El pasado 9 de mayo, día de Europa, la Comisión, el Consejo y el Parlamento europeos desvelaban 49 propuestas de reforma de la Unión Europea emanadas de un desconocido conciliábulo que, bajo el nombre de “Conferencia sobre el Futuro de Europa”, se presentaban como “un ejercicio inédito de participación de los ciudadanos”.
Seguramente, el sufrido lector no sabe nada de esto. No es culpa suya. A los ciudadanos europeos se nos está ocultando deliberadamente este opaco proceso impulsado por las élites de Bruselas que ya han decidido sobre nuestro futuro y que no están muy interesadas en que conozcamos lo que están haciendo, no vaya a ser que no nos guste.
Se autodenominan demócratas, pero sobre los ciudadanos y sobre nuestros problemas, no quieren ni oír hablar.
Se lo resumo: en Bruselas están disponiendo de nuestra libertad y de la soberanía de nuestras naciones. De nuestras vidas
De lo que sí pudimos participar a través de las redes sociales los 477 millones de ciudadanos europeos que fuimos cancelados del mal llamado “Debate sobre el Futuro de Europa”, fue del bochornoso “Kumbayá dance”. En las gradas y escaños del Parlamento Europeo, representantes de la Comisión, del Consejo y parlamentarios europeos, que esperaban como el Maná el narcisista discurso de Macron, palmotearon torpemente la lamentable e infantil performance “panem et circenses”.
Y así, y a nuestras espaldas, las élites de Bruselas han puesto en marcha un proceso para proponer sus reformas federalistas y globalistas con objetivos y fines predeterminados: una integración europea más profunda y el establecimiento de una Unión federal entre los Estados, es decir, la creación de un Estado unitario europeo.
Los 477 millones de ciudadanos europeos seguimos sin saber qué nos jugamos, o, dicho de otra manera, ¿de qué están tratando de disponer sin nuestro consentimiento desde la lejana Bruselas? Se lo resumo: están disponiendo de nuestra libertad y de la soberanía de nuestras naciones. De nuestras vidas.
Y esto, porque el 80 por ciento de las propuestas conlleva una mayor transferencia de competencias nacionales a las instituciones de la Unión. Por ejemplo: ampliar las competencias de la UE en materia de defensa o inmiscuyéndose en materia de sanidad. ¡Ahí es ná!
Para ello, proponen cambiar las reglas de juego y pulverizar la salvaguardia que constituye para la soberanía de los Estados miembros la toma de decisiones en el Consejo por unanimidad —mecanismo esencial para la protección de los intereses de los ciudadanos- sustituyéndolo por la mayoría cualificada.
Respecto a quién tratará de legitimar la continuidad del ninguneo a los ciudadanos europeos, pretenden encasquetárselo a los desconocidos miembros de la Conferencia sobre el Futuro de Europa
Pero lo cierto y verdad es que, este pretendido asalto de la UE a la soberanía de las naciones está recibiendo una contundente y merecida respuesta de rechazo.
No había concluido la pomposa y ofensiva ceremonia, cuando 13 de los 27 Estados miembros de la UE documentaron su rechazo a la puesta en marcha de un procedimiento para cambiar los Tratados europeos impulsada por el Parlamento Europeo, el presidente francés Emmanuel Macron y la presidenta de la Comisión, Úrsula von der Leyen.
Y así, con el rechazo de la mitad de la UE a cambiar los Tratados, llegamos a hoy. No han pasado ni 15 días y por Bruselas circula el runrún de que algunos de “los peces gordos de la UE” están haciendo ciertos ejercicios de repliegue. Se dice, se rumorea, que por Bruselas circula una carta de los Gobiernos de Alemania, Bélgica, Italia, Luxemburgo, los Países Bajos y España en la que dan un visto bueno circunspecto a cambiar los Tratados. A la espera estamos de que acabe la presidencia rotatoria de la UE para descubrir si Francia se adhiere a la propuesta.
Quienes han leído la carta cuentan que es bastante matizada, “Seguimos en principio abiertos a los cambios necesarios en los Tratados de forma conjunta”, y que hace un llamamiento a la Comisión a diferenciar entre los cambios que pueden implementarse rápidamente y aquellos que requerirían cambios en los Tratados.
Se desatará la furia de eurodiputados federalistas y globalistas cuando vean que no se prioriza la consideración de sus descabelladas propuestas
El repliegue, como todos sabemos, no equivale a retirada. Y los llamados pesos pesados de la UE, acostumbrados a imponer su voluntad, están pidiendo un nuevo grupo de trabajo “ad hoc” y un “proceso interinstitucional” para coordinar nuevos debates entre las tres instituciones de la UE.
Respecto a quién tratará de legitimar la continuidad del “ninguneo a los ciudadanos europeos”, espinosa cuestión para los peces gordos que quieren nadar y guardar la ropa, pretenden encasquetárselo a los desconocidos miembros de la Conferencia sobre el Futuro de Europa. Sí, los del “Kumbayá dance” serán quienes dentro de unos meses deberán informar a los ciudadanos sobre el progreso realizado.
La mala noticia para los defensores de la expropiatoria reforma es que no parece factible (aunque no lo descarten) escuchar, en un futuro próximo, a la ex ministra de Defensa de Alemania y hoy presidenta de la Comisión Europea, Úrsula von der Leyen, amenazando y chantajeando a la mitad de los Estados miembros de la UE que rechazan la reforma con retenerles el pago de los fondos europeos, así como los préstamos que hayan solicitado para la recuperación económica pospandemia. Tal y como hizo, y sigue haciendo la UE desde el más aborrecible autoritarismo, con Polonia y Hungría. Y esto, por no plegarse ni resignarse a ser devorados por el actual orden híbrido globalista imperante en Bruselas.
Presumiblemente en junio, el Parlamento Europeo votará sobre el llamamiento a una Convención para iniciar el proceso de cambio de los Tratados. De aprobarse, lo cual es altamente posible, esto provocaría una votación en el Consejo que necesitaría una mayoría simple, lo que en este momento parece poco probable dada la oposición manifestada por 13 Estados miembros de la UE27.
La UE se fundó, y así debe permanecer si de verdad quiere ofrecer prosperidad a los ciudadanos, como un club de cooperación voluntaria entre naciones
Conviene recordar que, técnicamente, no hay reglas vinculantes que obliguen a la UE a aprobar ninguna de las propuestas y que, el Consejo Europeo ya ha hecho vagas declaraciones al respecto: “Realizaremos un examen serio y cuidadoso”.
Tras la plenaria de junio en el Parlamento Europeo, les contaremos sobre la furia que se prevé se desate por parte del amplio espectro de eurodiputados federalistas y globalistas —los mismos que desprecian los intereses de los ciudadanos y de las naciones soberanas— cuando vean que no se prioriza la consideración de sus descabelladas propuestas que no son otra cosa que la promoción de sus propios intereses institucionales —también personales— como es el de otorgarse un derecho de iniciativa legislativa.
E insisto, como seguiré insistiendo en un futuro, en el hecho de que la integración europea es un medio, no el fin en sí mismo. Que la UE se fundó, y así debe permanecer si de verdad quiere ofrecer prosperidad a los ciudadanos, como un club de cooperación voluntaria entre naciones. Una unión de naciones soberanas que se alimente, complemente y refuerce mutuamente en la diversidad nacional, y donde la defensa de los intereses de algunos, por muy pesos pesados que sean, no justifica la creación de un imperio europeo gobernado por autócratas cuyas decisiones supriman el derecho inalienable de las naciones a decidir sobre su territorio, población, fronteras y soberanía nacional. Menos aún, sin el mandato de los ciudadanos.