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Enrique García-Máiquez (Murcia, pero Puerto de Santa María, 1969). Poeta, columnista y ensayista. Sus últimos libros son 'Verbigracia', (2022) poesía completa hasta la fecha; y 'Gracia de Cristo' (2023), un ensayo sobre el sentido del humor de Jesús en los Evangelios
Enrique García-Máiquez (Murcia, pero Puerto de Santa María, 1969). Poeta, columnista y ensayista. Sus últimos libros son 'Verbigracia', (2022) poesía completa hasta la fecha; y 'Gracia de Cristo' (2023), un ensayo sobre el sentido del humor de Jesús en los Evangelios

Indultos a bulto

27 de julio de 2022

La condena del Tribunal Supremo a Manuel Chaves y a José Antonio Griñán, entre otros socialistas andaluces, por el mayor caso de corrupción de la democracia española, que ya es decir, no pasará su factura al PSOE ni a Pedro Sánchez. ¿La prueba? Lo poco que entró el ladino Juanma Moreno Bonilla —que sabe latín— en esa cuestión en la campaña andaluza. Dejó el tema entero para Vox, ea, sin un pestañeo. ¿Por qué? Porque sabía bien que el PSOE en general y el PSOE en particular ya perdió muchísimos votos por los ERE hace varias elecciones. ¿Que le quedaban muchos? Sí, pero es que tenía el doble. ¿Que le quedan demasiados a pesar de eso? Pues sí. ¿Que es raro que a los que le quedan les dé igual tamaño desfalco? Es rarísimo, pero hay explicaciones, que ya se han dado cientos de veces. Por supuesto, el fanatismo del que siente unos colores partidistas hasta la ceguera. Y también que fue una corrupción con beneficiarios en racimo, con un dinero de mucha capilaridad, digamos, repartido en red (clientelar, pero red).

¿Quiere eso decir que a Pedro Sánchez esta condena le da igual? No. Pero el problema de Pedro Sánchez no viene del pasado, sino del presente. No de los votos que ya perdió el PSOE, sino de los que todavía tiene. Porque se encuentra ante una especie de dilema del prisionero, versión indulto.

O Chaves y Griñán tienen cartas debajo de la manga con la que pueden forzar la voluntad del líder, que a estas alturas lo dudo, o nada

Con los indultos que ha regalado a los golpistas catalanes se lo ha puesto a sí mismo muy difícil. Por un lado, negarse a indultar ahora a los suyos por cuestiones que tienen mucha menos gravedad constitucional que la de los nacionalistas catalanes no dejará de ofender a los socialistas de piñón fijo, que son los únicos que le quedan. Pero hacerlo, reabre las heridas intelectuales del indulto a los nacionalistas catalanes, vuelve a tensionar las muy quebrantadas estructuras de nuestro Estado de Derecho y, por último pero no lo menos importante, asocia la marca del PSOE postmoderno de Pedro Sánchez con el viejo PSOE de Chaves y Zarrías de forma indisoluble, que es algo que no le interesa a nadie, pero menos a Sánchez. Recordemos que él se ha hecho la imagen del hombre que derrotó a Susana Díaz, la heredera legítima de aquéllos. Y que toda distancia de Felipe González le parece poca.

Éstas son las coordenadas políticas de la situación. Ahora mi pronóstico: Pedro Sánchez no indultará a los suyos. O para ser más exacto: yo apuesto a que no lo hará, aunque la mayoría apueste a que lo hará. No será, obviamente, por respeto a la legalidad, que a Sánchez, plim, ni a la separación de poderes, que ja, ja, ja; sino porque sopesará milimétricamente su conveniencia. Y le convendrá más hacerse el sueco.

¿Y qué harán los votantes fieles al PSOE que han seguido votando a pesar de los ERE incluso en Andalucía? Seguirán votando al PSOE, por supuesto

Es una ley de nuestra democracia. El juego de las mayorías parlamentarias da un enorme poder a las reivindicaciones de los otros partidos de cuyo voto depende el Gobierno. A la vez deprecia el valor de los votos propios, sometidos a otra ley inexorable: la disciplina de voto de sus diputados y senadores. Y a otras dos: las listas cerradas y la elaboración de las listas por los organismos cerrados del partido. Ha pasado constantemente con los intereses de las regiones que habían votado mayoritariamente a los partidos en el Gobierno: se posponían para satisfacer a las minorías de otras regiones que votaban a partidos nacionalistas que vendían sus mínimos votitos a precio de oro. Lo mismo pasará con los indultos y los presos del PSOE, vaticino.

Probablemente José Antonio Griñán está vaticinando lo mismo. Recurre al Tribunal Constitucional la sentencia del Supremo para no entrar en prisión. ¿No sabe que eso da la excusa perfecta a Sánchez para dilatar el indulto? Lo sabe, pero prefiere amarrar por otro camino.

¿Y qué harán los votantes fieles al PSOE que han seguido votando a pesar de los ERE incluso en Andalucía? Seguirán votando al PSOE, por supuesto. Quizá alguno con una mueca de disgusto o con un recuerdo amable al bueno de Manolo Chaves. ¿Alguno? Sí, dos o tres. Al resto de votantes del PSOE les bastará una retórica buenista que sea empática con los presos, sin llegar a acompañarlos a la puerta de la cárcel, pero casi. O Chaves y Griñán tienen cartas debajo de la manga con la que pueden forzar la voluntad del líder, que a estas alturas lo dudo, o nada. O el Tribunal Constitucional. O ya los indultará el PP. Sánchez se va a despistar.

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