«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
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Vicepresidente Primero Acción Política de VOX. Jefe de la Delegación de Vox en el Parlamento Europeo. Abogado del Estado
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Golpe al Estado de derecho

14 de diciembre de 2022

Pedro Sánchez, el autócrata sin escrúpulos, va lanzado a tumba abierta a la demolición de la nación española. Ejecuta sistemáticamente la voladura de los resortes espirituales y garantías jurídicas de protección del pueblo español. Con la misma frialdad y con la misma maldad que se detonan las torres de las centrales térmicas, dejando indefensas a familias y empresas españolas frente a la subida de los precios de la energía y la dependencia del extranjero, ha procedido a la detonación, en tiempos, de la nación.

Una nación (…) es tradición y futuro, un código de sentimientos, convicciones, intuiciones y reglas

Una nación es esa comunidad con una historia común compartida que se reconoce y afirma en la historia, por sí misma y por terceros; constituida –otros lo vieron antes que yo– por los muertos, los presentes y los que están por nacer; con un sistema de usos, costumbres y tradiciones, instituciones y reglas, otrora no escritas, hoy ya codificadas. Una nación es lo ya hecho, lo que estamos empeñando, y lo que queda por hacer. Es tradición y futuro, un código de sentimientos, convicciones, intuiciones y reglas.

Muchos han olvidado que el fundamento de la Constitución es España, que España es el sujeto político originario y preexistente que hay que salvaguardar. La Ley de Memoria Democrática no es mala solo porque ordene la demolición o destrucción de tal o cual edificio, cruz o placa; porque prive de honores a españoles que los ganaron o porque prevea la extinción de derechos y organizaciones. La Ley de Memoria Democrática es intrínsecamente mala porque ataca directamente la nación, porque busca el expolio de nuestra historia común compartida, buena o mala, pero la nuestra. Hurta, expolia, secuestra lo compartido.

La Ley de Memoria Democrática es intrínsecamente mala porque ataca directamente la nación

Las leyes de género no son malas solo porque atenten contra el artículo 14 de la Constitución o vulneren la presunción de inocencia del varón, o creen un entramado de asociaciones y organizaciones que parasitan los presupuestos del Estado y no defienden a las mujeres en ningún caso como demuestran los datos. Las leyes de género son intrínsecamente malas porque atacan directamente la convivencia y las relaciones personales entre hombres y mujeres, colocándolas bajo sospecha, y con ello a la familia, que es base de la nación en tanto que comunidad.

Pedro Sánchez, el autócrata sin escrúpulos, movido no solo por su afán de mantenerse en el poder, sino por un resentimiento enfermizo, se ha concertado con los separatistas para la demolición del endeble edificio jurídico –digo endeble porque las diversas reformas legales habidas en el orden penal las últimas décadas lo han debilitado– que protege la unidad jurídica y política de la nación.

Derogar el delito de sedición, corromper la naturaleza de la malversación de caudales públicos y asaltar, con un manifiesto fraude de ley constitucional, el Poder Judicial y el Tribunal Constitucional, usando y abusando de la mayoría parlamentaria que ha tejido con todos los enemigos declarados de la nación, golpistas y terroristas, es un nuevo episodio de la continuidad del ilícito. Por supuesto, que es un golpe al Estado de derecho, y un hachazo a la nación.

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