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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Farmacias en pie de guerra

8 de noviembre de 2013
La mayoría de las más de 3.100 farmacias catalanas mantuvieron ayer cerrados sus establecimientos en respuesta a la insoportable situación financiera a la que les ha conducido el incumplimiento de los plazos de pago por parte de la Generalitat, que les adeuda 416 millones de euros por los medicamentos dispensados en recetas. La situación es insostenible para este colectivo –16 farmacias se han visto abocadas al cierre de sus establecimientos por esta causa– mientras el Gobierno sigue dilapidando dinero en campañas independentistas, aperturas de embajadas, inmersión lingüística o en mantener una televisión ruinosa a la que los presupuestos recién aprobados prevén destinar en 2014 una subvenciones por un importe de 209 millones de euros que representan algo más de la mitad de la deuda con los establecimientos de farmacia.
 
Un despilfarro insostenible y una injusticia clamorosa hacia este colectivo, de cuyos problemas e impagos, por supuesto, la Administración catalana no ha dudado en culpar una vez más al Gobierno de Mariano Rajoy. Una vieja cortina de humo que no tapa la nefasta gestión de CiU al frente del Ejecutivo catalán, que tiene una deuda de más de 55.000 millones de euros y se ha acogido en dos ocasiones al Fondo de Liquidez Autonómica, del que ha percibido más de 20.000 millones entre 2012 y 2013.
 
Ése y no otro es el problema. La mala gestión y el despilfarro de la Generalitat que, como en otras comunidades autónomas, está pidiendo a gritos una reforma de las Administraciones Públicas más decidida que meta en vereda a unos políticos derrochadores cuyos impagos han conducido hasta las filas del paro a cerca de 700.000 trabajadores autónomos y de pymes.La clave está en que para hacer frente a esta elevada deuda con los acreedores el Gobierno debería meter en vereda a las Administraciones responsables para adoptar un severo plan de austeridad, de forma que el dinero para el pago a los acreedores surja del ahorro en las distintas partidas de los presupuestos oficiales y no de una línea de créditos a medio plazo que al final tendremos que devolver los contribuyentes.  
 
 
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