«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

El federalismo es un mantra vacío, no una solución

2 de diciembre de 2013
  • El PSOE es, con cierta ventaja, el partido que más años ha gobernado en estos casi cuarenta años de democracia, pero, por alguna infeliz coincidencia, nunca ha tenido tiempo para aplicar sus medidas más ocurrentes, en las que solo cae cuando no gobierna.

    La última de estas ocurrencias, que un debilitado Rubalcaba ensaya como última tabla de salvación, es el ‘federalismo’, un viejo ‘ritornello’ que en nuestra política ha servido más de rumor de fondo y consigna multiusos que como expediente práctico. Pero ahora sí que sí, nos asegura el veterano político que jamás dijo ‘digo’ donde había dicho Diego.

    No se le puede negar el sentido de la oportunidad al líder socialista. Con un presidente de la Generalitat amagando cada lunes y cada martes con una imposible consulta soberanista y un País Vasco en el que los compañeros de viaje del entramado etarra mantienen puestos de poder, el polvorín autonómico está alarmante cerca del estallido, y he aquí que el PSOE llega con la solución; Estado federal.

    No es probable que sepan bien en qué consiste una federación, o entenderían que, históricamente, ha sido un proceso por el que estados independientes buscan avanzar, en palabras de los delegados de los Estados norteamericanos reunidos en Filadelfia, «hacia una más perfecta unión». El proceso puede observarse en países como Estados Unidos o Alemania, donde territorios soberanos se han amalgamado hasta formar una unidad que nadie en su sano juicio pondría en duda.

    Nuestro caso es exactamente el inverso: un reino que lleva unido medio milenio, algunos de cuyos territorios han emprendido un proceso de separación basado en mezquinos intereses políticos y basado en un sistema educativo y un panorama de medios subvencionados que quiere machaconamente convencer a los ciudadanos de que no son españoles e inocula en ellos un odio a España que se ha tolerado de forma incomprensible, acomplejada y cobarde.

    Intentar detener o encauzar la deriva separatista con el sueño federalista es como tratar de calmar a un cónyuge que amenaza con el divorcio proponiendo una nueva boda por el rito balinés.

    El federalismo no es solución y, sospechamos, Rubalcaba lo sabe. Nuestro problema no es unir estados independientes, sino evitar la disolución de España, algo que se lograría mucho antes dejando de claudicar ante los desafíos a la legalidad y negándose a seguir cediendo a las amenazas y las mentiras que con una palabra vacía a la que se aferra un político acabado para salvar del hundimiento a su partido. 

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