«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
La Gaceta de la Iberosfera
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Alicante, 1987. Escribe noticias desde que tiene uso de razón. Ha trabajado en radio, prensa escrita y televisión en medios como Radio Intereconomía, El Toro TV y Okdiario. Siempre en los últimos reductos de la libertad de expresión.
Alicante, 1987. Escribe noticias desde que tiene uso de razón. Ha trabajado en radio, prensa escrita y televisión en medios como Radio Intereconomía, El Toro TV y Okdiario. Siempre en los últimos reductos de la libertad de expresión.

«Hijo de una señorita amiga del PSOE» hay que decirlo más

29 de octubre de 2022

Algo muy parecido al título cantaba hace unos años el cómico Ernesto Sevilla en un programa maravilloso que se llamaba La Hora Chanante. El otro día resonaba esa musiquilla en mi cabeza tras asistir en directo a la [nueva] cacería de la izquierda contra el vicepresidente de Castilla y León, Juan García-Gallardo, última bestia negra de los insultadores profesionales metidos a ofendidos por tratarse del primer miembro de Vox con responsabilidades de gobierno. Ahora, le aclaro, si usted quiere llamar «hijo de tal» a alguien tiene que cumplir un solo requisito: ser o parecer de izquierdas. Se consigue fácil en la mayoría de los casos: basta con peinarse con una picadora de carne como alguna ministra que no suma ni dos más dos, hablar siempre de “todas, todos y todes” o ponerse junto al avatar de Twitter un triángulo rojo o bobada similar que preferiblemente ya haya usado Pablo Iglesias para no ser original ni cuando se está siendo un pánfilo.

Que «el PSOE es una banda criminal hay que decirlo más». Porque lo es

A estas alturas de la semana ya habrán visto a García-Gallardo llamando en el parlamento regional «banda criminal» al PSOE y a una diputada socialista que el año pasado denominó «organización criminal» al PP rasgándose las vestiduras junto a la totalidad de medios de comunicación de izquierdas y algunos de centro-derecha. Exigiendo que pidiera perdón. Amenazando al PP si no rompía el pacto de gobierno. «Que se retracte si le queda un ápice de democracia», decía la alta carga socialista, que ni sabe lo que es un ápice ni sabe lo que es democracia. Entonces muchos escribimos en las redes sociales que «el PSOE es una banda criminal hay que decirlo más». Porque lo es. Y porque ya está bien. O jugamos todos, o rompemos la baraja. O ligamos todos, o las beneficiarias de los ERE de Andalucía al río.

Hemos llegado a un punto en que cualquier cosa dicha —o vomitada— por PSOE, Podemos y sus socios o votantes es libertad de expresión, sin más. «Hemofílicos» quienes osan manifestarse contra el «gobierno de la gente», «señor de la guerra miserable» Aznar, Ida/loca Díaz Ayuso. Todo correcto. Son de derechas. Mientras que afirmaciones como que Irene Montero, mujer sin mérito alguno para ser ministra más allá de sus relaciones personales, derrocha dinero público desde Igualdad son «violencia política».

Incluso se ven ahora insultadas y fulminadas del debate público feministas tradicionales, algunas cuasi centenarias a las que nunca preocupó la libertad de expresión que no fuera la suya y que ahora, cosas de la vida, se ven acompañadas por quienes hasta hace un minuto les parecimos fachas. Y que además, acostumbrados a esa cultura de la cancelación desde el colegio o la universidad las miramos casi con ternura.

De haberse cumplido las profecías de los Nostradamus climáticos habríamos desaparecido todos hace 16 años

Tampoco se puede insinuar que el cambio climático quizá no esté causado solo —ni en su mayoría— por el hombre sin que la entrevistadora de cabecera de Pedro Sánchez, María de los Ángeles Barceló, señale al atrevido como candidato a la muerte civil. Mientras ella o Alberto Garzón insisten en que el cambio climático «nos está matando». Un poco lento, eso sí. No lo digo por ellos a los que no deseo ningún mal más allá de disfrutar de las políticas que defienden sino porque de haberse cumplido las profecías de los Nostradamus climáticos habríamos desaparecido todos hace 16 años y aquí seguimos, aguantándolos. Y lo que nos queda.

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