Los días se hacen largos y los años cortos, dice McCarthy, uno de esos grandes escritores que sólo ganará el Nobel si sobrevive a que le adelanten tropecientas minorías. Roth no lo consiguió. Días largos, años cortos y campañas eternas. Recuerdo un test con el que me diagnosticaron rondar el trastorno de déficit de atención. Lo que en mi época se llamaba «un niño nervioso» que «se distrae con una mosca». Me dijeron cómo afectaba eso a la memoria a corto plazo. La memoria de trabajo de los ordenadores, supongo. Somos una sociedad con déficit de atención. Mucha memoria a largo (el descubrimiento, la guerra civil o Franco) y poca a corto (ETA o la pandemia).
Hoy votamos. Y yo hago un esfuerzo por recuperar lo que mi memoria de trabajo olvida: No podría dormir con Podemos en el Gobierno. Con Bildu no vamos a pactar. Si quiere, se lo repito. Con los golpistas tampoco. Las maletas de Delcy. El negacionismo de este gobierno cuando el bicho se acercaba. Los dos o tres contagios del doctor Simón. La manifestación feminista a pesar del peligro. Los comunicadores progres del régimen que se burlaban del miedo a «una simple gripe». Ja, ja, ja. El encierro ilegal, eterno, al que nos sometieron. Los sanitarios sin batas ni mascarillas, los alò Pedro Sánchez de cada noche. Negocios cerrados, pérdidas, ruina. No poder despedirnos de nuestros mayores, ni siquiera enterrarlos. Las detenciones en la calle a quien osaba desafiar el encierro. Las mascarillas al aire libre. Las multas ilegales. Los chivatos. España lideraba el mundo por los contagios, las muertes y el desastre económico. Las mil y una mentiras. Iglesias haciéndose cargo de nuestros mayores y borrándose del mapa. El comité de expertos que nunca existió. Compromís azuzando el odio a los «madrileños que vienen a contagiar». El PSC valenciano manteniendo la hostelería cerrada cuando en todas partes se abría. Los carteles de «disponible» en tantísimos locales comerciales. La socialista Armengol, de copas, saltándose su propio toque de queda. Ministros a los que se les llena la boca de sanidad pública tratándose en la privada. Los perros pudieron pasear, nuestros niños no. Las mentiras de Calviño sobre la recuperación económica. El asalto a la justicia y a la educación. El enterrador Illa, un filósofo que llevaba el ministerio de sanidad de la peor forma y en el peor momento. Seguimos siendo el único país de nuestro entorno que no ha recuperado el PIB anterior al COVID. El chalé de Iglesias y Montero. Los enchufados en correos, en Renfe, en el CIS, en todas partes. Los premios a los golpistas y a los presos etarras. El Tito Berni. Las políticas trans. La suelta de violadores y pederastas. Compromís poniéndose del lado de los abusadores de niñas. Mónica García acogiéndose al bono social que tanto criticaba. El indulto a Juana Rivas, que secuestró a sus hijos y denunció en falso a su ex marido. El precio de la energía. El no a la nuclear. El ridículo Spain is back de la ministra Laya. La cagada con Argelia en el momento en que más necesitábamos su gas. Marruecos. Las subidas de impuestos. La imposibilidad de conseguir una cita en la administración. Las leyes a favor de los okupas. El gretismo. La deuda, el déficit. El maltrato a los autónomos. La traición a los saharauis. La publicidad institucional. El Falcon para ir de campaña, para ver conciertos, para todo. Las encuestas de Tezanos. Los etarras asesinos en las listas. La compra de votos. El peor gobierno en el peor momento. Que te vote Txapote.
Olvidamos lo que queremos recordar y recordamos lo que queremos olvidar, dice también Cormac McCarthy. Hagan memoria. Y voten.