«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
La Gaceta de la Iberosfera
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Iván Vélez (Cuenca, España, 1972). Arquitecto e investigador asociado de la Fundación Gustavo Bueno. Autor, entre otros, de los libros: Sobre la Leyenda Negra, El mito de Cortés, La conquista de México, Nuestro hombre en la CIA y Torquemada. El gran inquisidor. Además de publicar artículos en la prensa española y en revistas especializadas, ha participado en congresos de Filosofía e Historia.
Iván Vélez (Cuenca, España, 1972). Arquitecto e investigador asociado de la Fundación Gustavo Bueno. Autor, entre otros, de los libros: Sobre la Leyenda Negra, El mito de Cortés, La conquista de México, Nuestro hombre en la CIA y Torquemada. El gran inquisidor. Además de publicar artículos en la prensa española y en revistas especializadas, ha participado en congresos de Filosofía e Historia.

Estructuras inútiles

25 de marzo de 2022

Cientos de miles de agricultores, ganaderos y cazadores de toda España se manifestaron el pasado domingo en la arteria central de Madrid para pedir medidas de protección para el mundo rural. A la creciente despoblación del agro español, fenómeno de escala mundial que responde a muy diversas causas, se une la asunción, por parte de amplios sectores de la nuestra sociedad, de lo que algunos han dado en llamar «religión climática», rótulo favorecido por una serie de semejanzas. Entre ellas, la que se puede establecer entre la cuaresma y el rechazo del consumo de carne propugnado por un veganismo que tendría mucho de animalismo, factor este que conecta con la religión primaria de la que en su día hablara Bueno. A las leyes de bienestar animal se suma la demonización de la caza y, por supuesto, de la tauromaquia. Todo ello, unido a la crisis energética actual, ha puesto al campo español al borde de la asfixia. 

Las impresoras 3D todavía no pueden sustituir a la reja de acero y a la vertedera que se hunden en la tierra

Una semana después del comienzo de las protestas, la huelga del transporte de mercancías, sector muy afectado por la subida de precio del combustible, ha mostrado a muchos una realidad que pasaba inadvertida debido a un marasmo identitario convertido en una industria con los pies de barro, imagen que ilustra a las claras el problema al que nos enfrentamos, pues, al cabo, por más metaversos que se nos ofrezcan, las impresoras 3D todavía no pueden sustituir a la reja de acero y a la vertedera que se hunden en la tierra. Laten en estas quejas muchos ecos. Entre ellos, algunos con resonancias luditas. Que la mecanización e incluso la robotización del campo es imparable es, no obstante, algo indiscutible. No hay más que darse un paseo por una feria de maquinaria agrícola para darse cuenta de los avances tecnológicos que la industria ofrece día tras día. Sin embargo, no todos los agricultores están en disposición de subirse, nunca mejor dicho, al carro o, por mejor decir, al tractor o la cosechadora, del progreso. Por otro lado, el campo es mucho más que semillas y fertilizantes, hoy pagados a precio de oro.

Subvencionados por el Estado, los citados sindicatos (UGT y CCOO) (…) son una mera herramienta del desnacionalizador Estado de las Autonomías, estructura garante de la desigualdad entre españoles

La gran marcha sobre las calles madrileñas evidencia no sólo el distanciamiento entre las gentes del campo y las de ciudades que, en el caso que nos ocupa, se han convertido en verdaderos sumideros de muchas de las fuerzas productivas patrias. Las imágenes del pasado domingo ofrecen otra realidad: la desconexión de las grandes centrales sindicales con esos cientos de miles de personas que se manifestaron y todas aquellas que se identifican con sus protestas. Puestos al servicio de causas del todo ajenas a las reivindicaciones que se escucharon en la Castellana, sindicatos como UGT y CCOO ni siquiera se plantearon acudir a la manifestación, sabedoras del mal recibimiento que hubieran recibido por parte de quienes nunca han hallado en ellos amparo. Subvencionados por el Estado, los citados sindicatos, que días después convocaron una manifestación que resultó un auténtico fiasco, son una mera herramienta del desnacionalizador Estado de las Autonomías, estructura garante de la desigualdad entre españoles manejada por las oligarquías locales a las que sirven unas organizaciones que fantasean con la defensa de un mito: la clase obrera universal. 

UGT y CCOO han resultado ser estructuras inútiles ante la desindustrialización de una España a cuya fragmentación han contribuido decisivamente

Subproductos del tardofranquismo, UGT y CCOO han resultado ser estructuras inútiles ante la desindustrialización de una España a cuya fragmentación han contribuido decisivamente al ponerse al servicio de las políticas autonomistas que tanto han erosionado gremios como el educativo o el sanitario. Si la industria neotécnica, por decirlo en terminología de Munford, propició en su día el éxodo rural y el surgimiento de masas obreras empobrecidas que debieron organizarse para defender sus intereses, la beatitud con la que estos sindicatos abrazan hoy la Agenda 2030 contribuye a la dominación de un puñado de multinacionales y agendas verificadoras sobre un colectivo casi universal de trabajadores a los que, en el caso español, tratan de pastorear, afortunadamente sin éxito, los muchachos de Álvarez y Sordo.

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