«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

¡Fíate de la Constitución y no corras!

2 de septiembre de 2014

Invocamos la Constitución como los aztecas al dios de la lluvia, le brindamos una veneración talmúdica y le otorgamos poderes taumatúrgicos. Con ella aventamos nuestros miedos y en ella ciframos nuestras esperanzas como antaño el carbonero le ofrecía su fe al latín de las plegarias que no entendía, sin preguntas y sin dudas. Creemos que los precipicios de nuestros vértigos  no se abrirán bajo nuestros pies porque la Constitución no lo permitirá. Estamos convencidos de que los fantasmas que incendian el sueño de nuestra realidad colectiva, al amanecer serán ceniza al viento porque la Constitución nos arropa y nos acuna. Porque la Constitución mece nuestra pereza y aplaca nuestra furia cuando se excita y crece en el sofá de casa, como crecen los michelines de los pusilánimes.

Con su intendencia de mentiras y emociones el 9 de noviembre espera, a dos hojas de calendario, para izar una estelada y bailar una sardana sobre el espíritu y la letra de esa Constitución tan voceada y tan celebrada, a la que el consenso acomplejado le ensanchó las tragaderas y le emasculó los colmillos convirtiéndola en el eunuco de guardia del serrallo de los separatistas. El desafío medra y se desboca en Cataluña, donde España es solo un bandolero cuya Sierra Morena está en «Madrit», casino castizo  de la tenebrosa Castilla según los fariseos del nacionalismo catalán, desde Prat de la Riba y Almiral hasta Pujol y Junqueras. Contra ese desafío  el antídoto es la misma Constitución sobre la que los separatistas han levantado sus almenas, y el pronóstico que desde «Madrit» se agita como un conjuro caldeo es la salida de Cataluña de Europa. O sea, que para los constitucionalistas, al igual que para los separatistas, el mal mayor no es que el 9 de noviembre se vote contra el ser catalán de España y contra el ser español de Cataluña, sino que Cataluña se vería obligada a exiliarse de Europa. Acojámosnos a la cofradía del carbonero que le ofrecía su fe al latín de las plegarias que no entendía: ¡ fíate de la Constitución y no corras! 

  

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