juicio le parece prudente el recurso continuo a la ruleta rusa cómo fórmula mĆ”s razonable a la hora de gobernar un paĆs. Desde 1997 el Congreso no ha aprobado en plazo un presupuesto, y en 74 ocasiones ha sido necesario elevar el techo de la deuda, que hoy asciende al inabarcable guarismo de 17,6 billones de dólares. Obama, hasta la fecha, ha utilizado el poder para llevar a cabo una transformación en dirección estatista, lo que implica un gasto pĆŗblico siempre creciente como porcentaje del PIB, una expansión de las exacciones fiscales para financiarlo sin llegar ni aproximadamente a conseguirlo y, en consecuencia, una deuda pĆŗblica cada vez mayor no ya en tĆ©rminos absolutos sino, una vez mĆ”s, como proporción de la riqueza nacional. Una situación que, como ha ocurrido en EspaƱa, amenaza la capacidad de EE UU de obtener dinero barato de todo el mundo.
Con la amenaza de no autorizar en el Congreso el aumento de ese lĆmite, los republicanos que consideran que el Gobierno de Obama es el problema y no la solución, han lanzado un órdago para cobrarse una pieza mayor, el llamado Obamacare o reforma de la sanidad, y asestar un golpe definitivo al inquilino de la Casa Blanca, ademĆ”s de proporcionar una ventaja considerable al senador republicano Ted Cruz, quien ya estĆ” pensando en las presidenciales de 2016. Pero la situación se puede volver en contra de los republicanos porque, a medida que pasan los dĆas, el descontento popular con esta situación aumenta y recae cada vez mĆ”s sobre los opositores del presidente, el cual ha visto mejorar ligeramente su popularidad. Por ello, al final ācomo ha pronosticado brillantemente el multimillonario Warren Buffettā āiremos hasta el punto de la extrema idiotez, pero no lo superaremosā.Ā