«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
La Gaceta de la Iberosfera
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Actor. Cine, teatro y televisión. Fue diputado en el Congreso de los Diputados y jefe de grupo en las Cortes Valencianas. Actualmente trabaja en 7NN. Dirige y presenta 'ConToni' los sábados por la noche.
Actor. Cine, teatro y televisión. Fue diputado en el Congreso de los Diputados y jefe de grupo en las Cortes Valencianas. Actualmente trabaja en 7NN. Dirige y presenta 'ConToni' los sábados por la noche.

Hyde al cuadrado

1 de octubre de 2023

Un político decente, respetuoso con las instituciones democráticas, habría contestado a Feijoo. Debatiría de forma respetuosa sobre sus propuestas y presentaría las suyas. Pero Sánchez no es un político decente. Ha demostrado que no respeta las instituciones democráticas. Conceptos como la verdad, la lealtad institucional o la moralidad le son ajenos o le resbalan.

Debió pensar que era preferible enviar a otro en su lugar. ¿Para qué rebajarse? Mejor rebajar al rival. Es difícil, pero puede que, rascando, todavía quede por ahí algún diputado en su bancada capaz de hilar un discurso coherente. Pero, como el medio es el mensaje, para despreciar todavía más a su oponente, sacó a debatir a un cabestro: ni más ni menos que a Óscar Puente. Chulo en la tribuna y quejica en el AVE. El puño de hierro y la mandíbula de cristal de la izquierda de siempre. Imagino a Pedro y a su séquito riendo la ocurrencia. «¿Y si sacamos a Óscar?» «¡Ja, ja! ¡Qué bueno eres, presidente!»

Sánchez es el Hyde del socialismo. Pero en la investidura sacó a Hyde al cuadrado, al Hyde del Hyde. Quienes creíamos que no había nada peor que Ábalos, que nadie superaría a Zapatero, volvimos a equivocarnos. El PSOE puede cavar todavía más hondo. Vaya si puede.

Óscar salió, palillo en boca, a soltar rebuznos. Tras abandonar el Ayuntamiento de Valladolid despedido por los votantes y demostrar que se puede aparecer en un cochazo de una empresa adjudicataria de su ayuntamiento acompañado de una señorita desconocida sin que se te caiga la cara de vergüenza, Óscar subió a los cielos sociatas. Pertenece a la élite de los Ábalos y titos Bernis. Y, premiado vaya usted a saber por qué, aterrizó en el Congreso. Dará tardes de gloria. Soltó el rebuzno, perdón, el discurso, y acabó rodeado de diputados socialistas que aplaudían entusiastas su estilo cafre. Leguina, un tipo decente, dice que apagó la tele asqueado cuando vio que salía Puente. No añadiré nada más, que lo estropeo.

Por suerte Óscar no acabó tocándole la cara a Feijoo como hizo el concejal socialista Viondi con Almeida. Viondi, un amigo de Sánchez que proclamó a los cuatro vientos su admiración por Puente, debió pensar que ese era el camino, que incluso podía dar un pasito más. Del «nos conviene la tensión», los vídeos de dóbermans, los Ábalos y Puentes, al tortazo. Menuda evolución. Los que se acuestan con etarras… El matonismo se pega. Y de la violencia dialéctica a la física hay un gran paso para la humanidad y uno pequeño para el socialismo.

La cosa, pues, había terminado en todo lo alto. O en todo lo bajo, mejor. Pero el show estaba lejos de acabar: un representante del mismo partido se equivocaba al votar. Quizá tuvo un arranque de decencia, quizá votó el subconsciente. Un voto fallido. Yo no lo creo, ya no queda decencia alguna allí, pero, en cualquier caso, una miembro de la Mesa lo arregló: «¿Nooo?», le advirtió. El tipo estaba aterrorizado al darse cuenta. Visibilizaba ya su gulag. «¡¡¡Sí!!!», corrigió ella. Aquí no se iba a permitir lo de Casero, ese diputado del PP que facilitó con su error que se aprobara una reforma laboral negociada con Bildu.

Yo, que trabajé en esa casa hace ya años, he visto cosas que vosotros no creeríais: algún diputado socialista digno. Todos esos momentos se perderán en el tiempo, como lagrimas en la lluvia.

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